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Colocarse en sintonía. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 7-15

EVANGELIO
Vosotros rezad así

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seas como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:
«Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.»
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Palabra del Señor.

Colocarse en sintonía.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La oración verdadera da frutos de una relación que nos une al Padre y al esposo. La experiencia de Dios como Padre, es fundamento de la comunión. Nos descubre la conciencia de pertenecer a una gran familia.

Rezar al Padre y entrar en la intimidad con Él, es también colocarse en sintonía con los gritos de nuestro esposo. Sabemos que sólo Él nos puede hacer uno. A Él estamos llamados a ir juntos.

Analizamos la oración que el Señor nos enseña.

Primero tres peticiones: el Nombre, el Reino y la Voluntad. Como venimos diciendo, para poder amarnos entre los esposos, es necesario reconocer primero el Amor del Padre: En esta primera parte del Padrenuestro, le pedimos para que restaure nuestra relación con Él. Para ello pedimos la santificación del Nombre de Dios, que sea reconocido su Nombre; la venida del Reino, que se instauren sus leyes entre nosotros; y el cumplimiento de Su Voluntad, que nos dirige hacia la verdad. El Nombre, el Reino y la Voluntad son los tres ejes que restauran el amor de hijos a un Dios que es Padre.

Esta relación renovada con Dios, se vuelve visible en la relación renovada entre los esposos que, a su vez, es objeto de cuatro peticiones más: el pan de cada día, el perdón de las deudas, el no caer en la tentación y la liberación del Mal. Las cuatro peticiones por la causa del prójimo: Pan, Perdón, Victoria y Libertad:

– La petición del «Pan de cada día»: Recuerda el maná de cada día en el desierto, el maná era una “prueba» para que acumulasen comida sólo para un día como señal de fe en la providencia divina. Jesús invita a realizar un nuevo éxodo, Él mismo se hace pan para que nos sea posible salir del mundo y cruzar nuestro desierto. Pedimos al Padre que dé a nuestro matrimonio lo necesario para vivirlo hoy.
– La petición de «perdón por las deudas como también perdonamos a los que nos ofenden»: Es una llamada a deshacer las heridas de mi corazón para poder empezar de cero después de cada ofensa. Al acabar el día, todo queda perdonado entre nosotros. Dios nos ha perdonado y nosotros también. A la mañana siguiente empezamos un matrimonio nuevo, limpio.
– La petición de «no caer en la tentación»: Somos débiles pero Jesús nos llama a seguirle en el desierto donde fue tentado y venció. Sabemos que necesitamos su fuerza para mantenernos firmes a nuestro compromiso matrimonial.
– Liberación del mal: el mal es Satanás, que trata de desviarnos del rumbo del Reino, indicado por Jesús. Tentó a Jesús para que abandonara el Proyecto del Padre y fuera el mesías que esperaban los fariseos y los escribas. Jesús vence al Maligno y hace posible que vivamos nuestro Proyecto de Amor Conyugal.

Esposos, ¡Amén!. Así sea.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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Seducidos en el desierto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 1, 12-15

EVANGELIO
Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
-«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Palabra del Señor.

Seducidos en el desierto.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“El Espíritu empujó a Jesús al desierto”.

Reflexionemos sobre ese verbo “empujó”: ¿Te has preguntado qué te empuja a ti en la vida? ¿Qué te empuja a hacer lo que haces?
En algunas situaciones podemos actuar “empujados por la ira” o “empujados por la vanidad” o por el capricho, o la tristeza, o la desesperanza, o el deseo, el miedo… ¿Qué te empuja a hacer lo que haces?.

Piensa en esta mañana, o en la de ayer. ¿Qué te empujó a levantarte? ¿Y a asearte? ¿Y a cada cosa que hiciste durante el día?.

Claro que, para ser empujado por el Espíritu, hay que conocerle y experimentarlo, y eso es posible después de horas de intimidad con el Señor. Si el Espíritu Santo empuja al Señor al desierto ¿No lo hará con nosotros? Él no necesitaba purificarse y sin embargo fue llevado a dejarse tentar por Satanás.

Debemos ser tentados por Satanás. Como dice el Papa Francisco: “también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del Mal no quiere nuestra santidad”.
Por tanto, la primera pregunta es ¿Quieres ser santo? Porque si no, Satanás ha ganado la batalla antes de empezarla.

Después, tenemos que conocer al enemigo. El Papa nos lo explica muy claro para que podamos detectar las tentaciones: “¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, intenta ser comunitaria. Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de abril de 2014, en Santa Marta).

Tengo que dejarme tentar por Satanás, sin miedo, con la convicción de que triunfará el bien. Los ángeles del Señor nos sirven. Tenemos la gracia de Cristo que nos salva. Nada nos separará de Él. Puede que caigamos, pero si recurrimos a Él, Él es más fuerte. Si vivimos según el Espíritu, ocurrirá como con la carne de Cristo, nos resucitará de la muerte del pecado. Convertir a nuestro esposo de enemigo natural en aliado espiritual.

Reflexionemos ahora sobre dónde le empuja: Al desierto.
¿Por qué a ese lugar tan emblemático en la Biblia? Porque es el lugar del desprendimiento y del silencio. El lugar idóneo para un encuentro espiritual. Como expresa el profeta Oseas: «Por eso, yo voy a seducirla y la llevaré al desierto -dice el Señor- y le hablaré al corazón… y allí cantará como cantaba en los días de su juventud» (Os 2, 16-17). Dios lleva a su Esposa al desierto para seducirnos, para hablarnos al corazón. Allí le cantaremos.

Nos introducimos en el desierto de la cuaresma, para dejarnos seducir por Dios, para que nos hable al corazón, para cantarle el domingo de Resurrección. Una de las tentaciones puede ser, vivirla separados de nuestro esposo. Vivamos esta travesía juntos. Oración, ayuno, penitencia, limosna… Purifiquemos estos días nuestra mirada, apartemos todo el ruido y vistámonos de blanco, en silencio, para recibir juntos al Esposo que se entrega para redimir nuestra unión.

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Me he dicho que no. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 22-25

EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
– «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»

Palabra del Señor.

Me he dicho que no.

Jesús se implica con nosotros, se encarna, nos acompaña en nuestros sufrimientos y se entrega hasta el extremo. Nos pregunta el Papa Francisco, si somos conscientes de que todos pertenecemos a un solo Cuerpo, que quiere entregarse. El de Cristo. Nos dejamos servir por Él en la Eucaristía, en nuestro Sacramento del Matrimonio… para ahora tener la capacidad de servir.

Nuestro servicio a la comunidad se realiza principalmente desde nuestra vocación al matrimonio. Los esposos somos muy distintos, pero mediante la sumisión entre nosotros y a Dios, podemos tener un proyecto común. Podemos coincidir totalmente en nuestras prioridades, intereses y en nuestros gustos. ¿Cómo? Siendo uno con Cristo, formando parte de un mismo Cuerpo. Haciendo coincidir nuestro camino con el Suyo. Viviendo en Él.

Jesús nos explica los tres pasos:

1- Negarme a mí mismo. Qué descriptivo: ‘qué se NIEGUE a sí mismo’. Si no estoy dispuesto a aceptar ser marginado, el culpable… no estaré preparado para coger mi cruz.
2- Coger mi cruz de cada día. Aceptar nuestras dificultades como voluntad de Dios. Siempre será para mejor. Pero no te asustes: Cristo ya llevó nuestra cruz. Con nosotros comparte la cruz de cada día, no la de ayer ni la de antes de ayer. Levántate alegre cada mañana porque anoche pediste perdón y ya no tienes cruz.
Una vez hecho esto, estoy preparado para…
3- Seguirle en Su camino.

Seguir al Esposo en un matrimonio en el que tenemos que padecer sufrimientos por amor. Tenemos que esforzarnos por superar las dificultades, pero ser conscientes de que la solución no viene de un pacto o un diálogo… Nosotros seguimos los tres pasos y Él nos resucita. Sean los que sean nuestros esfuerzos, no podemos cambiarnos a nosotros mismos y menos aún al esposo. Sólo desde una relación de amor con Dios, dejando a un lado nuestros criterios, aceptando su voluntad y siguiéndole, Él puede terminar con nuestros defectos, heridas y limitaciones en el orden del amor. Nuestras fuerzas tienen límites pero no el Amor de Dios.

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La tensión interior. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 1-6.16-18

EVANGELIO
Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Palabra del Señor

La tensión interior.

Jesús nos habla de adorar a Dios en Espíritu y en Verdad. No puede haber falsedad en nuestra relación con Dios, Él conoce todos los rincones de nuestro corazón.

Una intimidad similar destaca en la relación matrimonial, frente a cualquier otro tipo de relación humana. Entre los esposos hay o debería haber tanta confianza que no hubiese engaños. En otros entornos, todos “somos” aparentemente pacientes, comprensivos, serviciales… , pero en el matrimonio, nos relajamos y… dejamos de esforzarnos por aparentar. ¿No es a esta actitud a la que Jesús llama hipocresía en el Evangelio de hoy? Actuar correctamente supuestamente por amor, para ser vistos. Por otro lado, es evidente que no es lo mismo esforzarse en un espacio de tiempo corto, que a lo largo de todo el día todos, los días. Necesitamos relajarnos y descansar. Por eso, tendríamos que ir evolucionando de manera que poco a poco amásemos a nuestros esposos en espíritu y en verdad, y no artificialmente y forzados. Para ello necesitamos una transformación del corazón, una conversión. Justamente lo que se nos propone hacer en Cuaresma: Conviértete y cree en el Evangelio del matrimonio.

San Juan Pablo II dice que ‘la pureza de corazón, de la que habló Cristo en el sermón de la montaña— se realiza precisamente en la «vida según el Espíritu».’
En la medida que vamos viviendo “según el Espíritu”, nos irá haciendo pacientes, comprensivos, serviciales… porque, según dice también él «La carne tiene tendencias contrarias a las del Espíritu, y el Espíritu tendencias contrarias a las de la carne». Existe una tensión en el interior del hombre, en su corazón.

Es la lucha interna que mantiene ‘no sólo al hombre «exterior», sino también al hombre «interiormente» sometido al «mundo», en cierto sentido, cerrado en el ámbito de esos valores que sólo pertenecen al mundo y de esos fines que (el mundo) es capaz de imponer al hombre’ (San Juan Pablo). El tiempo de cuaresma que empezamos hoy, es una oportunidad para reflexionar sobre todo esto y para esforzarnos en no dejarnos dominar por las cosas del mundo, a través la oración, el ayuno, la abstinencia y la limosna. El autodominio del hombre, le llevará a ser capaz de vivir la verdad del matrimonio según el Espíritu.

Los verdaderos adoradores son los que aman en espíritu y en verdad. La verdad del amor es la plenitud de una comunión humana. Amar en espíritu es haber recibido en el matrimonio el mismo amor de Dios. De esta forma todo amor queda consagrado y todo él nos dirige hacia la meta, hacia el Padre.

Adoremos a Dios en espíritu y en verdad amándonos en nuestro matrimonio con un amor de comunión, esto es vivir en el Padre, en santidad conyugal. Dios te lo pagará.

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Lo técnico y los tiempos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 14-21

EVANGELIO
Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»
Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús: – «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron: -«Doce.» -« ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron: -«Siete.»
Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

Palabra del Señor.

Lo técnico y los tiempos.

Habitualmente nos pasamos la vida resolviendo temas técnicos. Problemas de la vida que van surgiendo y que hay que solventar. Y así pasa la vida, sin pena ni gloria. “Teniendo ojos no veis y oídos, no oís”. La levadura de los fariseos, era la que crecía ante sus ojos y no les permitía ver la verdad ante ellos, cegados por su vanidad.
Jesús nos enseña hoy a mirar con más profundidad. Los tiempos son muy importantes. En nuestra vida hay una serie de etapas que cubrir y en cada una de ellas tenemos una meta que alcanzar. La vida es para llegar a Dios, y eso no se consigue de hoy para mañana. ¿En qué etapa estás o estáis?. Hay un tiempo de despertar de la fe, otro de discernimiento de la vocación, otro de maduración de la fe, otro de integración de la fe en la vida… También en pareja, hay un tiempo de enamoramiento, otro de noviazgo, otro de maduración del amor, otro de integración de la fe y el amor…

En qué tiempo vives y cuál es tu próxima meta, son dos preguntas importantes que tenemos que hacernos en nuestra oración y meditación. El matrimonio es un tiempo que lo aglutina todo, porque recoge lo heredado de nuestros antecesores (nuestros genes traerán algo de nuestros primeros padres), se vive la experiencia de la donación y participamos así también de la primera unión originaria y se abre a un futuro incierto al pro-crear una vida que da continuidad a la nuestra o genera un amor que crece y se desborda hacia nuestro entorno social.

Lo heredado no es nuestro, lo que vivimos nos supera y nos desborda y el futuro es totalmente incierto. Cuando te llenas de tus propios criterios, de prejuicios, de ocupaciones o preocupaciones, o pones tu seguridad en las cosas pasajeras, introduces en tu interior la levadura de los fariseos que nos impide ver. El objetivo es todo lo contrario, vaciarte para llegar a ver a Dios en todo, entonces, volveremos a Él en nuestra vida.

Oramos por el sínodo de la familia:
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