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Esposos “rentables” para Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 12, 13-17

EVANGELIO
Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 13-17
En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron:
-«Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?»
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó:
-« ¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.»
Se lo trajeron. Y él les preguntó:
-«¿De quién es esta cara y esta inscripción?»
Le contestaron:
-«Del César.»
Les replicó:
-«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.»
Se quedaron admirados.

Palabra del Señor.

Esposos “rentables” para Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Sumergidos en la vorágine del mundo empresarial, estamos hartos de escuchar palabras como «beneficio, margen, rentabilidad, eficiencia, crecimiento sostenido…» y luchamos muchas horas al día para conseguir todas estas cosas y mantener nuestro puesto de trabajo. Al César lo que es del César.

¿Pero cuánto luchamos y nos esforzamos por la rentabilidad que le corresponde a Dios? Él nos da unos talentos y nos pedirá cuentas de la rentabilidad que hemos obtenido de ellos ¿No pone eso en el Evangelio?. Sí, al final de los días, se nos juzgará de amor. Pues bien, ¿Cuánto nos estamos esforzando?.

El matrimonio da respuesta a nuestras aspiraciones en esta vida: «El cónyuge basta para contener la alianza fundamental que da sentido a la vida y, por eso, se le puede confiar todo.» (Una sola carne en un solo Espíritu Pg. 154)

Mi relación con mi esposo es suficiente para que yo desarrolle todo aquello que dará sentido a mi vida, aquello que Dios espera de mí. Por eso le puedo confiar a mi esposo toda mi vida. Lo demás serán consecuencias de nuestro amor, puesto que mi fe está integrada en ese amor. ¿Por qué buscar cualquier otra satisfacción fuera de mi alianza matrimonial?. Si lo hago, es cuando me encuentro desubicado, perdido, vienen los miedos y las preocupaciones como resultado de haber puesto mi confianza fuera de mi verdadera vocación. El desorden en las prioridades, lleva siempre a la frustración y la angustia.

Para Dios, lo que realmente vale, no es que se hayan hecho las cosas muy perfectamente, sino con mucho amor. Mi esposo es suficiente, para poder confiarle todo. Del amor que ponga en mi relación conyugal sacará Dios la rentabilidad que espera de mí, de nosotros.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Los frutos de hoy. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 12, 1-12

EVANGELIO
Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
-«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron:
«Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia. »
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Palabra del Señor.

Los frutos de hoy.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Según el Catecismo, en el número 755, la viña se refiere a la Iglesia. “El labrador del cielo la plantó como viña selecta”. Nosotros centramos nuestro comentario para matrimonios en la “Iglesia Doméstica” que es la familia.

¿Qué estoy haciendo yo con la Viña del Señor? Mi esposo e hijos… ¿La trabajo para darle frutos? ¿Cultivo el amor en ellos y por ellos? O en muchos momentos de mi día rechazo Su Evangelio y rechazo Su Sacrificio por mí, o lo desprecio… no trabajando para Él, sino para mí. Cada noche, Jesús espera recoger los frutos para llevárselos al dueño de la Viña. ¿Qué frutos tengo hoy para darle? ¿Qué merecería que hiciese conmigo? ¿He “apaleado” al esposo que me ha enviado el dueño de la viña haciéndole sufrir?.
Ten piedad de mí Señor, que en Tus manos he puesto Tu Viña, pues yo soy un pobre e inútil labrador. No me quites Tu Reino y aumenta los frutos, no para mi disfrute, sino para comunicar la gloria del Padre.

Aunque el «Hijo» correrá la misma suerte, que los profetas, el «Amo» no abandonará la Viña. Tú Dios mío no nos abandonarás. Gracias Jesús por dar Tu Vida por nosotros. Nuestra vida está en Tus manos, confiamos en Ti.

Tú Señor, eres la «piedra angular» que, con Tu muerte y resurrección, traes un nuevo comienzo.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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En el nombre de los Tres. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 28, 16-20

EVANGELIO
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
– «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.

En el nombre de los Tres.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy celebramos el día de la Santísima Trinidad. Es por decirlo así, llanamente, como el día de la Familia de Dios. Son uno, de manera inseparable.
El Señor le dice a sus apóstoles que vayan a bautizar en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. En el nombre de las tres personas de la Santísima Trinidad. Qué bonito que nos pida actuar en el nombre de los tres, y qué ejemplo para los matrimonios, que deberíamos actuar siempre en el nombre de los dos. En nuestras decisiones, en nuestros gestos de cariño hacia los demás, en la educación a nuestros hijos… siempre en el nombre de los dos. Qué ejemplo de unión inseparable es para nosotros la Santísima Trinidad.

En nuestra relación con Dios, no olvidemos al Espíritu Santo. Él es quien nos santifica, quien nos transforma en santos. El que transforma nuestro amor de esposos, un amor pobre e interesado, en la Caridad de Dios. Integremos a Dios trino en todas nuestras acciones, hagamos todo en Su nombre.

A Jesús se le ha dado todo el poder sobre el cielo y la tierra. No seamos nosotros de los que vacilamos, postrémonos ante Él porque es Él quien puede con todo aquello que nosotros no podemos. Enseñemos a guardar nuestro compromiso de entrega matrimonial (ese único mandato que nos dejó “amaos como yo os he amado”), apoyándonos sin vacilar, en Su infinito poder.

Esposos, sentémonos, hablemos con cariño, y ayudémonos el uno al otro a guardar todo lo mandado. Un objetivo al día ¿Os parece?. Él hará la obra.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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¿Qué me mueve? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 11, 27-33

EVANGELIO
¿Con qué autoridad haces esto?

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron:
-«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? »
Jesús les respondió:
-«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»
Se pusieron a deliberar:
-«Si decimos que es de Dios, dirá: «¿Y por qué no le habéis creído?» Pero como digamos que es de los hombres… »
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)
Y respondieron a Jesús:
-«No sabemos.»
Jesús les replicó:
-«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

Palabra del Señor.

¿Qué me mueve?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús hace esta pregunta sobre Juan para que se cuestionaran los que le intentaban poner a prueba. En el fondo viene a preguntarles: ¿Actúas buscando tu seguridad o la gloria de Dios?.

Mira en cualquier momento, en cualquier acto y pregúntate por tu motivación para hacerlo. ¿Lo haces por ti?, pues Cristo no te revelará su Verdad, ni su Camino. Porque su intimidad no se descubre si buscas tu seguridad, tu comodidad o tu éxito. A medida que buscamos la gloria de Dios, vamos entendiendo su Camino, descubrimos en nuestra vida la providencia divina que nos encamina hacia Él.

Dice San Juan Pablo II en la catequesis del 19 de enero de 1980 ‘La «afirmación de la persona» no es otra cosa que la acogida del don, la cual, mediante la reciprocidad, crea la comunión de las personas’. Lo que nos permite descubrir qué es ser persona, es acoger todo, como dones que Dios nos ha dado y principalmente acoger a nuestro esposo como un don de Dios. Fruto de la reciprocidad de esta acogida mutua, es la comunión, la unión común entre ambos.

No descubrimos la belleza de la comunión, si no acogemos al esposo como un don de Dios. Cristo sólo me revela sus misterios si soy sincero en esa búsqueda de la gloria de Dios con mi oración y mis actos.

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Un regalo bien envuelto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 11, 11-26

EVANGELIO
Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-26
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
-«Nunca jamás coma nadie de ti.»
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía, diciendo:
-« ¿No está escrito: «Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos» Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.»
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
-«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.»
Jesús contestó:
-«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar», no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. »

Palabra del Señor.

Un regalo bien envuelto.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nuestra camino de fe hacia el Dios no consiste en que tenemos que poner mucho de nosotros. En realidad, nuestro esfuerzo debe consistir en quitar mucho de nosotros para dejarle espacio al Espíritu y que Dios ponga de lo Suyo en nuestro interior.

Imaginémonos que nos hacen un regalo y nos dicen que es una auténtica joya de un valor incalculable. Por fuera vemos una caja de cartón, con muy buena presentación. Una caja que en realidad, aparenta más de lo que es: Si se moja se estropea, si la golpeas se agujerea y no resiste mucha presión ni mucho peso, o cederá y se hundirá. Ahora imaginemos que nos quedamos toda la vida mirando y alabando la caja e intentando darle más valor del que tiene, pero no miramos la joya que, quien nos la entregó, ha metido en su interior.

Aquel templo del que habla el Evangelio, fue destruido, y tal como ya profetizó el Señor a la samaritana, algún día adorarían a Dios en Espíritu y en Verdad. Ahora Dios no reside en un templo, sino que el templo es nuestro cuerpo. Nosotros somos esa bonita caja y el Espíritu del Dios reside en nuestro interior. Es el Espíritu el que da valor al conjunto.

“Mi casa es casa de oración” dice el Señor. Nuestro cuerpo es la casa de Dios y es lugar de oración. No trates a tu esposo según la envoltura que ves porque es frágil, no negocies con sus debilidades, no convirtáis vuestra relación en una cueva de ladrones. Tratemos a nuestro esposo como templo de Dios. Es un sagrario. Y es sagrado.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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