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La oportunidad de la cruz. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 16, 16-20

EVANGELIO
Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver». Comentaron entonces algunos discípulos: – «¿Qué significa eso de «dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver», y eso de «me voy al Padre»?» Y se preguntaban: – «¿Qué significa ese «poco»? No entendemos lo que dice». Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: – «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver»? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

Palabra del Señor.

La oportunidad de la cruz.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este Evangelio forma parte del discurso de Jesús durante la última cena. Se está refiriendo por tanto a los acontecimientos de Su muerte (tras la que llorarán) y posterior resurrección (tras la que se alegrarán poco después).

Hoy en día parece que está prohibido sufrir. Lo que no sea diversión o entretenimiento, queda descartado. Jesús nos enseña que para poder vivir la alegría de la resurrección, antes hay que vivir el sufrimiento de la muerte. Él muere amando hasta el extremo y resucita plenamente una sola vez. A nosotros nos toca morir todos los días para poder resucitar también todos los días. O incluso, varias veces al día.

“La alegría matrimonial, que puede vivirse aun en medio del dolor, implica aceptar que el matrimonio es una necesaria combinación de gozos y de esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres, siempre en el camino de la amistad, que mueve a los esposos a cuidarse: «se prestan mutuamente ayuda y servicio»” (Amoris Laetitia 126)

Sí, en nuestro matrimonio hay momentos en que toca esforzarse aún cansados. Hay otros momentos tensos, por nervios, malentendidos, por no querer dar nuestro brazo a torcer, o por problemas que vienen de fuera. También hay sufrimientos porque nos hacemos daño, porque no nos sentimos comprendidos, porque no somos tenidos en cuenta. Hay momentos que no encontramos la respuesta a pesar de buscarla…

Esas son las cruces. ¿Por qué las vivimos con tristeza? Porque las consideramos como una derrota y no como una oportunidad. Pero el Señor nos enseña que, lo que realmente nos hace sufrir es la resistencia a creer en el amor. Si estamos dispuestos a acoger el sufrimiento por amor, la cosa cambia. Tenemos que estar alerta, entrenarnos para la batalla que vamos a emprender cada día, no contra el esposo, sino contra el mal o contra mi “yo” exigente. Descubriremos la dicha que hay en sufrir por amor, por acompañar a Cristo en Su pasión, encontrar el sentido a la cruz, un valor al sacrificio. Entonces, llegarán las resurrecciones también con Él: Sentiremos descanso, experimentaremos la liberación de nuestro yo (el que nos hace sufrir en la cruz), viviremos satisfechos con lo que estamos construyendo, experimentaremos el placer de estar juntos, de amarnos sinceramente. Es la alegría de vivir en ese otro mundo sobrenatural, aun estando en este mundo.

‘el Evangelio de la familia es alegría que “llena el corazón y la vida entera”, porque en Cristo somos “liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento” (Evangelii gaudium, 1)’ (Amoris Laetitia 200)

Madre:
Concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de Tu Hijo. Que estemos alerta para vivir la cruz, no como una derrota, sino como una oportunidad para amar y liberarnos del pecado. Por Jesucristo nuestro Señor.

La cadena de la verdad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 16,12-15

EVANGELIO
El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena

Lectura del santo Evangelio según san Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.

La cadena de la verdad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Alcanzaremos la verdad cuando “el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada” (Amoris Laetitia 3).

Muy bien. Y ¿Dónde o a través de quién vamos a recibir esa verdad? ¿De los políticos? ¿De la prensa? ¿De los programas de opinión? ¿De los compañeros? ¿De los científicos? ¿De los sicólogos? ¿De internet? Vivimos en la sociedad de la información, pero existe el espíritu de la mentira y el de la verdad ¿Dónde está la información veraz que comunica el Espíritu?.

La encontramos en Amoris Laetitia en frases como:
– «los hijos necesitan encontrar un padre (varón) que los espera cuando regresan de sus fracasos. Harán de todo por no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan» (177)
– (El amor) goza con la verdad (1ªCor 13) se regocija con la verdad. Es decir, se alegra con el bien del otro, cuando se reconoce su dignidad, cuando se valoran sus capacidades y sus buenas obras. Eso es imposible para quien necesita estar siempre comparándose o compitiendo… (109)
– La verdad es que «la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación. (106)
– una familia donde …siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros (115)
– Es posible reconocer la verdad del otro, el valor de sus preocupaciones más hondas y el trasfondo de lo que dice, incluso detrás de palabras agresivas. Para ello hay que tratar de ponerse en su lugar e interpretar el fondo de su corazón, detectar lo que le apasiona, y tomar esa pasión como punto de partida para profundizar en el diálogo. (138)

¿Quién más habla de estas verdades? Claramente, el Espíritu está en la Iglesia. No podemos creernos en posesión de la verdad por nuestra cuenta. Cualquier verdad proviene del Padre, se la comunica al Hijo, y el Hijo al Espíritu Santo que la difunde.

Madre de la Iglesia:
Gracias por llevarnos al Espíritu de Dios. Gracias por poner su Verdad a nuestro alcance. Es un honor gozar de tal privilegio, de conocerlo, creer y tener acceso a vivirlo. Alabado sea el Espíritu Santo por siempre.

Vida de familia, vivida entera. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 23-29

EVANGELIO
El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Palabra del Señor.

Nota: Retiro para matrimonios y familias: «La Verdad del Matrimonio y la Alegría del Amor». Organiza ProyectoAmorConyugal en colaboración con la Delegación de Pastoral Familiar Diocesana de Málaga. Días 18 y 19 de junio. Para más información pincha en el siguiente enlace:

http://wp.me/p6AdRz-ru

Vida de familia, vivida entera.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

De lo que dice hoy Jesús, se desprende nuestra primera prioridad: Guardar Su palabra. ¿Cómo guardarla? Con las obras. ¿Y qué dice Su palabra que debemos hacer? “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. ¿Y cómo?

Amoris Laetitia 62: “De los Evangelios emerge claramente el ejemplo de Jesús, que […] anunció el mensaje concerniente al significado del matrimonio como plenitud de la revelación que recupera el proyecto originario de Dios (cf. Mt 19,3)”

La plenitud de la revelación, lo que Dios quiere llegar a explicarnos, es que tenemos que amarnos como esposos, como Cristo amó a su Esposa la Iglesia. Así nos ama Dios y así estamos llamados a amarnos. Bien, pero todos tenemos experiencia de que no somos capaces de amar de esa manera. Entonces ¿Cuál es nuestro camino para lograrlo?

Seguimos en el punto 62 “…La condescendencia divina acompaña siempre el camino humano, sana y transforma el corazón endurecido con su gracia, orientándolo hacia su principio, a través del camino de la cruz”.

Dios sana nuestro corazón endurecido con su gracia, orientándolo a lo que Dios pensó para nosotros desde el principio, y el camino para llegar a vivir ese plan de Dios, es el camino de la cruz. Sí, ese que siempre tenemos la tentación de apartar o rechazar. Pues ese es el camino para sanar el corazón endurecido que nos impide amarnos como Dios quiere.

Esto no significa que no podamos gozar de la belleza del matrimonio: 148… “No implica renunciar a instantes de intenso gozo, sino asumirlos como entretejidos con otros momentos de entrega generosa, de espera paciente, de cansancio inevitable, de esfuerzo por un ideal. La vida en familia es todo eso y merece ser vivida entera”.

Pues en esto consiste guardar Su palabra: En una vida de familia que merece ser vivida entera.

Madre:
Que el Espíritu nos siga mostrando el camino de la plenitud de la revelación en el matrimonio. ¡Menudo regalazo!. Alabada sea la Santísima Trinidad.

La alegría de los esposos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 15, 9-11

EVANGELIO
Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Palabra del Señor.

La alegría de los esposos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy hablaremos de esa alegría que el Señor quiere que llegue a plenitud en nosotros. ¿Cómo conseguirla?

Dice el Papa en Amoris Laetitia 126:
La alegría matrimonial, que puede vivirse aun en medio del dolor, implica aceptar que el matrimonio es una necesaria combinación de gozos y de esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres, siempre en el camino de la amistad, que mueve a los esposos a cuidarse: «se prestan mutuamente ayuda y servicio»

Para encontrar la alegría, no hay que buscar una vida sin dificultades. Alegría no es lo mismo que bienestar. Santo Tomás afirmaba que el mal es ausencia de bien. La tristeza, la amargura, la oscuridad es el resultado de buscarnos a nosotros mismos, consecuencia del pecado. Por tanto, para alcanzar la alegría, tenemos que llenar de “bien” nuestra vida, del Señor que es el bien supremo, y así habrá alegría en nosotros. Hablábamos estos días con una esposa que está muy indignada porque su esposo quiere salirse con la suya. Por resistirse a ello no va a recuperar la alegría. La respuesta es: Sé manso y humilde e introduce un bien a cambio: Deja que sea como a él le gusta y hazle un gesto de cariño, dedícale una mirada tierna, palabras de comprensión… en el nombre de Cristo. Vendrán a tu cabeza las palabras “no es justo”, “no es justo”… una y otra vez. Quizás tu esposo no se “merezca” esta respuesta tuya, pero el Señor sí, porque Él te ha amado hasta el extremo. Esas actitudes devolverán la alegría a tu matrimonio. ¿Qué nos impide actuar así? La defensa de mi yo, es decir, la concupiscencia, la que nos traerá: tristeza, amargura y oscuridad.

En definitiva, para vivir la alegría hay que amar en nombre del Señor, con la fuerza que hemos recibido de su Gracia. El gesto de amar, de servir, de comprender, de excusarlo todo, etc. cuesta enormemente. Lo sabemos. Es casi heroico. Pero tiene un precioso premio: La alegría. Cuanto más la saboreas más te gusta y más fuerza tienes para repetir.

Sé humilde, ama en nombre del Señor a tu esposo en todas las circunstancias y vivirás alegre, y llenarás de alegría tu matrimonio.

Madre:
Te pedimos para que la alegría del Señor esté con nosotros. Que no apaguemos con nuestra amargura la belleza que Dios puso en nuestro matrimonio. Danos la ilusión de permanecer en Su amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Iluminando y dando sabor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 13-19

EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

Iluminando y dando sabor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Los esposos somos sal de la tierra, porque damos sabor a la vida. Mostramos al mundo un motivo intenso por el que vivir: El amor conyugal y familiar. Y somos luz del mundo, porque Cristo ha querido concedernos el honor de reflejarse en nosotros.

Nuestra misión es crucial, y consiste en que mostremos al mundo la belleza del matrimonio. Como dice el Papa Francisco:
121. El matrimonio es un signo precioso, porque «cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros.

Pero es Cristo quien transforma el matrimonio en algo bello, en una vida que alumbra las zonas de oscuridad:
72. …El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos… Los esposos son por tanto el recuerdo permanente para la Iglesia de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes». El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia.

Efectivamente, nuestra unión no es perfecta, pero está llamada a serlo y así lo debemos de creer, porque Cristo nos lo ha prometido. Jesús dice que ha venido a dar plenitud a la Ley. Papa Francisco (Amoris Laetitia 125) No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido.

321. «Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe» (Conc. Vat. II, Apostolicam actuositatem, 11).

El matrimonio que ha experimentado la gracia de Dios, ha vivido un antes y un después y eso hace que, llenos de luz proclamemos la alegría del Evangelio.

Madre:
Contigo, proclama nuestra alma la grandeza del Señor y se alegra nuestro espíritu en Dios nuestro salvador. Alabado sea por siempre.