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Ni te imaginas lo que puedes llegar a ver. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9,27-31

EVANGELIO
Jesús cura a dos ciegos que creen en él

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,27-31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
– «Ten compasión de nosotros, hijo de David.»
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
– «¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron: – «Sí, Señor.»
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
– «Que os suceda conforme a vuestra fe.»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
– «¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Palabra del Señor.

Ni te imaginas lo que puedes llegar a ver.

Hoy vamos a ponernos en el pellejo de los dos ciegos que seguían A Jesús. Hay muchos matrimonios que intentan seguir a Jesús pero ciegos ante su vocación y llamada, entonces le pedimos A Jesús: Ten compasión de nosotros hijo de David, nuestro matrimonio es imposible, no puedo ser uno con mi esposo/a.

Cuando Dios creó el matrimonio, hizo una bellísima obra maestra: Representar en la carne la grandiosidad de Su Comunión Trinitaria. El primer hombre y la primera mujer, en el Génesis, podían verse sin la alteración que produce el pecado en la mirada.

Comparamos esta visión con la más hermosa sinfonía, que de repente, deja de sonar con la armonía que su autor concibió, porque muchos músicos deciden tocar sus instrumentos a su manera, tocan las melodías que les va apeteciendo, sin tener en cuenta ni la partitura (La creación de Dios) ni al Director de la orquesta (Jesús).

La Hermosa sinfonía sigue sonando de fondo, pero nos distraen las melodías superpuestas y no alcanzamos a escuchar su impactante belleza, esa genialidad del autor que inunda el corazón de emoción y de fuerza.

Estamos ciegos. Pero tal como dice la primera lectura, “Así dice el Señor: Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.”

Hoy es ese día. El Señor nos pregunta a ti y a mí: «¿Creéis que puedo hacerlo?» Y nosotros debemos responder sin dudar: “Sí, Señor”. Porque es necesario que antes de ver con nuestros ojos, veamos en nuestro interior con los ojos de la fe.

El Señor puede hacernos ver con los ojos de Dios, nuestro matrimonio. Él puede hacernos ver con los ojos de Dios a nuestro esposo/a.

Nunca en nuestra vida, podríamos imaginarnos algo tan bello.

Bendito sea Dios Creador, alabado sea el Señor.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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Los cuidados de Dios para los esposos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 13, 1-9

EVANGELIO
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
_« ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola:
-«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
«Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó:
«Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.» »

Palabra del Señor

Los cuidados de Dios para los esposos.

Esta semana, uno de nosotros dos, iba caminando por la calle para asistir a la Eucaristía antes del comienzo del trabajo del día.
Aún era de noche, pero se atisbaban en el horizonte las primeras y tímidas claridades del amanecer en unos bellísimos tonos violáceos. Eso despertó la emoción “Qué grande eres Dios mío” qué maravillas hace todos los días. El otro de nosotros, esta misma mañana se paraba ante la impresionante belleza de una rosa enorme que captaba la atención y quedaba atónito ante tal despliegue de hermosura, por delante del que quizás hayamos pasado otras veces sin darle mayor importancia.

Dios nos da millones de muestras de su amor, pone ante nosotros tanta belleza para conseguir llamar nuestra atención y recordarnos que está, todos los días, en todo y en todos, para atraernos hacia Él. Sólo si nos convertimos y hacemos caso a su llamada daremos fruto.

Nos topamos de vez en cuando, quizás con más frecuencia de la que nos gustaría, con ese pecadillo del esposo. Hoy Jesús nos da una lección de paciencia, amor divino y misericordia. Nos enseña a amar ante la falta de respuesta, ante la resistencia al don. Quizás somos nosotros los que damos por imposible al esposo porque no da fruto. Y Él nos dice cuál debe ser nuestra actitud en Su nombre y nuestra súplica: “Déjale todavía un poco más” yo repararé por él/ella. Te ofreceré mis oraciones y acciones por su bien. Yo le daré cariño y con ternura, poco a poco, le ayudaré a dar fruto.

El matrimonio tiene que dar fruto siendo imagen de Dios en ese “Mirad cómo se aman”. Todo lo que viene de Dios llama la atención por su belleza, por su armonía, por surgir como un pequeño gran milagro en medio de la cotidianidad y la rutina. ¡Mirad cómo se aman! Se entregan de tal manera que recuerdan al propio Cristo cuando se dona en la cruz, cómo se sacrifican el uno por el otro sin reparar en su dolor o en su cansancio “No lloréis por mí”. Con qué generosidad y alegría generan “vida” a su alrededor como el Creador se da en su creación por su Hijo, todo por Él. Matrimonios que dan fruto.

Cristo sigue cavando a nuestro alrededor para que nuestra viña no sea cortada. Su Espíritu sigue dándonos alimento en la Eucaristía, en la Confesión y no nos olvidemos, en el Sacramento de nuestro Matrimonio que está vivo y vigente con toda su potencia. Ha puesto un ángel custodio, un Santo como San Juan Pablo II velando por la familia, un Arcángel como Rafael que cura nuestra unión conyugal y… qué decir…, nos ha dado a la Santísima Virgen como Madre: Tan “pequeña” y con esa fuerza tan impresionante.

¡¡No podemos fallarle!!

Bendito seas Señor por tantos signos, por ese poder del Sacramento que pones en nuestras manos, por este Proyecto de Amor Conyugal que nos has puesto para alimentar nuestra vocación y fortalecerla.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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¿A qué esperas para cambiar? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 29-32

EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
-«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor.

¿A qué esperas para cambiar?

Leyendo la historia de Jonás, uno se pregunta por qué esa tozudez para no hacer la voluntad de Dios. Pero en cierto modo, a nosotros nos pasa igual. No paramos de sufrir calamidades de todo tipo por no seguir Su voluntad. ¿Cómo pedimos, entonces, una señal de fe si hemos cerrado, con esta actitud, el corazón a acoger el don del Sacramento del Matrimonio y por tanto la gracia del Señor?

La única señal será la del profeta Jonás, el hombre que predica la conversión por toda la ciudad de Nínive, a ver si libremente cada uno de nosotros acepta la propuesta, muda el corazón, y nos volvemos a Dios. Ya con esto habremos logrado la más grande señal que Dios haya podido obrar en el alma libre: la conversión por propia y deliberada iniciativa al Dios que da la vida, Fuente perenne del verdadero creyente, Verdad eterna del verdadero sabio.

La señal de Dios para los hombres es, Jesús mismo. Y lo es en su Boda, el misterio de muerte y resurrección. Creer en Él y seguirlo, es el gran signo de Dios.
Cristo lo ha hecho posible, Él nos lleva al Principio al hombre y la mujer que, libres de vergüenza, expresan en la carne la libertad interior mediante la comunión de personas, formándose recíprocamente y creativamente. Buscamos hacer nuestros los mismos pensamientos, sentimientos y actitudes del Señor. Es, en última instancia, poder repetir con San Pablo: «Vivo yo, mas no yo, sino que es Cristo quien vive en mi» (Gál 2, 20).

“La manera en que Cristo lleva a plenitud el encuentro entre Adán y Eva, es sobreabundante… Él no solo regenera la belleza del Paraíso, sino que la supera infinitamente. En efecto, en el Hijo está todo aquello que el Padre puede dar al hombre; una vez que ha entregado al Hijo, ya no le queda otro don que ofrecer; y así Cristo manifiesta el amor del Padre en le forma más elevada.” (Llamados al Amor, Pg. 110)

Jesús es “el signo de Jonás” (CEC 994) Él nos da signos todos los días en nuestra vida cotidiana conyugal y familiar. Si le seguimos, la bondad, el crecimiento, la alegría y la paz entra en nuestro hogar. En esta peregrinación hasta la conformación definitiva con el Señor, María ocupa un papel fundamental. El mismo Señor Jesús es quien nos señala a su Madre (Jn 19, 27). ¿A qué esperas para cambiar? Pídeselo a Ella.

Oramos por el Sínodo de la Familia:
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El que no está con el esposo, está contra él. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 15-26

El que no está con el esposo, está contra él.

Lo que hacen los que presencian el exorcismo que realiza Jesús y le acusan de hacerlo en nombre de Belcebú, es un juicio temerario, que va contra el octavo mandamiento. Juzgar negativamente a alguien sin tener la plena seguridad, es un pecado serio. Es la primera estrategia del demonio, la mentira.
Otros, que acababan de ver un milagro y seguramente no sería el primero, le piden un signo. Es otra de las estrategias del demonio, la duda. No confiar en el Señor. Si tenemos claro su llamada, mejor no dudar e ir a por todas confiando en Él, pues si no, pueden volver los espíritus malignos a arruinarnos la vida.

Recordemos que se puede pecar de pensamiento, palabra y obra (y omisión, que es no obrar). Y normalmente en este orden. Estemos muy atentos a nuestro pensamientos, porque cortando la entrada al Demonio en ellos, con la ayuda del Espíritu, tenemos mucha parte de la batalla ganada.

Jesús nos promete grades tesoros para nuestro matrimonio y para nuestra vida futura: el Reino de Dios. No hay mayor tesoro que este y para toda una eternidad! Ante la promesa de Jesús para el matrimonio, la reacción de algunos es decir “Bueno, yo a mi ritmo, poco a poco”. Nos preguntamos: Si le tocara la Bonoloto ¿Iban a recoger el premio poco a poco?.

El matrimonio que apuesta por seguirle de verdad, no tienen nada que temer. Es muy sencillo, Cristo nos extiende la mano, nosotros se la cogernos y no la soltamos. El Demonio es muy fuerte, y se siente muy seguro, pero si entra Cristo (que es mucho más fuerte. No olvidemos que el contrario del Demonio es El Arcángel San Miguel. Cristo es infinitamente superior), el Demonio lo tiene todo perdido.

La salvación está en la perseverancia, también en nuestro matrimonio. Cada día vamos cogidos de la mano a escuchar a Jesús, a recibirle…
Parafraseando el Evangelio de hoy, podríamos decir que, el que no está con el esposo (en genérico) siguiendo a Cristo, está contra el esposo siguiendo a el diablo de la mentira, la duda, la división…

Esposos unidos en Jesús cada día, ¡Nada tenemos que temer! Los esposos tenemos la gran gracia de Dios, de ser el uno la ayuda adecuada para el otro, de tal manera que cuando uno cae, el otro repara, intercede… y Cristo sana al cónyuge caído a través de su esposo. Bendito seas por siempre, Señor.

Oramos por el Sínodo de la Familia:
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Esposos audaces. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 5-13

EVANGELIO
Pedid y se os dará

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos:
-«Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
«Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.»
Y, desde dentro, el otro le responde:
«No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.»
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden? »

Palabra del Señor.

Esposos audaces.

Hoy leíamos en el blog de Agueda Rey, una mujer madre de familia que recibió la llamada de la Virgen en Medjugorje, un comentario sobre la oración. La comparaba con la comunicación entre los esposos. Podemos tener la tentación de pensar que no es necesario pedirle a Dios porque Él lo conoce todo. Sería similar a decir que un matrimonio maduro, que se conocen mutuamente después de toda una vida juntos, no tienen que hablar porque ya sabe el uno lo que necesita el otro. Perder la comunicación es perder poco a poco la intimidad de su relación.

En oración buscamos que Dios se nos revele. Compartimos con Dios nuestra intimidad y esperamos que Él nos revele la suya. Y Dios lo va a hacer. El que más nos ama no se va a esconder. La belleza de esta relación, se supera cuando son los esposos juntos los que comparten su intimidad entre ellos hablando con Dios. Es como volver al principio, a la limpieza de la mirada originaria.

Por otro lado, no debemos perder la esperanza de que Dios nos escucha. Comentaba Mons. Munilla la experiencia de un padre que jugaba con su hijo. El niño se lanzaba desde una mesa a los brazos del padre. En un momento dado, el padre se alejó bastante para ver la reacción del niño. Éste se lanzó igualmente. Estaba seguro que su padre le recogería. Si ese hombre siendo un pecador cuenta con esa confianza de su hijo porque sabe que le ama ¿No tendríamos nosotros que tener mucha más confianza en Dios?. Pues no olvidemos lo que dice el catecismo sobre la “audacia filial”: Sabemos que el Padre nos escucha y sabemos que nada hay imposible para Dios. Atrevámonos a ser esposos audaces ante Dios. Aprovechémonos de que tenemos un Padre que es Dios.

Finalmente, observamos cuál es el bien que el Señor propone que le pidamos: Termina el Evangelio diciendo “¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”. Lo mejor que podemos pedir para el esposo (genérico) es que venga a él/ella el Espíritu Santo. Es el mayor bien que podemos hacerle con nuestra oración de intercesión.

Oramos por el Sínodo de la Familia:
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