EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Entonces decía a todos: -«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor.
Un Cuerpo que quiere entregarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
La verdad es que, el planteamiento del cristiano es un tanto incomprensible para los que no tienen fe. Si le cuentas a un profano en la materia que para morir es vivir, ganar el mundo es perderlo, amar la propia vida es odiarse… Seguro que nos miraría intentando descubrir si le estamos tomando el pelo o nos hemos vuelto locos de remate.
Pero lo cierto es que este es un mundo de muertos. La muerte llega para todos, y de nada sirve hacer acopio de bienes, fama y demás. Te vas de vacío igualmente. Es absurdo. Nosotros por el Bautismo, morimos a este mundo y pasamos a formar parte del Cuerpo de Cristo, que es eterno. Ahora que, nos pregunta el Papa Francisco, si somos conscientes de que todos pertenecemos a un solo Cuerpo, que quiere entregarse.
Y es que, para ser una sola carne, los esposos tenemos que renunciar a la propia carne. Si no, es imposible, y “el camino de los impíos acaba mal” como reza el Salmo: “serán paja que arrebata el viento”. Sin embargo, el que renuncia a la propia carne, experimenta después una solidez, una alegría y una vida que tiene que ser necesariamente un anticipo del cielo.
Pero ahora nos toca unirnos al Señor en esta cuaresma, siendo parte del Cuerpo sufriente de Cristo, preparándonos para vivir con Él Su Pasión. Saboreemos la satisfacción de una entrega sincera, generosa y descentrada de nosotros mismos. Seguro que en nuestro matrimonio tendremos muchas oportunidades para ello.
Oración:
Señor, eres Tú quien va delante, quien sufre más, quien ya sufrió antes. Déjame seguirte: Negarme a mí mismo y aceptar mi cruz, haciendo lo que Tú hiciste, lo que dirías, lo que pensarías… Déjame vivir aunque sea las migajas de tu Pasión, por colaborar contigo en la salvación de mi esposo.