Un Arcángel custodio del Matrimonio.
En el Evangelio de hoy, la sinceridad y la coherencia de Natanael, le permitieron reconocer en Jesús al Hijo de Dios. Debió de ser además un hombre piadoso, según se deduce de su presencia bajo la sombra de la higuera, que era un lugar común en Israel para la lectura y la enseñanza de la ley. Estar debajo de la higuera era lo mismo que ser fiel al proyecto de Dios de Israel.
Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que éstas no concuerdan con el proyecto de Dios. Quien es fiel, verá el cielo abierto y los ángeles subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre. Experimentará que Jesús es la nueva Alianza entre Dios y nosotros.
La coherencia es la clave. Es la que mueve a Jesús a señalar a Natanael como ejemplo. La coherencia de vivir el matrimonio cristiano, hace que seamos sal de la tierra. Para ello es necesario superar la dureza de corazón: “La dureza de corazón consiste en aferrarse a las propias razones y no querer comprender al otro; esta dureza de corazón no nace de Dios, porque Dios también mora en el corazón de la otra persona. El Esposo está entre vosotros” (D. Juan José Pérez Soba).
Esperamos que el Señor nos señale también diciendo “Ahí tenéis un verdadero matrimonio cristiano, en quienes no hay engaño”, porque nos haya visto orando en familia, como Iglesia Doméstica, bajo el amparo de la Iglesia universal. Él nos promete que, entonces, veremos cosas mayores que las que experimentaremos aquí en la tierra. Veremos el cielo abierto.
Dice también el Señor que veremos a los ángeles subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre. Recordamos hoy a los ángeles, de los que dice el Catecismo: 336 Desde su comienzo (Cf. Mt 18, 10) a la muerte (Cf. Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (Cf. Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesión (Cf. Jb 33, 23-24; Za1,12; Tb 12, 12).
Los esposos pedimos especialmente la intercesión del Arcángel San Rafael, el custodio del matrimonio, que guio a Tobías y Sara en su unión conyugal para librarles de la muerte y santificar su matrimonio. Le pedimos en oración:
Bendito San Rafael, tú que auxiliaste a Tobías, te pido que mantengas la unidad de mi matrimonio, llenando nuestras vidas de amor, comprensión y ternura, y borres para siempre jamás, los sinsabores, las dudas, los celos y otras miserias humanas. Amén.