Un amor irresistible.
Este planteamiento de Jesús sobre amar a los enemigos es una auténtica revolución para la fe y para la civilización. Tiene una fuerza inmedible. Un amor irresistible. Fue el que inspiró a Mahatma Gandhi en la campaña de la no violencia activa con la que se liberó la India.
Jesús hoy nos habla de una alegría que sólo conoce el que lo ha probado. Para el que no lo ha probado, le parece algo imposible. Es una alegría a la que Jesús os invita cada día: Amad a los enemigos, a quien se lleve lo tuyo no se lo reclames, a quien te quite la capa dale también la túnica…. Hablamos de una cuestión que proviene de la Sabiduría Divina, y es contraria a las tendencias de este mundo. Parece una locura.
Cuando amamos a nuestro esposo (genérico) en lo bueno, no nos distinguimos de las parejas que conviven sin sacramento ni de aquellos que viven su fe de forma inmadura o superficial, de aquellos que no han acogido el don del Espíritu en su matrimonio. A los esposos cristianos se nos exige un plus. Se nos exige parecernos al Padre, amarnos cuando hemos sido rechazados, hacer el bien y prestar sin buscar recompensa… porque eso es lo que hace Dios con nosotros. Se nos pide que respondamos a nuestro compromiso matrimonial amándonos no con nuestro amor, sino con el amor de Cristo. Mientras no nos amemos en las penas, en las dificultades, en la humillación, en la enfermedad… no nos estamos amando con el amor de Cristo, eso es seguro. Por tanto, ante esto, tenemos que plantarnos y hacernos una pregunta: ¿Esto es ser cristiano? ¿Esto es seguir a Jesús? Y después tomar una decisión: ¿Nos hacemos ateos? o ¿Queremos seguirle de verdad?.
Si queremos un matrimonio reconciliado, tenemos que pedir perdón. ¿Quién tiene que pedir perdón primero? El que inició la violencia. ¿Quién fue? El otro me hace daño, probablemente porque no ha tenido un encuentro profundo con Jesús, o porque ha tenido heridas en su infancia, o porque le han educado en la dureza de corazón… En definitiva porque no sabe lo que hace. ¿Esperamos que sea el otro quien pida perdón primero en estas condiciones?. San Juan Pablo II pidió perdón por los errores de la Iglesia, ¿Cuándo van a pedir perdón por la II guerra mundial? ¿Por las bombas atómicas?, ¿por los crímenes de la revolución francesa…? ¿Por los mártires de nuestra guerra civil?. ¿Nos preguntamos si de verdad era la Iglesia la primera que tenía que pedir perdón?. ¿Era Jesús quien tenía que pedir perdón por sus verdugos? O debería haber esperado a que los verdugos pidiesen perdón primero…
¿Qué esperamos para pedir perdón en nuestro matrimonio? Si perdonamos a los que nos ofenden, como decimos el Padrenuestro, estaremos rompiendo una cadena de dolor y destrucción que nos consume. Deseando el bien del esposo, lo convertimos en el amado, aunque nos ame poco. Tú haz lo que puedas y debas por darle todo aquello que sea un bien para él/ella.
Jesús, que no miente, y nos dice: “Amad a vuestros enemigos… tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo” Por fin nos pareceremos a Él.
“El que ama en los buenos momentos, ama por interés, y nunca experimentará la alegría del amor de Dios. El amor de Dios es un amor incondicional. Tendremos un gran premio, que no podremos ni sospecharlo pero sí sabemos que en esta vida tendremos el corazón lleno de paz, amor y alegría. Cuando amamos con medida, nuestro corazón no está lleno de amor sino que amamos con interés, y eso hace que estemos enfadados, (reprochemos)… Cuando amamos incondicionalmente, el primer premio que tenemos es la paz y la alegría ya en esta vida.” (Comentario del Evangelio reinadelapaz.tv)
No pienses en tus grandes enemigos que están lejos. Ponte hoy a amar a tu esposo en los malos momentos y ya verás la alegría que experimentas en tu corazón, si le haces favores sin esperar nada ni sin medir esfuerzos, ayúdale, sé generoso con él/ella… Ámale como Cristo ama. No hay esposo que se resista a un amor así, un día y otro día, y otro…
¿Vamos a ser Esposos cristianos o no?
Oramos con el salmo: Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras.