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El camino de la comunión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 21, 23-27

EVANGELIO
El bautismo de Juan ¿de dónde venía?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
– «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó:
– «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar:
– «Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué no le habéis creído?» Si le decimos «de los hombres», tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.»
Y respondieron a Jesús:
– «No sabemos.»
Él, por su parte, les dijo:
– «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

Palabra del Señor.

El camino de la comunión.

Jesús hace esta pregunta sobre Juan para que se cuestionaran los que le intentaban poner a prueba. En el fondo viene a preguntarles: ¿Actúas buscando tu gloria o la gloria de Dios?.

Mira en cualquier momento, en cualquier acto y pregúntate por tu motivación para hacerlo. ¿Lo haces por ti?, pues Cristo no te revelará su Verdad, ni su Camino. Porque su intimidad no se descubre si buscas tu gloria. A medida que buscas la gloria de Dios, irás entendiendo su Camino, irás descubriendo en tu vida la providencia divina que te encamina hacia Él.

Dice San Juan Pablo II en la catequesis del 19 de enero de 1980 ‘La «afirmación de la persona» no es otra cosa que la acogida del don, la cual, mediante la reciprocidad, crea la comunión de las personas’. Lo que nos hace descubrir qué es ser persona, es acoger todo, como dones que Dios nos ha dado y principalmente al que se refiere en este caso, acoger a nuestro esposo como un don de Dios. Fruto de la reciprocidad de esta acogida, es la comunión.

No descubrirás la belleza de la comunión, si no acoges a tu esposo como un don de Dios. Cristo sólo te revelará sus misterios si eres sincero en tu entrega, en esa búsqueda de la gloria de Dios.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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Cómo eliminar la tristeza. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 6-8. 19-28

EVANGELIO
En medio de vosotros hay uno que no conocéis

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
– «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas:
– «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron:
– «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
– «No lo soy.»
– «¿Eres tú el Profeta?»
Respondió:
– «No.»
Y le dijeron:
– «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
– «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
– «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió:
– «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor.

Cómo eliminar la tristeza.

Dijo el Papa Francisco en el ángelus del segundo domingo de adviento, que la tristeza es tan resistente en nosotros porque en la tristeza uno es el protagonista, mientras que el dejarse conciliar implica desplazarnos a un lado y dejar entrar al Espíritu. Esto es lo que hace Juan: Se aparta a un lado para dejar pasar al Mesías.

Efectivamente, nos gusta regodearnos en las quejas y en la autocompasión porque ahí somos protagonistas. Ambas son signos de vanidad. Sin embargo, la alegría viene de apartarme para dejar que el protagonista de mi vida sea el Espíritu, o dicho de otra forma, apartarme para que el protagonista de mi vida sea mi esposo/a, porque en él/ella reside el Espíritu y porque por nuestro sacramento me santifico (llego a Dios) en mi entrega a él/ella.

Dice San Juan Pablo II en la catequesis del 19 de enero de 1980 refiriéndose al Génesis en el momento de la creación de la mujer: “Así, el hombre, en el primer encuentro beatificante, encuentra de nuevo a la mujer, y ella le encuentra a él. De este modo, él la acoge interiormente; la acoge tal como el creador la ha querido «por sí misma», como ha sido constituida en el misterio de la imagen de Dios a través de su feminidad; y recíprocamente, ella le acoge del mismo modo, tal como el creador le ha querido «por sí mismo» y le ha constituido mediante su masculinidad.”

Dice también en esta catequesis, que para que este encuentro se produzca de esta manera, es necesario del autodominio, es decir, liberarse de nuestros prejuicios o juicios del uno para el otro, y estar dispuestos a recibir por revelación de Dios en la oración, la imagen verdadera de quién es mi esposo/a, su verdad, para encontrarme con ella y acogerle interiormente tal como el creador le ha querido “por sí mismo”.

Pidamos a María, que en este adviento seamos capaces de hacernos a un lado, de apartar todo lo que ponemos de nosotros mismos, apartar la tristeza que queremos ver en nuestra relación, para acoger la alegría que Dios pone en nuestros esposos y en nuestro matrimonio.

Oramos por el sínodo de la familia:
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Increíbles, las sorpresas de tu vocación. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11,11-15

EVANGELIO
No ha nacido uno más grande que Juan, el Bautista

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
-«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

Palabra del Señor.

Increíbles, las sorpresas de tu vocación.

El Evangelio de hoy, subraya una idea que venimos comentando desde hace unos días. La enorme importancia de la vocación.
Jesús dice de Juan que no hay nacido de mujer más grande que él. Tanto es así, que no hay ningún otro ser humano (salvando a la Santísima Virgen), del que se celebre el día de su nacimiento. Su misión estaba escrita. Dice Zacarías en esa preciosa oración del Bendictus que rezamos en la liturgia de las horas: (refiriéndose a Juan) “Y a ti, niño, te llamarán profeta del altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de sus pecados.”

Juan es el hombre más grande nacido de mujer, no por él mismo, sino por la misión que se le ha encomendado (su vocación) y por su sí, por ser fiel a esa llamada de Dios.

Los esposos, al igual que Juan (siempre dan cierto vértigo las comparaciones con santos de este calibre), tenemos una misión que consiste en preparar los caminos del Señor, ir delante de Él, porque Él nos envía en Su nombre. Preparar Sus caminos, es prepararnos para ser un matrimonio santo que acoge al Señor. Nuestra manera de anunciarle, es con el testimonio de un matrimonio a imagen de Él como el Esposo, que se ama con Su amor.

Y a pesar del vértigo que mencionábamos, hasta el más pequeño del cielo es más grande que Juan, porque el día en que el Espíritu nos plenifique, ese día no habrá nada ni nadie más grande en todo el mundo que tú y que yo. No te lo pierdas. Déjate llevar por Él, te espera una vida de hermosas e increíbles sorpresas.

Por nuestra parte, qué deciros, que estamos muy enamorados de nuestra vocación. Damos gracias a Dios por tan hermosísima misión.

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¿De qué está hecho tu yugo? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 28-30

EVANGELIO
Venid a mí todos los que estáis cansados

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
– «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor.

¿De qué está hecho tu yugo?

Que nos hablen de un yugo que hay que cargar, no es una imagen apetecible. En un prematrimonial planteaban a los novios el matrimonio como un yugo, y por muchas palabras bonitas que ponían alrededor, una pareja de amigos nuestros salió de la charla un tanto afectados por la comparación.

Bien visto, el yugo ayuda a las parejas de animales que aran el campo, a compartir su carga y a ir más sincronizados. Claro que si no quieres dedicar tu vida a sembrar, si no estás dispuesto a compartir tus esfuerzos con tu esposo/a y tampoco estás dispuesto a compartir los suyos, el yugo es o más bien aparenta ser, una carga.

Si nuestro cónyuge es un yugo insoportable en ocasiones es porque mi corazón necesita una conversión entendiendo y viviendo el «yugo» como nuestro Señor Jesucristo, pues el yugo del Señor consiste en cargar con el peso de nuestro esposo/a, con amor, ser uno en su cruz, como María lo fue con Cristo.
Los esposos estamos llamados a vivir la cruz con la misma caridad que Cristo. No se trata de hacer mi propia cruz y allí invitar A Cristo, sino entender que Cristo está con mi esposo/a, en su cruz.

¡Conviértete en descanso y consuelo para tu esposo/a!, sé su auxilio, con actitud mansa y humilde, a imitación de nuestro Maestro.

Podríamos hablar de dos tipos de yugo. El que se lleva forzado, como prisionero de algo ineludible, o el que se lleva con ilusión y con ánimo porque es la manera de construir, de vivir con la satisfacción del deber cumplido, de sentirse apoyado y apoyarse, etc.

Hay quien vive su matrimonio como una carga que no tiene más remedio que soportar (en el mejor de los casos), y hay quien descubre en el matrimonio el tesoro de vivir una vida plena, llena, con sentido, gratificante, que te eleva a Dios: Construyen juntos, apoyándose en las diferencias de uno y otro, se consideran mutuamente como un don de Dios, saben que no se aman con su amor sino que tienen que poner al Señor en medio de ellos para que les una, dan vida a su alrededor desde esta comunión, crecen cada día enseñándose y animándose mutuamente, sus cargas se hacen más livianas porque se animan entre ellos y las llevan juntos…

Vivirlo así, solo depende de vuestra decisión. Entonces, el yugo de esposos, como el de Cristo Esposo, se vuelve apetecible, ya no se entiende la vida sin él.

Alabado sea el Señor, que comparte su yugo con nosotros.

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El valor de un esposo pecador. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 18, 12-14

EVANGELIO
Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

Palabra del Señor.

El valor de un esposo pecador.

Jesús nos muestra Su corazón. El amor que ama está dispuesto a sufrir por el amado. El amor está unido al sufrimiento. Cuando uno ama busca el interés del amado. El que ama busca salvar al esposo/a sin mirarse a sí mismo, mirando sólo el bien del otro.

Sí, ya lo sabemos. Tu esposo/a es un/a pecador/a. Pero hoy debemos tomar conciencia del valor del esposo a pesar de su pecado. Cristo, el buen Pastor, es alguien a quien hace unos días San Juan Bautista decía que no merecía ni desatarle las correas de las sandalias (labor que realizaban los esclavos de la época). Ese del que no merezco ni ser esclavo suyo, dejaría y dejó todo por ir a rescatarle. ¡Qué inmenso valor! ¡Que inmensa dignidad tiene mi esposo/a!.

Y cuando se encuentra con él/ella, no le regaña, no le castiga, no le recrimina nada. Se alegra más por él/ella que por mí, si en esta circunstancia no me he desviado. Solemos presumir de que somos mejores. Suele dolernos que nos consideren peores. No aceptamos nuestra culpabilidad, sin embargo el Señor, te hace una fiesta si eres culpable y te encuentra.

¿Por qué no nos planteamos los esposos otra manera de reconciliarnos? ¿Por qué no abandonamos la excusa y la soberbia de no reconocer nuestras debilidades? ¿Es que no queremos la fiesta del Señor? ¿Es que no somos capaces de acompañar al Señor en su alegría cuando encuentra perdido a nuestro esposo/a?

Alegrémonos con Él. Habrá más alegría en el cielo por mi esposo/a caído que por 99 justos.

Bendita justicia de Dios. Bendita misericordia del Salvador. Bendito esposo/a débil y perdido. El diálogo entre esposos es: Tú te desnudas ante mí y yo me descalzo ante terreno sagrado. Qué maravilla vivir esta experiencia en nuestro matrimonio.

Oramos por el sínodo de la familia:
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