Un Dios de carne. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 14, 1-15, 47

EVANGELIO
Llevaron a Jesús al Gólgota y lo crucificaron

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 1-15, 47
Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz.
Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
-«¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»

Palabra del Señor.

Un Dios de carne.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús se hace uno de tantos, en todo menos en el pecado. Él no tiene poder para salvarse a sí mismo, porque renunció, se despojó de su condición divina. Así, cualquier hombre sufriente le pueda tener como referencia. Todo lo pasó Él, para que cuando alguno de nosotros viva cualquier sufrimiento atroz en esta vida, pueda decirle a Cristo: Ya somos dos.

Si se hubiese bajado de la cruz, los presentes se habrían quedado pasmados y se habrían arrodillado deslumbrados ante un dios muy superior a todos, pero tú y yo, no habríamos sido salvados. Dios no deslumbra, se identifica contigo y te abraza.

El Señor, mi Señor, es el único Dios, porque sufre como yo. Porque me ama tanto, que se entrega, se deja ridiculizar, queda como un malhechor por mí. Ese es mi Dios. Los demás dioses no se mojan. El Verdadero, se humilla hasta el extremo por mí. Por eso sé que me ama. Por eso sé que Él es el Amor verdadero.

Como tú y como yo, necesita la ayuda de otro para cargar con la cruz, porque le faltan las fuerzas. Como tú y como yo, cae de bruces. “Mi alma está triste hasta la muerte” dice Jesús, que es la experiencia del que pierde pie, aquel al que no le quedan fuerzas para seguir viviendo. Con Él sí me siento identificado. En su debilidad me veo reflejado. Es verdadero hombre y verdadero Dios.

Jesús obedece y acepta sin entender el sufrimiento que se le viene encima. A Simón de Cirene, le obligaron a ayudar A Jesús, pero lo que importa no es cómo se nos presenta el dolor, lo normal es que no podamos evitarlo. Lo importante es cómo respondemos, Simón no lo eligió pero se conmovió su corazón vivió la pasión con Jesús, sufrió con Él y por Él. Por eso Dios responde con la sobreabundancia para Simón que se convierte, para Jesús que lo resucita y es glorificado, haciéndole Rey del universo. Ahora sí, Jesús puede ayudarnos, puede acompañarnos en esas crisis que vivimos, en ese dolor que padecemos, en todas esas dificultades, y podemos decir: Señor, ya somos dos y mi esposo tres, y aquel enfermo cuatro, y… hasta que todos sufrimos como Tú y nos sentimos uno Contigo.

La clave del dolor, es que nosotros no somos el centro. Es Jesús el que lleva la cruz. Nosotros le acompañamos cargando con una pequeña parte. Nuestra actitud debe ser la de mirarle y decirle: Señor, a mí no me pasa nada. Y Tú ¿Cómo estás?. Nuestra actitud debe ser la de mirar al esposo y decirle, esposo, a mí no me pasa nada. ¿Y tú cómo estás?.

El Dios misericordioso, es el que, habiendo compartido las mismas miserias que nosotros, nos comprende y está con nosotros, de corazón. ¿Qué más podríamos pedirle a Dios?.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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