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Un matrimonio light y sin cafeína. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 7, 31-35

EVANGELIO
Tocamos y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-« ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?
Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.»
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores.»
Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón. »

Palabra del Señor.

Un matrimonio light y sin cafeína.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es habitual refugiarse en una actitud crítica, para justificar la tibieza de la fe y la dureza de nuestro corazón en el matrimonio.
La falta de coherencia es un signo de que no se vive en la verdad. Entre matrimonios es habitual el “ni contigo, ni sin ti”. La incoherencia lleva a una queja constante, porque no alcanza ninguna solución estable.

No podemos conformarnos con una fe de estantería ni con un matrimonio de “vivir bajo el mismo techo y compartir unos hijos”. La fe es para vivirla intensamente en nuestro matrimonio y en nuestras familias.

Miramos a los matrimonios de hoy y nos asombramos de lo mal que están las cosas. Pero cuando leemos lo que el magisterio de la Iglesia dice sobre el matrimonio, ¿buscamos una explicación light y descafeinada que justifique nuestra realidad? ¿Parece que no va con nosotros? Eso es muy complicado… eso será para los santos…

Si nos conformamos viviremos un matrimonio mediocre, al que le falta «azúcar» que lo endulce (el cariño nunca sobra) y «cafeína» para que le dé vigor (la ilusión y el deseo son el motor). San Juan Pablo II nos pone metas como esta: “se ven y se conocen a sí mismos con toda la paz de la mirada interior, que crea precisamente la plenitud de la intimidad de las personas” (Catequesis 02/01/80). Queremos conocernos en la verdad de lo que somos y alcanzar la plenitud de esa intimidad. Ahí encontraremos la paz, la estabilidad. ¡Queremos de eso! Y queremos muchas otras cosas más.

¡Esposos! San Juan Pablo II toca y no bailamos. Nuestra Madre Iglesia nos avisa de los peligros de la situación que viven las familias de hoy, y no lloramos.

Señor, envíanos tu Espíritu. Que tu carne nos dé la fuerza y tu sangre nos purifique. ¡Prende fuego en nuestros corazones! No queremos vivir un sucedáneo. Queremos ser “discípulos de la sabiduría” y darle la razón. San Juan Pablo II, ruega por nosotros.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

El Proyecto de María. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 19, 25-27

EVANGELIO
Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
-«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo:
-«Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

El Proyecto de María.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Según la hermenéutica del don, para que el don se dé es necesario que alguien lo reciba. Cristo se dona en la cruz y era necesario que alguien estuviese allí para recoger ese don de amor plena y perfectamente. Ella es María, Madre de la Iglesia, que acoge perfectamente la entrega del Esposo y recibe su sacrificio como don de salvación para su Esposa la Iglesia a la que ella representa.

María fue corredentora con Jesús, por su sí a la Encarnación y porque a los pies de la Cruz, participa de la entrega de su Hijo al mundo. Así los esposos, uniendo nuestro sufrimiento a la Pasión de Cristo, somos también corredentores el uno del otro: (Los esposos) “al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del Espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación (Concilio Vaticano II. Gaudium et Spes, n° 48).

Pero retomemos la escena del Evangelio: Cristo lo dona todo, incluso a su Madre la comparte con nosotros. Bendito don para la vida eterna. A través de Ella vino la Salvación y a través de Ella llegaremos nosotros al Salvador. María aparece junto a Jesús en las bodas de Caná, en el inicio del noviazgo de Jesús con su Esposa la Iglesia, cuando en la celebración de una boda comienza su vida pública. María vuelve a aparecer ahora en las bodas del Cordero, en la boda de Su Hijo que le entrega su cuerpo a su Esposa. En ambas situaciones, Jesús se refiere a ella como “Mujer” y no llamándola por su nombre, apelando a su Maternidad. María es Reina de la familia, y hoy la veneramos como Reina del Matrimonio.

Ella inició este Proyecto de Amor Conyugal, porque quiere llevarnos a Cristo Esposo. Ella conoce el camino: Nos convierte y nos pone en la senda del legado de San Juan Pablo II, el Papa de la familia, el gran devoto de Nuestra Señora de Fátima que le salvó de la muerte un 13 de mayo. Nos puso al Papa del “Totus Tuus” Todos tuyos, María. Ella va marcando el rumbo, es nuestra estrella, nuestra guía de Proyecto Amor Conyugal.

Damos gracias a Cristo por este inmenso don de nuestra Madre. Que como Juan, acojamos a María en nuestros hogares. Reina del Matrimonio, ruega por nosotros.

Oramos hoy con la preciosa secuencia:
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡ Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La pureza de lo sencillo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 23, 27-32

EVANGELIO
Sois hijos de los que asesinaron a los profetas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
-« ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! »

Palabra del Señor.

La pureza de lo sencillo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor nos habla de la limpieza de corazón. Si estoy lleno del mundo, me vanaglorio, presumo, juzgo… Así los fariseos criticaban a sus padres. “Yo desde luego, eso no lo haría” Quizás es una frase que hayamos pronunciado más de una vez y más de dos. Esto demuestra que nos apoderamos de los dones que Dios nos da como si fuesen nuestros, y esto es vanidad. Dios nos entrega dones para que los hagamos crecer y los entreguemos.

Por tanto, nuestra tarea en esta vida no solo consiste en crecer personalmente, sino en ayudar a hacer crecer la humanidad, ir construyendo el Reino de Dios en este mundo. Para ello deberíamos partir del bien que nos han transmitido nuestros antepasados, especialmente nuestros padres, y completar su obra mejorándola aún más. En el mundo de la cultura se ve fácilmente. Los libros de texto recogen el conocimiento que la humanidad ha ido adquiriendo, para que nos apoyemos en él, partamos de ahí y podamos hacer crecer nuestra civilización. Sin embargo hay un aspecto en el que es más importante crecer, y es en lo que San Juan Pablo II llamaba la civilización del amor. Deberíamos aprender a amar como nuestros padres y a partir de ahí, construir un mundo con un amor más “civilizado”.

Esa es la manera de construir el Reino de Dios en este mundo. No criticar lo que nuestros padres hicieron mal, sino recoger lo que hicieron bien, los dones que recibimos de ellos, y completarlos con nuestra labor. Como dice Jesús, «colmar la medida de nuestros padres».

Cristo vino a redimir el Amor. Dejemos de ser sepulcros blanqueados, que ríen, son “felices” en los viajes y sonríen en las fotos, pero que viven la amargura de un hogar lleno de huesos y podredumbre. En su día a día no paran de quejarse, se ofenden constantemente, intentan dominarse unos a otros… Tenemos que buscar la verdadera pureza, la que le agrada a Dios, en lo sencillo, vivir como Cristo en Nazaret. Vivir la alegría de la entrega, la pureza del amor en lo pequeño, en lo que no sale en las fotos, en lo oculto. En lo que por no verse, resulta ser lo más profundo y lo más sincero.

Reforcemos nuestros lazos con el Amor Original, con el Padre a través de Cristo, para experimentar entre nosotros la pureza del amor.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Para los que no piensan echarse atrás. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 60-69

EVANGELIO
¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
-«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
-«¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:
– «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.»
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
– «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó:
– «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Palabra del Señor.

Para los que no piensan echarse atrás.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este modo de hablar es duro… o Tú tienes palabras de vida eterna.

El mensaje de Jesús es exigente, y el matrimonio es seguir a Jesús Esposo. Para ello, hay que estar dispuesto a jugárselo todo. Pero si nuestra unión no la contemplamos como una promesa de vida eterna de Dios en Cristo, sino como algo nuestro, podemos tener la tentación de tirar la toalla.

Cristo, rebela el hombre al propio hombre, como decía San Juan Pablo II. Cuando vemos la Pasión de Cristo como prototipo de nuestra entrega conyugal, nos parece algo inalcanzable y desde luego, no muy apetecible. Jesús hoy nos pregunta ¿Esto os hace vacilar? Él sabe que hay muchos que van a tirar la toalla. Su entrega para la salvación del mundo se hará inútil para muchos que la rechazarán, que rechazarán el don.

Pero nosotros por la fe, sabemos que es posible vivir siendo imagen del amor de Cristo por la Iglesia, antes de morir, ya que el proyecto de amor conyugal dura “hasta que la muerte nos separe”. Por tanto, Él va a hacer posible nuestra unión en esta vida, antes de llegar a la otra. Nuestras ideas de carne no sirven, es “el Espíritu quien da vida”.

Señor, nosotros creemos. ¡Señor, Tú tienes palabras de vida eterna!, palabras que cuando el matrimonio las contemplamos juntos, las vivimos y experimentamos realmente en nuestra vida.

¿Cómo pagaremos al Señor todo el bien que nos ha hecho? Alzaremos la copa de la salvación invocando Su nombre.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La libertad de elegir ser esposos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 16-22

EVANGELIO
Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, así tendrás un tesoro en el cielo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
-«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? »
Jesús le contestó:
-« ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. »
Él le preguntó:
-«¿Cuáles?»
Jesús le contestó:
-«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. »
El muchacho le dijo:
-«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?»
Jesús le contestó:
-«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo – y luego vente conmigo. »
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

Palabra del Señor.

La libertad de elegir ser esposos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nos gusta decir, que la indisolubilidad no consiste solamente en no divorciarse y permanecer juntos para toda la vida. La indisolubilidad consiste en que Dios nos ha unido. Y Dios no une por un “pespunte”. Dios une nuestra carne, nuestro corazón y nuestra alma.

La conversación de Jesús con el joven rico, va un poco de eso: Hasta qué punto estoy dispuesto a implicarme en el amor. ¿Qué le falta al joven? Le falta cambiar la obligación por la gratuidad.

Dios no tiene un medidor de grados de cumplimiento de leyes y mandamientos. La justicia de Dios es misericordia, o sea, su justicia no es retributiva (“Qué tengo que hacer para obtener la vida eterna”) sino restauradora (“Si quieres llegar hasta el final…”). El que tiene una verdadera vocación, no mide, no pone límites. ¿Estás dispuesto a todo para “llegar hasta el final”?. Ponemos aquí esa famosa frase del Concilio Vaticano II que tanto le gustaba a San Juan Pablo II: “El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo” (GS nº24).

¿Se ve la diferencia entre el matrimonio como un estado de vida o como una vocación?. Es lo que nos plantea hoy Jesús: “Si quieres llegar hasta el final…” Los puntos suspensivos, los pones tú, porque sólo tú y Dios sabéis qué te falta.

Es obvio que al joven rico sentía que le faltaba algo cuando fue a preguntarle a Jesús. También el evangelista nos deja claro que se fue triste. Jesús no fue detrás de él para convencerle. Es su libertad la que le separa de la felicidad. Tenía su vaso repleto de dinero y en él no cabía la oferta de Jesús.

Nuestra vocación al amor consiste en la entrega mutua en Cristo y por Cristo. Ese es nuestro “llegar al final”. Una vez tomada la decisión de dejarlo todo por el esposo y por tanto por Él, disfrutemos del tesoro que el joven rico despreció: Jesús nos ofrece “veniros conmigo”. La cita es a los pies de Su cruz, la que nos libera, la que nos hace salir de nosotros mismos. Él nos espera con los brazos abiertos, y nosotros llevamos nuestros vasos vacíos. Él se da como Esposo, nosotros le acogemos como Esposa (Iglesia doméstica). Él entrega su sangre, nosotros la recogemos para que nos purifique. Él nos entrega su cuerpo, nosotros nos alimentamos de él para entregarnos en la carne. Él nos entrega su Espíritu, nosotros nos amamos con Él. Es Él quien nos Cristifica en Su cuerpo, Su corazón y Su Espíritu en un camino juntos.

¡Matrimonios entusiasmados, amigos de Cristo! Alegraos de haberle encontrado y saborear el buen vino que hace con nuestro amor, alegraos de encontrar el tesoro por el que estamos dispuestos a venderlo todo. No se trata de dejar algo valioso, lo de aquí no vale nada. Se trata de cambiar lo nuestro por lo Suyo, nuestro amor por el Suyo.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/