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Descanso del cuerpo y del alma. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 14, 1-6

EVANGELIO
Si a uno se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca, aunque sea sábado?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1-6
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó:
-«¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
-«Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.

Palabra del Señor.

Descanso del cuerpo y del alma.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor debe estar por encima del descanso. La principal brecha que se abre entre los esposos proviene de la falta de tiempo para dedicarse el uno al otro. Y es que hay una ley que se impone al amor: “necesito descansar”. Pero ¿Estamos seguros de que el mejor descanso es ver la tele?. No parece que sea una de las técnicas de relajación mejor reconocida.

Necesitamos descansar el cuerpo, pero el alma necesita aún más descanso si cabe. Jesús dice “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Quizás no sirva decirlo, pero nuestra experiencia es que nada descansa tanto como orar juntos. Estamos seguros de que hablar con el esposo relajadamente sobre Dios, nuestra verdad, etc. nos ayuda a descansar el uno en el otro y ambos en Dios. Una vez que nos habituamos, es el momento más deseado del día.

El cansancio también nos afecta con los hijos, porque educar no es difícil, es cansado. Podemos hacernos los remolones mientras nuestros hijos se pierden. En función de la edad, pueden ser más o menos inocentes, pero el pecado reside en ellos: Vemos su egoísmo, quizás les vemos disfrutar quitándole el juguete a otro niño para hacerle rabiar… La niña que empieza a querer ser mujer y anda entre vanidades, los adolescentes entrando en los pecados de adultos… En fin que los padres tenemos mucho que hacer, y por comodidad podemos estar mirando para otro lado.

Dios nos ha dado autoridad sobre nuestros hijos para que les saquemos del pozo cuando caigan. Podemos hacer dejación de nuestras responsabilidades si no intervenimos porque estamos cansados, por estar tranquilos y por no provocar “malos rollos”. Es doloroso cuando descubres que tu hijo ha caído al pozo y tienes además que llamarle la atención.

Mortifiquemos nuestro descanso y nuestras comodidades egoístas y encontraremos el descanso de la paz interior. Cuando unos esposos se unen en la Caridad, hay entre ellos intercambio y abundancia de bienes espirituales incesantes. ¡Somos esposos que descansan en Cristo!

Oramos con el salmo por los frutos del sínodo de la familia.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.

Esposos sin miedo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 13, 31-35

EVANGELIO
No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle:
-«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Él contestó:
-«ld a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término.» Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor.» »

Palabra del Señor.

Esposos sin miedo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús se había sometido voluntariamente a las autoridades de este mundo. Sin embargo, el poder de Herodes no amedranta a Jesús, pues Su vida no está sujeta a la voluntad de Herodes, por mucho poder que tenga. Él declara abiertamente su intención de continuar con la misión encomendada por el Padre; sabe que nada nos separará del amor de Dios.

Dios quiere hacernos matrimonios santos, y lo va a hacer.

La pregunta de hoy para los esposos nos la hace San Pablo en la primera lectura (Romanos 8, 31-39): ¿Quién nos podrá separar del amor de Dios?. Si todo el recorrido en nuestra vida matrimonial consiste en que se transforme nuestro amor en Caridad Conyugal, que no es otra cosa que amarnos con el Amor de Dios entre los esposos.

Dice San Pablo: “Si Dios está con nosotros ¿Quién estará contra nosotros?” Y sigue con argumentos como, el que entregó a Su Hijo ¿No nos lo dará todo?. Por tanto, ¿Qué duda tenemos de que Dios nos hará matrimonios santos?. Solamente falta que le tengamos como prioridad en nuestra vida y en nuestro matrimonio, y Él hará el resto.

No obstante hay una condición previa: “Si Dios está con nosotros…” Solamente tengo un enemigo: Yo. En mi libertad puedo impedir que se cumpla la voluntad de Dios para mí. Él está constantemente con nosotros curando y echando demonios, y envía también mediaciones todos los días. No las rechacemos como el pueblo de Israel (“que matas a los profetas y rechazas a los que se te envían”) o nuestra casa, nuestra alma, quedará vacía.

Esposos, no tengáis miedo, no os dejéis amedrentar por nada ni por nadie, ni por vuestras propias debilidades ni por las de vuestro esposo o las circunstancias complejas del día a día. El Señor nos hizo para el matrimonio; en cualquier sitio se puede santificar uno y en un entorno hostil aún más que en un convento, como le dijo a Santa Margarita. Esposos, pongámonos en Sus manos, y ni la aflicción, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la muerte… Nada podrá evitar que nuestro amor conyugal lo convierta en Caridad Conyugal, el Amor de Cristo Esposo.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia, con el salmo:
“yo soy un pobre desvalido, y llevo dentro el corazón traspasado. Socórreme, Señor, Dios mío, sálvame por tu bondad”.

Reunidos para hablar bien de mí. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 6, 12-19

EVANGELIO
Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor.

 

Reunidos para hablar bien de mí.

Jesús, antes de llamar a los 12 apóstoles, oró. Antes de elegirnos para el matrimonio, también Jesús habla con el Padre en el Espíritu. Se realiza una oración concreta entre la Santísima Trinidad, en la que yo fui elegido por ellos para esta misión: Ser esposo/a de ______ y padre/madre de _______ . El Señor, lleva a cada uno en concreto en su corazón y se lo ofrece al Padre.

En el Evangelio de hoy, contemplamos la elección de los testigos directos de la misión salvadora de Dios. Y quiso el Señor que entre ellos hubiera uno también que le traicionaría: Dice San Agustín “quiso ser entregado por su apóstol, a fin de que tú mismo, si tu compañero te entrega, soportes con moderación el error de tu juicio y la pérdida de tu beneficio”. La elección de Judas fue deliberada, para cargar sobre sí con esa experiencia tan humana de la traición de los más cercanos. Esa experiencia de la traición mutua que vivimos los esposos cada vez que somos infieles a la promesa de la entrega en totalidad que nos hicimos ante el altar. Él nos acompaña y nos invita a vivir esas situaciones como voluntad del Padre, como medio para dar testimonio del amor de Cristo que se entrega por todos, también por los injustos y los traidores.

De tales males, el Señor saca bienes como el de la redención del mundo. El Señor toma nuestra debilidad para que nosotros cojamos Su fortaleza. Dice el Evangelio que de “salía de Él una fuerza que los curaba a todos”. Esa fuerza nos la transmite a través de los sacramentos y es transformadora. Nos transforma y transforma a transforma nuestro hogar.

Ahora cerremos los ojos e imaginémonos la siguiente escena: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, reunidos, hablan bien de mí, de mi misión. Conocen mi debilidad y Jesús se ofrece por mí una vez más para transmitirme su fuerza. El Señor “nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida” (CIC 616). Estando en oración, en Getsemaní, nos conocía a ti y a mí, nos presentaba al Padre y se ofrecía por nosotros. Es emocionante contemplarlo detenidamente. Toda una escena llena de intenso amor y ternura. Como la de esos padres que están preocupados por sus hijos, que deciden sacrificarse y darlo todo por ellos para sacarlos adelante. Ellos creen en nosotros, confían en nosotros: El amor “todo lo cree, todo lo espera”. Creen que somos capaces de llevar adelante nuestra misión como matrimonios y van a poner en nuestras manos todo cuanto necesitemos.

Entremos en intimidad con la Santísima Trinidad y preguntémosles por nuestra misión. ¿Qué esperáis de mí, de nuestro matrimonio, de nuestra familia?.

Oramos con el Salmo por los frutos del sínodo de la familia:
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Virtudes y potencias. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 13, 18-21

EVANGELIO
Crece el grano, y se hace un arbusto

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, decía Jesús:
– ¿ A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. »
Y añadió:
-¿ A qué compararé el reino de Dios?
Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

Palabra del Señor.
Virtudes y potencias.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Contemplamos hoy el trabajo conjunto de dos Esposos, Cristo y la Iglesia, para la redención del mundo.

San Ambrosio compara el grano de mostaza a Cristo muerto, que fue sepultado en un huerto ¿Qué es un muerto más en el mundo y en la historia de la humanidad? Una pequeña semilla, que al resucitar, se convierte en el árbol de la Vida, sobre el que reposarán todos los hombres que crean en Él. San Beda ve en el hombre que siembra a Cristo y el huerto es la Iglesia. Cristo se siembra en la Iglesia, siembra su Palabra.

En la segunda parábola, San Ambrosio ve en la mujer a la Iglesia, que tomó la levadura que es Cristo, para introducirla en la harina, que somos cada uno de nosotros.

Admiremos por tanto, la hermosa escena de los dos Esposos, Cristo y la Iglesia, trabajando juntos, como uno solo, por nuestra salvación.

¿Cómo actúa esta levadura? Teofilato identifica la harina con nuestra alma. Las tres medidas de harina son las tres potencias del alma: Memoria, entendimiento y voluntad. Se llaman “potencias” porque son “Las capacidades o herramientas de que dispone el alma humana para realizar su cometido más trascendente, cuál es, el de obtener su salvación.” Esas tres medidas de harina, tienen que fermentar para crecer y transformarse. Las tres son fermentadas por Cristo y se ensanchan y desbordan nuestras capacidades. Bien, entonces ¿Quién desarrolla esas tres potencias? Ya lo hemos dicho, Cristo, mediante las tres virtudes teologales: Fe (por la que creemos en Dios), Esperanza (por la que aspiramos a la vida eterna) y Caridad (Por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos) (Cfr. CIC 1812 ss). Son tres virtudes que no podemos conseguir por nosotros mismos, sino que proceden de la acción de la Santísima Trinidad).

Dice San Juan Pablo II en su obra sobre San Juan de la Cruz: El esquema de correspondencia, entre las virtudes teologales y la potencias del alma, se ajusta así: A la fe le corresponde el entendimiento; a la esperanza le corresponde la memoria; y a la caridad la voluntad. En cada virtud teologal debe de actuar la unión con Dios en la `potencia correspondiente. Las tres virtudes teologales, han de ser las que han de poner en perfección las tres potencias del alma… Mediante las virtudes teologales cada potencia es informada de modo sobrenatural según las exigencias de su propia entidad”.

Así que, Esposos, la Caridad Conyugal, que es la perfección de nuestro amor, se alcanza cuando la Iglesia (Esposa) introduce la levadura de Cristo (Esposo) en nuestra harina, esa que lo pone todo perdido… Ya solo falta que al elegir el tipo de pan en el que os queréis convertir, no decidáis haceros “baguetes” 😉 .

Oramos con el salmo, por los frutos del sínodo de la familia.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

¡A la carga! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 13, 10-17

EVANGELIO
A esta, que es hija de Abrahán ¿no había que soltarla en sábado?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
-«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha.
Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:
-«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:
-«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?
Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor.

¡A la carga!
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Podemos ir encorvados por el peso de la vida o por faltas de rectitud o pureza de intención: “La tendrás siempre, sí, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios.” (San José Mª, Camino, n. 287).

El Señor entiende lo que está sufriendo la mujer encorvada, y le cura sin que ella se lo pida ni siquiera. Jesús demuestra compasión, aun cuando el origen del sufrimiento provenga de la falta de rectitud.

¿Soy sensible a mi esposo encorvado por el peso que carga a sus espaldas? A lo mejor somos tan hipócritas que nos esforzamos mucho por ahí desatando “bueyes y burros” y poco en casa atendiendo a nuestro esposo. Quizás llego demasiado cansado como para atender a la persona más importante de mi vida.

Mi esposo está encorvado por el trabajo, porque necesita el cariño que no le doy, porque necesita la paciencia que no tengo con él/ella, porque necesita alguien que le entienda y no le eche la bronca, sino que le dé ánimo. Está enfermo a causa del espíritu de la rutina, o del vacío del mundo, de la competitividad, o… ¿Qué espíritu hace que enferme mi esposo? Quizás ni lo sepa.

¿Es que no me compadezco de su fragilidad? Jesús sí. Hoy, a través de mí, quiere llamar a mi esposo y decirle: “Quedas libre de todo eso que te oprime, apóyate en tu esposo y apóyate en Mí que te ayudaré a sanarte.”

Señor, que nos mueva Tu compasión y seamos canal de Tu misericordia el uno para el otro. Tú nos das poder para sanarnos mutuamente en Tu nombre. Tu misericordia, Señor, me empuja a la acción. Que actúe siempre con pureza de intención, para agradar a mi esposo, y así agradarte.

Damos gracias por el sínodo de la familia que ha finalizado y pedimos por los frutos.