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Pilas cuaresmales. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-15

EVANGELIO
Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús, preguntándole: – «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: – «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunaran».

Palabra del Señor.

Pilas cuaresmales.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Desde antes de ayer, están disponibles las pilas cuaresmales. ¡Son recargables! Tienen coste económico: las limosnas y también requieren de un esfuerzo personal y conyugal. El tiempo de carga son 40 días, pero luego son luz de luz, y alimentan el espíritu de una manera impresionante.

40 días anduvo Jesús por el desierto antes de comenzar su vida pública. Dios quiere que vivamos también un ayuno siendo hijos que formamos parte del Hijo. Eso significa seguir a Jesús, haciendo lo que Él hace, para dejarnos “cristificar” por el Espíritu Santo.

Para ello necesitamos un tratamiento de choque contra la obesidad mórbida de nuestro yo, ese incorregible que lo asimila todo para sí, acumula para sí, quiere acaparar todas las atenciones… ¿Quién no tiene un yo así? “…el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo” (Mensaje del Papa Francisco para la cuaresma 2016). Todos tenemos que adelgazar el yo interior para que crezca Cristo en nosotros, Luz de Luz.

Esto requiere de un autodominio de nuestros impulsos y poner orden en nuestros deseos. Es necesario el ayuno de nuestras apetencias, de ciertas cosas que en sí no son malas, pero nos sirven para educar y hacer crecer la voluntad, es fundamental. Este esfuerzo nos ayudará a tener dominio para callar una palabra desagradable o un gesto feo, para poder renunciar a mi plan por agradar a mi esposo, poder renunciar a mis criterios por los de Dios, etc.

Estamos tan lejos de Dios… Los discípulos no decidían dónde ir, ni a qué hora… Lo decidía el Esposo (que está con ellos), Cristo. En nuestra vocación conyugal tenemos la suerte de contar con un esposo que continuamente me da la oportunidad de renunciar a mi gran enemigo: el Yo. Cada vez que por ejemplo él/ella quiere la puerta abierta y yo cerrada ¡Bendito sea el Señor!.

Estos días, el ayuno del yo nos acerca a Jesús, y nos acerca a nuestro esposo. Esta semana, oferta: Recarga tu matrimonio, dos por uno.

Oración:
Madre es verdad que me cuesta negarle a mi Yo sus gustos… Gracias por mi esposo, me ayuda a acercarme a Jesús, no permitas que escuche la tentación de verle como un chino en el zapato. Grábame Madre esto en mi corazón con el fuego del Espíritu Santo. Mi esposo me ayuda al mejor ayuno para llegar al Esposo.

Un Cuerpo que quiere entregarse. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 22-25

EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Entonces decía a todos: -«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Palabra del Señor.

Un Cuerpo que quiere entregarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La verdad es que, el planteamiento del cristiano es un tanto incomprensible para los que no tienen fe. Si le cuentas a un profano en la materia que para morir es vivir, ganar el mundo es perderlo, amar la propia vida es odiarse… Seguro que nos miraría intentando descubrir si le estamos tomando el pelo o nos hemos vuelto locos de remate.

Pero lo cierto es que este es un mundo de muertos. La muerte llega para todos, y de nada sirve hacer acopio de bienes, fama y demás. Te vas de vacío igualmente. Es absurdo. Nosotros por el Bautismo, morimos a este mundo y pasamos a formar parte del Cuerpo de Cristo, que es eterno. Ahora que, nos pregunta el Papa Francisco, si somos conscientes de que todos pertenecemos a un solo Cuerpo, que quiere entregarse.

Y es que, para ser una sola carne, los esposos tenemos que renunciar a la propia carne. Si no, es imposible, y “el camino de los impíos acaba mal” como reza el Salmo: “serán paja que arrebata el viento”. Sin embargo, el que renuncia a la propia carne, experimenta después una solidez, una alegría y una vida que tiene que ser necesariamente un anticipo del cielo.

Pero ahora nos toca unirnos al Señor en esta cuaresma, siendo parte del Cuerpo sufriente de Cristo, preparándonos para vivir con Él Su Pasión. Saboreemos la satisfacción de una entrega sincera, generosa y descentrada de nosotros mismos. Seguro que en nuestro matrimonio tendremos muchas oportunidades para ello.

Oración:
Señor, eres Tú quien va delante, quien sufre más, quien ya sufrió antes. Déjame seguirte: Negarme a mí mismo y aceptar mi cruz, haciendo lo que Tú hiciste, lo que dirías, lo que pensarías… Déjame vivir aunque sea las migajas de tu Pasión, por colaborar contigo en la salvación de mi esposo.

Mejor con miel. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 2, 23-28

EVANGELIO
El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
-«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les responde:
-« ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él».
Y les decía:
-«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Palabra del Señor.

Mejor con miel.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Uno de los mayores errores que podemos cometer los esposos cristianos es imponernos normas que Dios no nos impone. La mayoría de las veces lo hacemos con buena intención: Algo que a mí me ha ido bien, quiero que tú también lo hagas… Evidentemente, no es malo buscar el bien común, la cuestión es qué medios utilizamos para ello.

La ley puede matar el amor. No decimos con esto que las leyes, “los mandamientos”, sean contrarios al amor, ¡No por Dios!. Las leyes de Dios son como una especie de “balizas” que nos indican los límites del camino, de manera que si te sales de ellas, ya sabes que te has desviado del camino del amor. Pero al final, como nos remarca el propio Cristo, la única ley que existe es el amor, porque quien ama de verdad, se mantendrá dentro de esas “balizas”, seguro.

Lo malo de la ley es utilizarla como “arma arrojadiza”. Con esta actitud, hacemos doble daño, porque no solo impedimos cualquier resultado, sino que creamos en el que ha recibido el “impacto” una cierta aversión a la norma con la que acabamos de darle en la cabeza. Sobre todo si no es la primera vez que lo recibe. Además de esto, como en nuestro propio ejemplo no ve un acto de amor, tampoco se fía del contenido del mensaje con el que se ha sentido agredido más que amado.

San Francisco de Sales resume todo esto en una frase muy reveladora: “Se cazan más moscas con miel que con un barril de vinagre”.

La nueva técnica que proponemos se llama “ternura”. Hagamos estallar en nuestro matrimonio la “revolución de la ternura” que propone el Papa Francisco. No avinagres tu relación con tu esposo, endúlzala. No doblegues su voluntad, conquista su corazón. Es la tarea más grande y más hermosa de nuestra vocación.

Oración:
Madre, me consagro a ti, para que acojas a mi esposo a través de mí. Que perciba Tu ternura y Tu sencillez, que le orientes con cariño y le muestres cada día la hermosura del camino del amor de comunión, que nos lleva hasta Dios. Por Jesucristo nuestro Señor, amén.

¿Qué más se puede pedir? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 1-18

EVANGELIO
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

Palabra del Señor.

¿Qué más se puede pedir?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Papa Francisco, comenta sobre la fe: “cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre.” Y Continúa más adelante: “La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro”. (Lumen fidei, n. 4)

Sin embargo, dice el Evangelio que “La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió”. Hay muchos esposos que no quieren saber nada de la Luz y al distanciarnos de ella, se crea entre nosotros una especie de tiniebla que lo oscurece todo. El amor se convierte en un desengaño tras otro y nuestra vida de esposos pasa a ser una auténtica tortura. No podemos dejar de acoger la Palabra cada día. Si nos hemos enfadado, con más motivo, si estamos cansados también… Eso nos hace testigos de la Luz.

Cuando los esposos acogemos la Palabra, Él acampa entre nosotros. Transforma nuestro amor y recibimos una promesa de plenitud que nos ilusiona, abre nuevas ventanas hacia el futuro, nos permite construir nuestra vida sobre una esperanza real y segura. La Palabra es la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, un matrimonio que reza juntos, alumbra a sus hijos. La Palabra llama a la puerta de nuestro corazón y espera que la acojamos, si lo hacemos entra y se queda con nosotros, cada día.

Esposos no desaprovechemos este gigantesco don. Es real ¡Abrámosle la puerta de nuestro corazón de par en par! Porque esposos, hoy nos dice que a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. ¿Qué más se puede pedir?.

Oramos:
Y de manera increíble, la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria en nuestras vidas y en nuestro matrimonio. Pues de Su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Confianza clave. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 20-28

EVANGELIO
Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

Palabra del Señor.

Confianza clave.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dice el Papa Francisco a propósito de este Evangelio:
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Será como el triunfo del príncipe de este mundo: la derrota de Dios. Él parece que en ese momento final de calamidad, vendrá sobre este mundo, será el dueño del mundo.

He aquí el corazón de la «prueba final»: la profanación de la fe. No es permitido hablar de religión, porque sería algo privado ¿no es así? De esto públicamente no se habla. Los signos religiosos se eliminan. Se debe obedecer a las órdenes que vienen de los poderes mundanos. Se pueden hacer muchas cosas, cosas bonitas, pero no adorar a Dios. Prohibición de adoración. Este es el centro de este fin. Y cuando llega a la plenitud -al kairos de esta actitud pagana, cuando se cumple este tiempo – entonces sí, vendrá Él: «Y verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con gran poder y gloria». (Cf. S.S. Francisco, 28 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).
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También en nuestra vida cotidiana, el Señor nos hace pasar por muchas pruebas de fe. A veces nos viene bien encontrarnos en situaciones en las que no tenemos a dónde agarrarnos, y solo nos queda poner nuestra confianza en Dios, para ejercitarla.

Tener fe no es entender, sino confiar, y a veces ponemos nuestra fe en entender las cosas, en lugar de ponerla en la confianza en que lo que Dios ha dicho se cumplirá.

También necesitamos tener fe en nuestra relación conyugal. Por las circunstancias que vivimos, nos puede parecer que no es posible llegar a vivirla tal como Dios la pensó. Sin embargo, hay una de las cualidades del amor, que menciona San Pablo en 1ª Corintios 13, que es: “El amor … todo lo cree, todo lo espera”.

Dice el Catecismo en el Nº 154, que la fe es un acto humano (con el auxilio del Espíritu). Pero referido a las relaciones humanas, dice “Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen … y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua”.

Por tanto, es necesario confiar en el esposo, para llegar a la comunión mutua. No perdamos de vista esta cualidad del amor, para reforzarlo y construir esa intimidad juntos.

Oración:
Señor, que no nos fiemos de nuestra visión derrotista ante las dificultades. Sabemos que triunfarás, que triunfará el bien, en el mundo y en nuestra vida. Que hagamos uso de las armas del amor, para contribuir a la implantación de Tu Reino en nuestros hogares.