12ª Estación Jesús colgado en la Cruz, su madre y su discípulo
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padrenuestro y un Avemaría.
La profecía del anciano Simeón se cumple ahora en María: la Madre de Jesús está en el Calvario, al pie de la cruz, contemplando la agonía de su Hijo. Junto a ella Juan, el discípulo amado. Y algunas santas mujeres.
Del Evangelio según San Juan 19, 25-27:
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después, dice al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.
Comentario
La Santísima Virgen ha querido asociarse a la obra de nuestra salvación. Unida especialmente a su Hijo, su Corazón de madre se ve traspasado por el mismo dolor
que Él sufre. Ella, que dijo al ángel: «hágase en mí según tu palabra», vuelve ahora a renovar esa entrega total, absoluta a los planes de Dios.
Contempla Jesús a su Madre y se cruza entre ellos una mirada de ternura, de amor sin tasa. No ha querido reservarse nada: Entrega su cuerpo, su Espíritu y nos entrega a su Madre. María es ya madre de todos los creyentes, porque ha creído contra toda esperanza que se cumplirían las promesas de Dios. Y el Señor nos invita también a nosotros, como a Juan, a acogerla en nuestro interior, en nuestro hogar, a tener plena confianza en ella, a poner en sus manos nuestras preocupaciones y alegrías, para que las presente al Padre.
Oración
Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, Tú, que estuviste asociada más íntimamente que nadie al misterio del sufrimiento redentor de Cristo, enséñanos a permanecer unidos a Él y a Ti como hizo Juan, el discípulo amado. Ayúdanos a creer que se cumplirán las promesas de Dios para nuestro matrimonio de hacernos uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, gozando del Amor Trinitario.
V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.
Cuando María regresa de la montaña, de cuidar a su prima Isabel, de atenderla en el parto(alumbramiento de Juan, el Bautista), se da cuenta que algo raro ocurre en el ambiente del hogar de José. Regresaba para quedarse con su esposo, con el que estaba prometida, pero no aún desposada. Nada más anunciarle el Ángel Gabriel la Encarnación de Su Hijo Jesús y la gestación de su prima… De darle Su Fiat, marchó rápida a casa de Zacaría sin pensar en su situación. A pesar de ser tan grande su Misión Redentora, se olvida de avisar a José del acontecimiento que se había producido en sus vidas de enamorados… José observa a María embarazada y calla… Decide tomar una resolución que no la dañe… María tampoco dice nada. O, al menos, los evangelios no lo explican de manera explícita que lo podamos comprender nosotros, pobres cazurros… Ambos, futuros esposos fallidos aguardan una nueva actuación divina… Naturalmente que ésta llega de nuevo y a tiempo en voz del Ángel… Advertido José de su responsabilidad (…), se celebran los esponsales y… El resto hasta la Cruz lo conocemos por los evangelios…
El Amor de Dios no tiene igual… El de Hijo…? Otro tanto…! El de la Madre? ¿Qué decir….?
Retornando a los esposos María y José… ¿Seríamos capaces nosotros(esposo/a) de intentar, al menos, hacer un poquito por nuestro cónyuge para cumplir la Voluntad del Padre?
¡MADRE, EN TUS MANOS PONEMOS NUESTRAS ASPIRACIONES DE HIJOS/AS TUYOS/AS PARA PARECERNOS A TAN DIGNOS PROGENITORES!