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Mártires por el matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 14, 1-12

EVANGELIO
Herodes mandó decapitar a Juan y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
– «Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él. »
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
– «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

Palabra del Señor.

Mártires por el matrimonio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

No es casualidad que el precursor de Cristo fuese el primer mártir por la defensa del matrimonio, lo que le llevó a la santidad. Él se convierte en una víctima fecunda para nuestra alianza, prefiguración de la muerte redentora de Cristo, para la eterna Alianza.

A San Juan Bautista, primer mártir por la defensa del matrimonio, le siguieron otros: san Vistano (849), Santo Tomás Moro y San Juan Fisher (1535), beato Ricardo Bere (1537), beatos Eduardo Powell, Ricardo Featherstone y Tomás Abel (1540), beata Margarita Pole (1541), San David Galván (1915), Beato Otón Neururer, presbítero y mártir (1940)…
(Por si tenéis curiosidad y queréis leer sobre ellos http://www.obispadoalcala.org/endefensadelmatrimonio.html)

¿Qué importancia tendrá el matrimonio para que merezca la pena defenderlo con la vida y que el muera por defenderlo sea proclamado santo? Y sin embargo ¿Cómo podemos vivir hoy con tanta naturalidad los divorcios que se producen a nuestro alrededor?.

El Evangelio de hoy desvela claramente dos actitudes bien distintas: La cobardía de Herodes, hombre infecundo (preso de sus apetencias, esclavo de su imagen y sus miedos), ante la valentía de san Juan Bautista (hombre de Dios, libre, rey de sí mismo y de sus impulsos).

A veces, como Herodes, queremos acallar la Verdad de Dios. Los frutos de no vivir en la Verdad, son esa cadena de destrucción, dolor y miedo. Por el contrario, hay infinidad de frutos que nacen de caminar en el Evangelio. La valentía que hoy vemos en Juan, es uno de esos frutos. Una valentía ordenada a un bien común, a buscar el bien de otros y no el propio. Se trata de iluminar la verdad del amor, por amor, denunciar la mentira sin juicios personales, aunque nos juguemos que nos insulten, nos juzguen, o nos arresten… como a Juan. Así lo hiciste Tú, Jesús. Así lo hizo el mayor hombre aquí en la tierra nacido de mujer (eso dijiste, Tú Señor, de Juan).

Pues Juan el Bautista es un ejemplo, especialmente hoy en esta sociedad, que está destruyendo la familia y el amor hermoso, con el beneplácito de la opinión pública. Ya incluso se celebra. Cuando llega la noticia del divorcio de un matrimonio, vemos reacciones de sorpresa y de cotilleo, incluso algunos aplauden la decisión, pero no hay reacciones de dolor, de profundo dolor. Se ha destruido una fuente de amor, de bien, de alegría, de paz. También hoy, los abusos legislativos que etiquetan como «matrimonio» vivencias afectivas variopintas, deforman el rostro del amor conyugal, hasta hacerlo irreconocible para muchos. Hoy urge la defensa y el anuncio de la Verdad sobre el matrimonio, la belleza, la buena noticia del Matrimonio.

«Haced que vuestra acción se inserte armoniosamente en un redescubrimiento global de la belleza de la “verdad sobre el matrimonio” —la verdad del “principio”—, que Jesús nos enseñó plenamente y que el Espíritu Santo nos recuerda continuamente en el hoy de la Iglesia» (San Juan Pablo II, Discurso a los prelados auditores, oficiales y colaboradores del Tribunal de la Rota romana, 27 de enero de 2007).

Ante esto, los matrimonios cristianos, nos convertimos en «mártires» (en griego, mártir significa «testigo»). Todos debemos estar dispuestos, por amor a Cristo y su Iglesia, a ser mártires, testigos del Evangelio: primero con nuestro esposo y después por nuestros hijos, y después ante el mundo. Debemos estar dispuestos a entregar nuestra vida por nuestro esposo en las cosas sencillas de cada día, para ganarla.

Hoy necesitamos valientes en Cristo por defender la verdad sobre el matrimonio y la familia. ¿Con quién me identifico? ¿Con Herodes (opinión pública) o con Juan (mártir por la verdad)?

Gritemos bien alto: ¡Viva el matrimonio! ¡Vivan los esposos! ¡Viva la familia!

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

¿Creéis que os salvará? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 11, 19-27

EVANGELIO
Creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
-«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo:
-«Tu hermano resucitará.»
Marta respondió:
-«Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice:
-«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó:
-«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Palabra del Señor.

¿Creéis que os salvará?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Muchos dicen que si Dios existiese, no permitiría la muerte y el sufrimiento de tantos. La cuestión es completamente al revés: Cuando ocurre una desgracia es cuando se pone a prueba nuestra fe, para demostrar que realmente creemos en Dios y así dar testimonio de Él. Santiago 2, 19 “Tú crees que hay un solo Dios; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan”. También el Diablo cree en Dios, sabe de su existencia, pero no tiene su confianza puesta en Él.

Creer en Él, es creer en Su Palabra, que “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, argüir, encaminar e instruir en la justicia, con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda clase de obras buenas» (2 Timoteo 3, 16-17). Creer en Él es “Hacer lo que Él os diga”.

Cristo permite que su amigo Lázaro muera, y sufre por ello junto a sus familiares. ¿Por qué era necesario que Lázaro muriera? Para poder hacerle a María esa pregunta: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”.

Ante cualquier desgracia, dolor o sufrimiento, tenemos que hacernos esta pregunta. Es el momento de la fe. Después, una vez puesta nuestra confianza en Dios, una vez que estamos seguros de que es Él quien salva, viene el sobreabundancia de Dios.

Nuestro matrimonio no es como debería ser. Hemos metido la pata hasta el fondo. Nos hemos hecho daño, en nuestra historia conyugal hay egoísmos, un orgullo feroz, ira, faltas de confianza… Si el Señor hubiera estado en medio, nada de esto habría ocurrido. Es el momento de volver a preguntarnos ¿Creemos que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida?. ¡Sí!. Él resucitará nuestro matrimonio. Lo irá haciendo cada vez más grande. No nos cabe ninguna duda.

Como dice San Juan Pablo II (audiencia 6/04/83) “todos los cristianos, están llamados a ser como él, los justos que sufren manteniéndose en la certeza de la fe y de la esperanza, y precisamente por este camino están en su puesto, cumplen su misión en la gran dialéctica histórica: son, con Cristo y por Cristo, fuerza de regeneración, fermento de vida nueva.”

Por eso Señor, sabemos que seguirás revelándonos la belleza del matrimonio, que iremos participando cada vez más de la mirada del Creador, que cada vez sentiremos menos vergüenza al mirarnos con todas nuestras miserias, sabemos que cada vez nos iremos conociendo más, y que haremos lo que te agrada, que aprenderemos a apoyarnos el uno en los dones del otro, a ser la ayuda adecuada el uno del otro, que cada vez viviremos menos según nuestros criterios y más según los Tuyos… Sabemos que el reino de Dios está cerca en nuestra unión.

Sabemos todo esto, porque creemos que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

La serenidad que buscas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 30-34

EVANGELIO
Andaban como ovejas sin pastor

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
-«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. »
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Palabra del Señor.

La serenidad que buscas.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Si pudiésemos elegir qué es lo que más falta en la sociedad en que vivimos, en la gente de nuestro alrededor, diríamos que falta “serenidad Interior”. En nuestro mundo, todos se presionan unos a otros. La gente vive nerviosa, a la que salta por cualquier tontería.

San Juan Pablo II explica que el hombre se deja arrastrar por la pasión buscando su satisfacción, pero no la alcanza la fuente de la paz interior. Tiene experiencias superficilaes, pero no interiores. Es como que la satisfacción sólo llega “por fuera” y no “por dentro”, en lo más profundo y sincero de nosotros mismos. ¿No habéis tenido esta experiencia? ¿Diversión y vacío interior?.

Hoy el Señor nos habla sobre el descanso. Observemos qué hace, y aprendamos de Él: Selecciona al grupo de los apóstoles más íntimos, y les invita a ir con Él a un sitio tranquilo y apartado. Sencillo ¿no?. Nos jugamos mucho por falta de algo que se consigue con estos dos pasos que nos enseña hoy Jesús: Coge a tu esposo y dile que se vaya contigo a un sitio apartado a descansar, con el Señor. Tiene que ser con Dios, como dice San Juan Pablo II: “Incluso desde la intimidad del encuentro con el otro, se abre la urgencia de una intervención de lo Alto, que salve al hombre de un dramático, y por otra parte, inevitable, fracaso”. Todos tenemos experiencia de haber fracasado en nuestra relación, porque nuestro diálogo no es suficiente ni es la solución. Necesitamos coger el Evangelio, la Palabra con que Él nos enseña con calma. Hablad de lo que habéis experimentado, en presencia del Señor. Poco a poco, el descanso interior irá creciendo en nosotros. ¡Garantizado!.

Muchos esposos no dedican tiempo a orar juntos, porque dicen que llegan cansados al final del día. ¡Hay tantas cosas que hacer! Que no nos dejan tiempo ni para comer. Precisamente, el Señor propone como solución al cansancio que nos vayamos juntos con Él a un lugar apartado. En esos ratos, Él nos enseña con calma, para que no vayamos por la vida como ovejas sin pastor. No podemos enseñar lo que no tenemos. No podemos enseñar a amar, si el Maestro del amor no nos ha enseñado primero.

Así lo expresaba la beata Teresa de Calcuta: “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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Las batallas de tu casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 34-11, 1

EVANGELIO
No he venido sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 34-11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro. »
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor.

Las batallas de tu casa.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cuando no reina el Señor en nuestro matrimonio y en nuestra familia, si no que reinamos nosotros mismos, vienen los conflictos. Queremos tener razón, imponer nuestros criterios y entonces los enemigos de cada uno son los de su propia casa: El esposo de la esposa, el hermano del hermano, el hijo del padre y padre del hijo… Cristo ha venido a enfrentarnos contra todo aquello que no es amor, para que centremos nuestra mirada en el Amor.

El desorden del pecado, la concupiscencia nos hace sordos a la llamada del amor. Nos presenta el cuerpo como lugar de placer o de dominio sobre el otro. El remedio es un proceso de sanación, el itinerario de Caná, que decía el Papa Francisco. El sacramento del matrimonio introduce a los esposos en este proceso que ayuda a reintegrar todos los impulsos y deseos desordenados. San Juan Pablo II hablaba de una mutua educación entre el hombre y la mujer ¡Qué hermosa imagen del matrimonio!. En esta educación entra la totalidad de la persona y su vocación al amor.

Así, cuando reinas Tú, Señor nos animas a perder o entregar nuestra vida, es decir, a ser buenos esposos. Renunciamos a nuestros egoísmos, intereses propios, nuestras humanas razones… por amar como Tú a mi esposo, así reina Tu Paz en nuestro matrimonio. Una vida que sólo merece la pena vivirla cuando se entrega, porque el que no coge su cruz y te sigue, no es digno de Ti.

Señor, por amor a Ti, recibo a mi esposo en lo que me dice, en lo que hace, en lo que es, porque sé que en nuestra unión reinas Tú. El que recibe al esposo que Tú le has dado, te recibe a Ti y recibe al que te ha enviado.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:

Oración a la Santa Familia

Los esposos que Le tocan. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 18-26

EVANGELIO
Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, y vivirá

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo:
-«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos.
Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
-«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
-«¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor.

Los esposos que Le tocan.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Ante la persona que sufre, Jesús va a dar lo que tiene. Lo que el Padre le ha dado: Su amor misericordioso. Uno se le acerca de frente y se arrodilla ante Él, la otra se acerca sigilosamente, por la espalda. Y Jesús hace el milagro para ambos, da igual la forma, lo importante es que nos acerquemos con fe. A veces creemos que no es posible. La emorroisa llevaba 12 años buscando una solución, pero creyó y le tocó el manto.

Observamos también que, alrededor de la niña muerta, había un gran alboroto. Un alma muerta, siempre está rodeada de alboroto, porque no soporta el silencio. Antes de hacer el milagro, Jesús echa fuera todos aquellos alborotadores, y el lugar queda en silencio. Es en el silencio, con Jesús, donde se produce el gran milagro. Necesitamos ratos de silencio, apartar de nuestro alrededor todo el ruido, la agitación y el activismo de nuestra vida, para que Jesús pueda cogernos de la mano y llevarnos por el camino adecuado.

El Esposo que nos hace uno a mi esposo y a mi con Él. Nos lleva al desierto para purificarnos, crecer, unirnos… caminado tras de Él, por ese desierto entre dificultades, pruebas, batallas… Pero también gozos, alegrías, luces… Jesús, confiamos en ti.

Dios hace la obra de unión, contando con nuestra libertad y pidiendonos que nos pongamos en juego, en camino. Tenemos que acercarnos a Él cada día con nuestro Sí, con nuestra incapacidad pero sabiendo que es Dios el que une:
No es más milagro resucitar a un muerto o curar doce años de flujos de sangre. Cuando Dios nos une, no realiza una obra sencilla, sino en extremo difícil, más aun que la separación del mar rojo. Al separar las aguas, obra Dios sobre elementos pasivos, dóciles a su voluntad, mientras la unión del hombre y la mujer ha de contar con sus libertades.

Tú Señor garantizas la solidez del Amor. Creemos en el poder que nos ofreces: “Lo que Dios ha unido” Puedes decir esto porque eres quien eres. Es ahí donde se funda la consistencia de un Amor para toda la vida, un Amor verdadero.

El matrimonio es un camino de toda una vida y la unidad de la alianza se fragua en el tiempo, siguiendo a Jesús: nos llamas, nos sacas de los extravíos, nos lo perdonas, nos conduces por un desierto sin dejarnos, bendiciéndonos, dirigiéndonos a la Tierra prometida hasta Ti.

Gracias Señor por mostrarnos cada día nuevas claves del misterio del matrimonio a través del Evangelio. Gracias por venir a nosotros en la Eucaristía. Eres Tú el que vienes a nosotros y nos dices: ¡Animo, esposos! Vuestra fe os ha curado.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/