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“Bastones y sandalias” para el matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 7-13

EVANGELIO
Los fue enviando

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
-«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor.

“Bastones y sandalias” para el matrimonio.

Comenzamos el comentario con unas palabras de Benedicto XVI:

“El hecho de que Jesús llame a algunos discípulos a colaborar directamente en su misión, manifiesta un aspecto de su amor: esto es, Él no desdeña la ayuda que otros hombres pueden dar a su obra; conoce sus límites, sus debilidades, pero no los desprecia; es más, les confiere la dignidad de ser sus enviados… Jesús los manda de dos en dos y les da instrucciones… La primera se refiere al espíritu de desprendimiento: los apóstoles no deben estar apegados al dinero ni a la comodidad. Jesús además advierte a los discípulos de que no recibirán siempre una acogida favorable: a veces serán rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos.” (15 de julio de 2012)

Nuestra llamada no es misionera en el sentido de desplazarse a otro país con los más pobres o similar. Nuestra misión es transmitir el Evangelio desde nuestra vocación conyugal, dando muestras de quién es Jesús y lo que hace en nosotros, a través de nuestro amor en el matrimonio. Así anunciamos el Evangelio a nuestros hijos, familiares y personas que nos rodean. La buena noticia del Evangelio del matrimonio.

Para ser testigos del amor de Dios, tenemos que dejar de lado nuestras comodidades y apegos, dando prioridad a la atención y ayuda que nos prestamos mutuamente. Debemos dejar a un lado nuestros arrebatos de ira, nuestras faltas al respeto exquisito que nos debemos, perdonar y olvidar las antiguas ofensas, etc. Solo necesitamos un “bastón”: Aquellas cosas que realmente nos ayuden a caminar en la senda de la unión mutua, y unas “Sandalias”: Todo aquello que nos protege de los riesgos que frenar o impiden nuestra comunión.

Posibles “bastones” para el matrimonio: La oración y los sacramentos (éstos no tienen discusión, es contar con la fuerza del Espíritu), recurrir al esposo para que nos ayude o recurrir a sus dones (es designio Divino), una dirección espiritual, la formación sobre nuestra vocación matrimonial (imprescindible), reunirnos con otros matrimonios periódicamente para auto obligarnos a perseverar y compartir conocimientos o experiencias, ponernos pequeñas metas para ir avanzando y revisarlas, etc.

Posibles “sandalias”: Reducir o anular el tiempo que dedicamos a la televisión o internet (nos introducen ideas en la cabeza contrarias a nuestra vocación y reducen el tiempo de diálogo), evitar irnos por separado a la cama, evitar el desorden en los horarios para reservar tiempo para Dios y para nosotros, evitar comer o cenar separados, no escondernos cosas, evitar que la familia de origen afecte en nuestra unión (no dedicarles más tiempo a ellos, no sentirnos más responsables con ellos que con nuestro esposo, no permitir que se inmiscuyan en nuestros asuntos o que critiquen a nuestro esposo…), eliminar aficiones que nos desunen o nos quitan tiempo para centrarnos en nuestra unión, y un largo etcétera.

Que cada uno revise sus “bastones” y sus “sandalias”, pero si algo no ayuda a vuestra unión, arráncatelo. Más nos vale entrar en el Reino de los Cielos: en baja forma física, cansados, pobres y poco puestos en las series televisivas… que no entrar.

Ante una invitación, lo que corresponde es responder “sí” o “no”. Jesús se merece una respuesta y todo lo que no sea “sí”, es un “no”, y debemos tener la valentía de decírselo. Ser conscientes de nuestra respuesta, y no auto engañarnos para acallar nuestras conciencias con un “poco a poco” o “más adelante que ahora no tengo tiempo”.

Hoy Señor, inflamas nuestros corazones y nos envías a este Proyecto de Amor Conyugal. Un proyecto misionero de María para el matrimonio y la familia. Nos envías de dos en dos. Los esposos. Para que llevemos tu paz y anunciemos que Tu Reino está cerca. Está tan cerca que podemos empezar a vivirlo ya aquí, en nuestra unión. ¡Es real! Estás muy vivo y te experimentamos constantemente entre nosotros.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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Esposos ¿buenos o malos conductores de la Luz de Cristo?. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 21-25

EVANGELIO
El candil se trae para ponerlo en el candelero. La medida que uséis la usarán con vosotros

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre:
-«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también:
-«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»

Palabra del Señor.

Esposos ¿buenos o malos conductores de la Luz de Cristo?

Para que la Luz brille, que no esté escondida debajo del celemín (tras nosotros mismos) y vean las obras buenas que hace el Padre a través de nosotros, es necesario que antes de hablar o actuar, nos preguntemos qué haría o diría Cristo. Tomar conciencia de que actuamos en su nombre, según la hermenéutica del don de San Juan Pablo II que ya hemos visto en otras ocasiones.

Ser la Luz del mundo, la del Señor, es iluminar con la luz del Evangelio. Ser Luz y no lucirse. Cuando buscamos lucirnos, ¡nos lucimos bien lucidos!.
Cuando no lo buscamos, pero tampoco buscarnos al Señor, también el resultado es “oscuro”. Atención a esto que oímos, porque la medida que usemos, la usarán con nosotros y con creces: Si respondo a mi esposo/a de malas maneras, me contestará mal y si nuestros hijos nos oyen, también lo harán…

Creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicar con nuestras palabras y obras esa misma luz a nuestro esposo/a cuando ande a oscuras, a nuestros hijos, al mundo. ¿Soy luz que ilumina a mi esposo/a con las cosas que hago o digo? ¿Manifiesto a Cristo o solo manifiesto mi yo?
¿Escucho a mi esposo/a, le perdono cuando me ha ofendido, le ayudo cuando lo necesita, empatizo en su dolor y en su alegría, me entrego etc…?

Pues si Dios me ha dado unos dones para darlos: alegría, servicio… Y si no los utilizo para entregarme, sino que me los quedo, o los escondo… con el tiempo desaparecen y nos dirán con tristeza: “Tú antes no eras así”. Si nos entregamos con la Luz que se nos ha sido dada, nos dirá: ¡qué feliz me haces!
Ser Luz, es transmitir alegría, un bien común.

Papa Juan Pablo II: “Familia, sé lo que eres” «si sois lo que debéis ser prenderéis fuego al mundo entero». Nosotros podríamos decir que si somos lo que debemos ser: Esposos, imagen del Esposo, irradiaremos al mundo entero la luz de Cristo Esposo. Como decían los obispos de la Subcomisión Familia y Vida el día de la Sagrada Familia: «El mismo «Cristo necesita familias para recordar al mundo la dignidad del amor humano y la belleza de la vida familiar»»

Pedimos para que cada hogar, esté ardiendo con el calor y la Luz que da el Espíritu Santo.

Oramos por el sínodo de la familia:
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Semillas para esposos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 1-20

EVANGELIO
Salió el sembrador a sembrar

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago.
Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:
-«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió:
-«El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo:
-«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que 6 1 por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen. «»
Y añadió:
-«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Palabra del Señor.

Semillas para esposos.

El Evangelio de hoy, es plenamente aplicable al matrimonio. San Juan Pablo II decía, que el matrimonio es la mejor manera de prepararnos para vivir el reino de los cielos.

¿Quiénes no viven el matrimonio?
1- los que no lo entienden. El maligno siembra otro modelo de matrimonio en su lugar, y se lleva la verdad.
2- los que se casan con mucha ilusión, pero no trabajan su entrega para construir una comunión. No perseveran en su vida conyugal y queda una relación triste, sin vida.
3- los que se dejan llevar por sus pasiones y sus emociones. Éstas ahogan el verdadero amor.

Por último están los que aprenden la verdad del matrimonio, la alimentan y luchan por vivirla. Éstos darán fruto. Mucho más de lo que esperaban recibir.
Éstos son los que se forman, oran juntos y practican lo aprendido.

Formación: Porque la unión hombre-mujer fue creada por Dios y Él nos revela la verdad del matrimonio, llevada a la plenitud en Jesús.
Oración juntos: Porque si no oramos juntos regularmente, nuestra vida espiritual y/o conyugal se va a parecer a las tres primeras partes de la parábola; la semilla que cae al borde del camino, en terreno pedregoso y entre abrojos.
Viven su vocación conyugal: El amor mediante la entrega en el día a día de los esposos, aplicando lo aprendido. Si no hay frutos, no es real, y perdemos toda la riqueza que Dios nos muestra. Si vamos avanzando, Dios nos irá abriendo nuevos horizontes en nuestra vocación conyugal, cada vez más bellos.

Hagamos uso de la gracia que hemos recibido en nuestro sacramento, que nos da la fuerza para hacerlo realidad.

Bellísimo camino el de los esposos. Toda una tierra buena donde sembrar amor, donde sembrar una familia.

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Tiempo para amar. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 2, 23-28

EVANGELIO
El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:
-«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió:
-« ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»
Y añadió:
-«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Palabra del Señor.

Tiempo para amar.

El Sábado (Después de Cristo, el domingo) es símbolo de la Alianza de amor entre Dios y el hombre, es un tiempo para Dios. La creación está pensada, justamente, como un espacio para la Alianza, como el lugar de encuentro entre Dios y el hombre: ese pasear al atardecer con Dios del principio que leemos en el Génesis.

¿No habéis leído lo que hicieron los matrimonios santos cuando se vieron faltos y con hambre? Podía faltarles comunicación, cariño, sanación de sus heridas, reducir distancias… Los matrimonios santos tuvieron caídas, pero tenían un hambre enorme del Amor de Dios… acudían a Él hallando descanso en su Corazón, mientras el Señor unía sus corazones en uno. Qué hermoso tener un día para descansar en Dios.

¡Qué hermoso es salir en familia al campo, la naturaleza y disfrutar en medio de la belleza de la creación de Dios, hablar entre nosotros de Dios y con Él!.

El tiempo es también una hermosura de la creación. Es importante interpretarlo como un don del Padre, para llegar a Él. Quizás así, descubramos que en realidad, no nos falta tiempo, sino que lo usamos de forma inadecuada. Dios Padre desde la creación, instituyó el «día de descanso» como parte de ese tiempo, porque Él es también dueño del descanso y lo ha querido compartir con nosotros para darnos el verdadero descanso, la paz del alma, su Amor… A Él mismo. Es por ello que de manera especial, el domingo (el «Día del Señor» -Dominus-) se nos ofrece en alimento en el gran banquete Eucarístico, Jesús mismo. Así que: ¡Esposos paseemos con Dios juntos el domingo, acudamos juntos al Banquete que nos sacia, a la oración que nos da la Luz que nos falta.

Celebrar el domingo significa volver al principio, a ese paseo con Dios, limpiar todo lo adulterado y volver a tomar conciencia de lo verdaderamente importante. Porque cuando el hombre se niega al «ocio por Dios» (esto es, a la adoración), entonces entra en la esclavitud del “negocio”. Por eso es bueno dejar ese día la limpieza, el orden y las mil cosas que tenemos. Que recuperemos el control de nuestra vida para darle prioridad a nuestra comunión con Dios, entre los esposos y en la familia.

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El matrimonio que se hace nuevo cada día. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 2, 18-22

EVANGELIO
El esposo está con ellos

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
-«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó:
-«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día si que ayunarán.
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos. »

Palabra del Señor.

El matrimonio que se hace nuevo cada día.

Muchas veces queremos que las cosas cambien, y si seguimos a Cristo, esos cambios se producen. Sin embargo podemos resistirnos a que sean definitivos, básicamente por dos motivos.
El primero es referido a uno mismo: La tibieza del corazón, hace que la conversión no llegue a producirse del todo, y se camina entre dos aguas. El segundo motivo está más referido a la actitud del otro: Puede ser que nos aferremos al mal de su pasado, y no reconozcamos que ha cambiado, presuponiendo que va a actuar o a pensar como actuaba y/o pensaba antes.

“A vino nuevo, odres nuevos”. No podemos mezclar pasado con presente, porque podemos hacernos daño o hacer daño. El vino nuevo reventará los odres viejos. El perdón es importante, tanto a uno mismo como al esposo/a porque nos permite reconocer un cambio en nosotros mismos o en nuestros esposos. El perdón permite que la conversión sea completa. Poco a poco, si Le seguimos, Cristo puede ir convirtiéndonos en Él. Esto que reconocemos por la fe, puede ser una realidad en nuestro/a esposo/a, y por la fe, tenemos que entender que mi esposo/a ya no es el que era. Cristo lo hace todo nuevo.

La conversión en la mayoría de los casos va siendo gradual, por tanto, es necesario que pasemos página día a día sobre el pasado de nuestro/a esposo. Que nos perdonemos mutuamente todos los días y nos demos la oportunidad mutuamente de ser odres nuevos capaces de contener el nuevo vino que nos sirve nuestro Señor.

Veíamos en la catequesis de San Juan Pablo II del 16 de enero de 1980, que uno se conoce a sí mismo en el don de sí. A medida que los esposos van consiguiendo entregarse con la gracia de Dios y el autodominio, “libres de la libertad del don”, como lo expresa el Papa, nos vamos construyendo como personas y nos alejamos de la “animalia”, porque “persona” es la que existe para donarse. Paralelamente, veíamos en esta catequesis, que el hombre es el único ser al que Dios ama por sí mismo. Dios ama a nuestro/a esposa por sí mismo/a. Ha sido elegido para mí, tal como es, por el Amor Eterno. Y si Dios le ama así completamente, no puedo enterrarle yo bajo una mirada que le hunde y le desprecia o como mínimo, rebaja su valía. “La afirmación de la persona no es otra cosa que la acogida del don”. En definitiva, nos hacemos personas en el don de sí y la acogida mutua, es decir, en la comunión de personas.

Construyámonos juntos como personas, reconozcamos este crecimiento y cerremos el capítulo del pasado. No miremos para atrás como la mujer de Lot que quedó convertida en estatua de sal. Todos somos Proyectos de Amor de Dios, porque Dios ha querido que participemos con Él en la construcción del Reino, de Su plan. También de la catequesis: La ‘perspectiva «histórica» se construirá de modo diverso del «principio» beatificante (después del pecado original)’. Incluso Cristo “aunque era Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer” como dice la primera lectura (Hebreos 5,8). Que en el pasado fuese o fueses peor, no es una mala noticia, sino buena. Un anticipo de la gloria eterna. Una esperanza y una muestra de que Cristo nos acompaña.

Nuestro matrimonio es un Proyecto de Amor Conyugal de Dios para nosotros, que se construye siendo perseverantes en la
– formación sobre el matrimonio (apoyados en la Iglesia),
– la oración juntos/los sacramentos, y
– el amor de comunión (entrega y acogida mutua).

Perseverad en estos tres pilares y preparaos para cerrar muchos capítulos del pasado y disfrutar del vino nuevo. El mejor, para el final.

Oramos por el sínodo de la familia:
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