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Cuando no hay donde agarrarse. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 1-6

EVANGELIO
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice:
– «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
– «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

Palabra del Señor.

Cuando no hay donde agarrarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Mientras tengamos soluciones, las soluciones serán nuestras y no de Dios. Cuando el dolor y la angustia se apoderan de nosotros, estamos listos para la fe.

Los esposos, tenemos la suerte de poder compartir también el dolor “en las penas”, aunque muchas veces cometemos el enorme error de aislarnos o de abandonar al otro en su sufrimiento. Debemos luchar juntos contra el dolor con todas nuestras fuerzas, contra el nuestro y contra el de nuestro esposo. Jesús nos invita a ello. A Él le desgarra el dolor de los demás, Él sufrió tremendamente en Getsemaní: “Mi alma está triste hasta la muerte” decía. Debemos afrontar el dolor y no darle la espalda, es el momento de seguir a Jesús y decir con Él, Padre, no podemos con esto, no lo entendemos, si es posible líbranos de esta situación, pero que se haga tu voluntad y no la nuestra.

Dice San Pablo: Rom 5, 3-5: “Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado “.

Esposos, el Señor nos dice: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.” Porque Él nos tiene preparado un sitio, y eso nos da la esperanza. Como decíamos al principio, mientras nosotros tengamos soluciones, serán las nuestras y no las de Dios. Cuando ya no nos quede ninguna solución, es el momento para la esperanza. Para esperar en Dios. Entonces vendrá a nosotros Su respuesta.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

La Fuente. Comentario del Evangelio para Matrimonios Juan 6, 52-59

EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
– «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
– «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabra del Señor.

La Fuente.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.”

Hay un manantial, una fuente de la que emana todo. Emana el Amor, origen y destino de todo.

San Juan Pablo II, en sus poemas del Tríptico Romano, dice:
Si quieres encontrar la fuente/ tienes que ir arriba contra la corriente/ Empéñate, busca, no cedas./ Sabes que tiene que estar aquí/ ¿Dónde estás fuente? ¿Dónde estás fuente?

Así es, si queremos encontrar la fuente, tenemos que “ir arriba contra corriente”. Es verdad que es cansado. La corriente desgasta. Ser fiel a nuestra promesa matrimonial y defender con la vida la verdad del matrimonio, desgasta.

La tentación es fuerte… Pero no. El matrimonio tiene que estar abierto a la realidad, expuesto a todas estas dificultades. La manera de conocernos no es encerrándonos para investigar nuestro interior, sino abriéndonos el uno al otro, aceptando nuestras diferencias. Teniendo experiencia de relación descubrimos nuestra dignidad, porque hemos sido creados para la comunión (aunque ésta parezca imposible), no para la soledad.

Pero nosotros, miramos a la fuente. Permanecemos en Él y Él permanecerá en nosotros. A nosotros nos has llamado a una vocación. Podemos responder como la Virgen María: ¿Cómo hacerlo? Convertirse en “imagen del Amor Trinitario” por Jesús. ¡Es una cosa tan grande, y nosotros somos tan pequeños! ¡Ser una sola carne, un solo corazón, una sola alma, siendo tan distintos! Podemos pensar que es imposible y dudar o como la Virgen, sólo preguntar ¿Y qué tengo que hacer?

Porque en realidad no es obra nuestra, es obra del Espíritu Santo, con nuestra colaboración (en la entrega diaria) para experimentar lo que dice san Pablo: ‘ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí’. Entonces el Espíritu Santo, el Hijo y el Padre habrán realizado su obra sobre nosotros: ser uno como ellos son uno. Ya no será el pensamiento, ni el acto de mi cónyuge, ni el mío, sino el de Cristo.

Tenemos hambre de Ti Señor, devoraríamos cada acto en Tu presencia, para impregnar nuestros hogares de Tu Perfume. Cada despertar, el desayuno, asearte para dar gloria a Dios, ordenar tu habitación, la alegría de un día por delante para salvar, sanar… Bendito lunes o bendito viernes. Todos los días son para amar, se han hecho para que el hombre vaya a Ti, mi Dios, amando.

El matrimonio es comer Tu Carne y beber Tu Sangre, para hacernos Eucaristía contigo en la entrega mutua hasta el extremo y la entrega al mundo como miembros de la Iglesia.

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Ceniglesia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 44-51

EVANGELIO
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios.»
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí.
No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Palabra del Señor.

Ceniglesia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado”
El Rey organiza una ceremonia para buscar una esposa para su Hijo. Pero nadie tiene la oportunidad de desposarse con Él si no ha sido invitado, así que, a petición del Hijo que se siente especialmente atraído por una de las más humildes y necesitadas doncellas, ordena enviar una invitación a todas las mujeres del pueblo: Ricas, pobres, justas e injustas…

Ceniglesia es una hermosa moza, a la que han creado mala fama. Digamos que no la consideran digna de asistir al baile. Tuvo un encuentro con el Rey hace tiempo, pero cometió varios errores en con Él que el Hijo debería enmendar, para restaurar su imagen ante el Rey y que éste aceptara su relación con ella.

Al lado del Hijo del Rey, Ceniglesia era pobre y miserable. No merecía tal Esposo. No tenía un traje digno para acudir al baile. Pero había alguien, la Madrina que intervendría para pedirle al Principe lo que Ceniglesia necesitara para engalanarla. Así que el amor del Príncipe transformó los sucios y rotos ropajes de Ceniglesia en el más hermoso y reluciente vestido jamás visto. Una hermosa carroza guiada por Santos, Ángeles… y la propia Madrina, guiaron aquel carruaje hasta el lugar donde se celebraba el baile.

Allí bailaron el Hijo del Rey y la doncella Ceniglesia y encandilaron al Rey que decidió acceder al casamiento y hacer a Ceniglesia heredera del trono real, junto con su Hijo.
Y vivieron felices y comieron…

Perdonad el cuento hoy, por darle un enfoque diferente al comentario.

Nuestra fe es una relación de amor. Dios nos atrae. Sí, como cuando nos enamoramos. Una fuerza superior a nosotros nos atrajo hacia aquel chico o aquella chica. Esa fuerza superior, nos atrae hacia Él. Y nos envía a ser parte del cuerpo del Señor, a través del Pan de su Cuerpo. Ya no actuamos como queramos, somos la Esposa que se deja llevar en el baile con el Esposo. Tenemos que actuar según Él, que es la cabeza de todos nosotros. Su Pan va transformando nuestros sucios ropajes y nos va engalanando para el día en que bailemos con Él ante el Rey y nos desposemos para toda la eternidad.

¿Y qué hay del zapato de cristal?. Es nuestro esposo, aquel con quien contrajimos matrimonio en la tierra. Gracias a él, el Hijo nos encontrará, porque sólo él está hecho para mí. Sólo él encaja conmigo.
Esta vez, cuídalo mejor y no lo pierdas.

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Un viaje por la voluntad de Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 35-40

EVANGELIO
Ésta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Palabra del Señor.

Un viaje por la voluntad de Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Qué bien que la voluntad de Dios sea que no nos perdamos ninguno de los que le ha dado a Su Hijo. Qué bien que Jesús haya venido a hacer la voluntad del Padre. Pero nosotros tenemos también que colaborar con la voluntad del Padre. Él nos ha encomendado una misión, y es que no se pierda ninguno de los que nos ha dado: Mi esposo primero (para toda la vida) y mis hijos (temporalmente hasta que maduran e inician su propia misión).

Vamos a realizar un viaje imaginario, introduciéndonos en una voluntad de Dios y viajar por todo el recorrido que debe realizar para alcanzar su gloria. Se trata de un servicio que debes realizar a tu esposo. Nace de las manos de Dios, como un bien perfecto construido por amor y cuya esencia es el amor. Esta voluntad de Dios a la que nos hemos subido, viaja inmediatamente a su Hijo, Jesús, quien inmediatamente la ejecuta y la promueve hacia ti, el implicado. ¿Cómo llega a ti? a través del Espíritu Santo que reside en tu interior y te guía.

Tú estás a punto de recibirla. Contiene toda la pureza con la que fue creada, pero cuando llegue a tu corazón, comienza el combate espiritual. Contemplaremos cómo lucha en tu conciencia la voluntad de Dios con la tuya. Es la batalla de la triple concupiscencia. La pereza pone su escudo para que no le llegue, el orgullo la coge e intenta adaptarla según la forma que cree que le conviene, el egoísmo aparece cargado de armamento para intentar destruirla y que no quede ni rastro de ella, la vanidad la esconde porque no le parece justo tanto servir al esposo…

Y he ahí que la voluntad de Dios es “torturada” por todo un ejército de enemigos que la ensucian y la manipulan. Un escuadrón con tres cabezas: El demonio, el mundo y la carne.

Pero hay alguien más. Uno capaz de provocar un tsunami y arrasar a todos los enemigos de la voluntad de Dios, y por tanto, tus enemigos. Es el Espíritu Santo, que te pregunta si quieres que intervenga. Te lo pregunta en la oración. Entonces ¿qué tengo que hacer?. Tenemos que ir a Él ¿Dónde? En la Eucaristía. Él lo hace todo nuevo.

Él puede limpiar y recomponer la voluntad de Dios, para dejarla como estaba. De ti depende que Su voluntad llegue hasta sus últimas consecuencias, porque no solo te afecta a ti, sino a muchos más a tu alrededor. Si actúas según Sus instrucciones, otros la recibirán también de tu mano y la voluntad de Dios continuará sembrando amor y la alegría.

Tu servicio transmitirá el Amor de Dios a tu esposo primero, pero llegará también a tus hijos a través de tu ejemplo y vuestro amor ¿No es cierto?. Tus hijos a sus compañeros de clase, vosotros a familiares y amigos… y probablemente acabe afectando a toda la Iglesia de generación en generación. Es la onda expansiva del Amor de Dios, que genera amor.

Te hacemos llegar la voluntad de Dios. ¡Pásala!

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En las penas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 16-21

EVANGELIO
Vieron a Jesús caminando sobre el lago

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo:
– «Soy yo, no temáis.»
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Palabra del Señor.

En las penas.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Después de haber dado de comer a tantas personas en la multiplicación de panes y peces, no podemos quedarnos admirados por el poder de Jesús y como nos hace partícipes de un bien suyo, pues en la vida vienen también malos momentos y tenemos que enfrentarnos a nuestros miedos y dudas, nuestras frustraciones y cansancios, o nuestra profunda angustia y ganas de abandonar.

¡Esta verdad es liberadora! A nada que el mar se encrespa, nos desestabilizamos y topamos con nuestra poquedad. Esos somos también nosotros. Si habíamos creído otra cosa al ser capaces de alimentar a una muchedumbre, nos habíamos equivocado. Pero la presencia de Jesús está asegurada todos los días hasta el fin del mundo. Cuando nos invita a no tener miedo, cuando llega a la serenidad y la calma, recibimos como gracia comprender que nuestra misión no se basa en nuestra grandeza pues no la tenemos, sino en la fidelidad absoluta a permanecer en su Amor y confiar en Él.

El caso: Jacinto y Lucía son un matrimonio que se quieren profundamente. Tienen muchos momentos de pasión, de admiración mutua, de ser confidentes, de apoyarse mutuamente. Pero Lucía está pasando un mal momento. Se le ha duplicado el trabajo y esto se le ha juntado con algunos problema de salud. Jacinto está desconcertado. No sabe qué pasa. A veces le parece que Lucía le echa la culpa de todo. Jacinto tiene la tentación de abandonar. Encerrarse en sí mismo o refugiarse en sus hobbies…

Pero se acuerda de esta lectura y recapacita. Es el momento de seguir remando, porque, aunque no lo vea, Jesús está cerca, y al fin y al cabo, fue Jesús quien los mandó a la otra orilla. Antes de que se dé cuenta, habrán llegado y Jesús seguirá con ellos. Habrá merecido la pena seguir luchando. Después de esta travesía, Jacinto amará más a Lucía, porque ha afrontado su sufrimiento y ha sido fiel a su compromiso de “en las alegrías y en las penas”. Con su entrega, su sacramento matrimonial ha generado vida en ellos.

“Soy yo, no temáis”. Son las palabras de Jesús hoy para Jacinto y Lucía.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/