El testimonio de María. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 20, 24-29

EVANGELIO

¡Señor mío y Dios mío!
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Seguiremos informando. (Pásalo)

El testimonio de María.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Tomás no creyó que Jesús hubiera podido vencer a la muerte. La muerte es una consecuencia del pecado, igual que la concupiscencia, que es utilizar al otro en nuestro propio beneficio.
¿Qué es más difícil? Vencer a la muerte o que se arregle un matrimonio.
Probablemente, si la noticia que le dieran a Tomás fuese que se había arreglado un matrimonio de esos que hoy se dan por perdidos, se lo habría creído sin demasiada dificultad.

Sin embargo, vemos a Tomás como el incrédulo. Seguro que los demás Apóstoles, e incluso la Santísima Virgen, le darían testimonio de lo que habían visto. Era real. Pero Tomás no quiso creerles. Se fio más de su lógica. A mí, por mi parte, me cuesta aceptar mi incredulidad. Si Cristo ha vencido a la muerte, ¿No será mucho más capaz de vencer mi concupiscencia y la de mi esposo para que nuestra relación vuelva a ser imagen de la comunión Trinitaria?. Él ya nos ha salvado, falta que pongamos de nuestra parte.

Aterrizado a nuestro matrimonio:

José Luis: Cariño, tengo la sensación de que muchas veces creemos nosotros más en la reconstrucción del matrimonio de los esposos que acompañamos, que ellos mismos.
Magüi: Así es. También es verdad que nosotros hemos vivido cómo Dios ha reconstruido el nuestro, con nuestro esfuerzo, claro está. Si sanó el nuestro ¿No va a poder sanar cualquier otro? Nosotros además no somos especiales, ni tenemos más capacidad que los otros, por lo que ellos tienen las mismas posibilidades que nosotros, o más.
José Luis: Y ¿Cómo podemos convencer a los matrimonios de que para todos y cada uno de ellos Dios tiene un plan hermoso que puede hacerse realidad.
Magüi: Lo único que podemos hacer es dar testimonio, contar lo que hemos visto y oído en nuestro matrimonio y en otros de nuestro entorno, y rezar para que crean, se humillen y luchen por conseguirlo.
José Luis: Como dice el Evangelio de hoy: “Dichosos los que crean sin haber visto”.
Ambos: ¡Señor mío y Dios mío!

Madre,
Tú has lanzado este Proyecto de Amor, para que creamos que Cristo puede redimir nuestro matrimonio: “Por vuestra fe, seréis sanados”. Oremos con Tomás: Señor mío y Dios mío. Alabado sea el Señor, que nunca defrauda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *