Desearle mal a nadie, no corresponde a los hijos de Dios. Madre, no permitas que nos acusemos mutuamente. Que tomemos conciencia de que somos el auxilio de Dios el uno para el otro.
EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Palabra del Señor.
Notas: Próximas misiones.
- Experiencia de Amor Matrimonial Málaga y Mallorca, en Málaga y Campamento para los niños: 05, 06 y 07 de octubre. Casa Diocesana. Infórmate aquí: https://wp.me/p6AdRz-1hs
- Retiro en Barcelona: 26, 27 y 28 de octubre (Casa de Espiritualidad María Inmaculada. Tiana). Infórmate aquí: http://wp.me/p6AdRz-1mY
- Retiro en Valladolid: 23, 24 y 25 de noviembre (Casa de Espiritualidad Sagrado Corazón)
- Retiro en Pamplona: 14, 15 y 16 de diciembre (Casa de Javier)
- Retiro en Madrid: 25-27 de enero (Casa Oblatos)
- Retiro en Sevilla: 15-17 de febrero en Betania
- Retiro en Madrid: 8-10 de marzo (Casa Oblatos)
- Retiro en Barcelona: 15-17 de marzo (Casa de Espiritualidad María Inmaculada, Tiana)
¡Toma ya!
Santiago y Juan debían de ser bastante impetuosos. De ahí que Jesús los llamase “hijos del trueno”. El caso es que no hay referencias de que Jesús “regañase” a los discípulos, salvo esta. Desear el mal a alguien, por muy grande que sea el mal que ha hecho, merece una regañina seria de Dios. El Señor no desea la destrucción de nadie, ni siquiera de sus enemigos. Él desea la restauración, la conversión. Así que, desearle mal a nadie no corresponde a los hijos de Dios.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marta: Alberto, te he dicho que tengas más cuidado con las sillas. Si se pegan a la pared, la desconchan.
Alberto: ¡Ay hija! Estás todo el día corrigiendo. Que si no hagas esto, que si cuidado con lo otro… ¡Qué pesadez!
(Unos minutos más tarde, a Marta se le cae un bote de tomate al suelo y salpica la pared y todo el entorno)
Alberto: (Piensa: ¡Toma ya! ¡Cuánto me alegro! Ahora puedo restregarle yo lo de la pared, para que se entere que ella no es tan perfecta. ¡No! Eso sería venganza. Sería alegrarme de su mal. Eso no lo quiere Dios. Pobre, lo estará pasando fatal, con lo mal que lo lleva cada vez que comete una torpeza. Le cuesta entender que es limitada y también comete errores. Voy a animarla y ayudarla a limpiar). Vaya, Marta, qué mala pata. No te preocupes, todos cometemos torpezas. No lo pases mal. Son sólo cosas, y tú vales mucho más. Lo limpiamos juntos ¿Vale? Pero no sufras por esto, que me da mucha pena verte fastidiada…
Marta: Gracias, Alberto. Eres un ejemplo para mí en esto. Le pido al Señor que me ayude a ser así de comprensiva contigo la próxima vez y por encima de todo, no quiera que tú lo pases mal.
Madre,
El Señor ha venido a salvar y no a condenar. No permitas que nos acusemos mutuamente. Que tomemos conciencia de que somos el auxilio de Dios el uno para el otro. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.