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Operación “docilidad”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 20 ,19-23

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan 20 ,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor.

Nota: Retiro para matrimonios y familias: “La Verdad del Matrimonio y la Alegría del Amor”. Organiza ProyectoAmorConyugal en colaboración con la Delegación de Pastoral Familiar Diocesana de Málaga. Días 18 y 19 de junio. Para más información pincha en el siguiente enlace:

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Operación “docilidad”.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy celebramos el día de Pentecostés. El día solemne del Espíritu Santo, el gran artífice de nuestro matrimonio.
El Espíritu Santo es persona, y es el amor entre el Padre y el Hijo. Y Dios, en su enorme generosidad, ha querido compartir con nosotros Su amor. Nosotros también estamos llamados a amarnos con el amor del Espíritu Santo que es Dios en nosotros.

Para ello, necesitamos de un camino de crecimiento, que si bien empieza casi desde cero (Amoris Laetitia 135.) “No hacen bien algunas fantasías sobre un amor idílico y perfecto, privado así de todo estímulo para crecer”, gracias al Espíritu Santo, está llamado a crecer constantemente y sin límite: 134 “…«La caridad, en razón de su naturaleza, no tiene límite de aumento, ya que es una participación de la infinita caridad, que es el Espíritu Santo […] Tampoco por parte del sujeto se le puede prefijar un límite, porque al crecer la caridad, sobrecrece también la capacidad para un aumento superior»”.

El que construye es el Espíritu y tenemos que colaborar con Él. Para ello, tenemos que ser dóciles. 134 “…El amor que no crece comienza a correr riesgos, y sólo podemos crecer respondiendo a la gracia divina con más actos de amor, con actos de cariño más frecuentes, más intensos, más generosos, más tiernos, más alegres”.

Así que, manos a la obra, esposos. Operación “docilidad”.

Espíritu Santo que habitas en nosotros. Eres un don tan grande y hermoso. Hoy queremos recibirte de nuevo, más fielmente, más conscientemente. Te acogemos y nos dejamos inundar por ti. Somos esposos dóciles a tu gracia. Reblandece nuestros corazones orgullosos, empápanos de tu misericordia y envíanos a las familias a cumplir Tu misión trasformadora. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oramos hoy también con un fragmento de la secuencia: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y … Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Signos de Cristo terreno. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 24, 46-53

EVANGELIO
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo

Conclusión del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que vino de lo alto». Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor.

Signos de Cristo terreno.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La Santísima Humanidad de Cristo, asciende al Padre. Nos invade una extraña sensación de tristeza y alegría a la vez. Tristeza porque como humanos, necesitamos que nuestra mirada se cruce con la de Jesús, tocarle, abrazarle, escuchar su voz realmente, contemplar los gestos de amor en su rostro… y no es posible. Y alegría, porque se queda en la Santa Eucaristía y nos envía el Espíritu de Dios.

Pero qué importante es para nosotros amar en la carne ¿Verdad?. Sin embargo, muchas veces tendemos a “espiritualizar” el amor y nos olvidamos de “encarnarlo” en nuestro esposo. Tan importante es el amor encarnado, que el mismo Dios se hizo carne para amarnos con un cuerpo y redimirnos entregando, precisamente, Su cuerpo. ¿Por qué nos empeñamos en esa especie de amor etéreo a Dios, como si pudiese existir separado de nuestro amor carnal a nuestro esposo?.

161. “Mientras la virginidad es un signo «escatológico» de Cristo resucitado, el matrimonio es un signo «histórico» para los que caminamos en la tierra, un signo del Cristo terreno que aceptó unirse a nosotros y se entregó hasta darnos su sangre.” (Papa Francisco Amoris Laetitia)

Cuando el Señor asciende a los cielos, los responsables de ser signos suyos en la tierra de esa entrega de Su cuerpo y de Su sangre, somos los esposos. Si no vivimos nuestro amor terrenal, ese amor que nos hace una sola carne, no estamos siendo Sus testigos.

Eso justo que echamos de menos de Jesús, una vez ascendido a los cielos, es lo que tenemos que experimentar con nuestro esposo: Ese cruce de miradas, esas caricias, abrazarnos, escucharnos hablándonos de amor y entregándonos mutuamente nuestros cuerpos, nuestra intimidad, aprovechando toda la potencia de esta carne que nos dio el Padre y cuya dignidad ha elevado Cristo a la categoría de Dios.

Madre:
Tú sabes muy bien cómo se encarna el Hijo de Dios, porque fuiste mediadora de la unión en Cristo de la divinidad de Dios y la humanidad del hombre. Acoge nuestro matrimonio en Tu seno para que, revestidos de la fuerza de lo alto, se manifieste en nuestra relación conyugal, el Espíritu de Dios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Pedir en Su nombre. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 16, 23b-28

EVANGELIO
El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis

Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor.

Pedir en Su nombre.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿Qué significa eso de pedir “en mi nombre” (que dice Jesús)?. Pedimos en nombre del Señor cuando estamos en gracia, en comunión con Él. El mejor momento es justo después de comulgar. Por unos minutos, yo soy uno en Él. Cuanto más unidos a Él estamos, más participamos del amor del Padre, porque el Padre nos ama en el Hijo.

Pedimos en Su nombre, cuando conocemos a Cristo porque vivimos una relación íntima con Él, conocemos Sus deseos, sabemos lo que quiere y lo deseamos también nosotros. Igual que en nuestra relación conyugal (imagen de la de Cristo con nosotros), para pedir algo en nombre de mi esposo, tengo que conocerle muy bien, conocer sus deseos para transmitirlos en Su nombre, según lo que le agrada. Acoger a Cristo no es tenerle fuera, en los libros, en las estampas o en las medallas. Es permanecer en Su corazón. Como los esposos, tenemos que hacernos un solo corazón, estar presentes el uno en el otro.

Nuestro camino de esposos hacia la unión mística con Cristo, nos permite conocerle y aprender a pedir cada vez más en Su nombre:
Y “la espiritualidad se encarna en la comunión familiar. Entonces, quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística” (Papa Francisco Amoris Laetitia 316).

Madre:
Tú estás en Él y conoces Sus deseos. Sabemos que lo que Él quiere es que mi esposo y yo seamos uno. Pero Madre, grábalo en nuestro corazón, que percibamos este deseo del Señor en lo más hondo de nosotros, para que todos los demás deseos se ordenen alrededor de éste, el principal mandamiento de la ley del amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

La cadena de la verdad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 16,12-15

EVANGELIO
El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena

Lectura del santo Evangelio según san Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.

La cadena de la verdad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Alcanzaremos la verdad cuando “el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada” (Amoris Laetitia 3).

Muy bien. Y ¿Dónde o a través de quién vamos a recibir esa verdad? ¿De los políticos? ¿De la prensa? ¿De los programas de opinión? ¿De los compañeros? ¿De los científicos? ¿De los sicólogos? ¿De internet? Vivimos en la sociedad de la información, pero existe el espíritu de la mentira y el de la verdad ¿Dónde está la información veraz que comunica el Espíritu?.

La encontramos en Amoris Laetitia en frases como:
– «los hijos necesitan encontrar un padre (varón) que los espera cuando regresan de sus fracasos. Harán de todo por no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan» (177)
– (El amor) goza con la verdad (1ªCor 13) se regocija con la verdad. Es decir, se alegra con el bien del otro, cuando se reconoce su dignidad, cuando se valoran sus capacidades y sus buenas obras. Eso es imposible para quien necesita estar siempre comparándose o compitiendo… (109)
– La verdad es que «la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación. (106)
– una familia donde …siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros (115)
– Es posible reconocer la verdad del otro, el valor de sus preocupaciones más hondas y el trasfondo de lo que dice, incluso detrás de palabras agresivas. Para ello hay que tratar de ponerse en su lugar e interpretar el fondo de su corazón, detectar lo que le apasiona, y tomar esa pasión como punto de partida para profundizar en el diálogo. (138)

¿Quién más habla de estas verdades? Claramente, el Espíritu está en la Iglesia. No podemos creernos en posesión de la verdad por nuestra cuenta. Cualquier verdad proviene del Padre, se la comunica al Hijo, y el Hijo al Espíritu Santo que la difunde.

Madre de la Iglesia:
Gracias por llevarnos al Espíritu de Dios. Gracias por poner su Verdad a nuestro alcance. Es un honor gozar de tal privilegio, de conocerlo, creer y tener acceso a vivirlo. Alabado sea el Espíritu Santo por siempre.

Esposos que dan testimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 15,26-16,4a

EVANGELIO
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15,26-16,4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Palabra del Señor.

Nota: Retiro para matrimonios y familias: «La Verdad del Matrimonio y la Alegría del Amor». Organiza ProyectoAmorConyugal en colaboración con la Delegación de Pastoral Familiar Diocesana de Málaga. Días 18 y 19 de junio. Para más información pincha en el siguiente enlace:

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Esposos que dan testimonio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Con el Espíritu de la verdad que procede del Padre y que el Señor nos envía a través de los sacramentos, daremos testimonio de Él en nuestro matrimonio.

Amoris Letitia 67:
‘Cristo Señor “sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio”, y permanece con ellos. En la encarnación, él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y dona a los esposos, con su Espíritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo, los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una iglesia doméstica (cf. Lumen gentium, 11), de manera que la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino»’

Si unos novios nos preguntan que para qué casarse, puede que tengamos la tentación de hablarles de aspectos puramente sociales o prácticos. No es suficiente. Tenemos que hablarles de la dimensión sobrenatural del Sacramento del Matrimonio. Es que, todo lo que dice el Papa en el párrafo de arriba, es verdad, es real. A veces no acogemos todo lo que Dios no entrega, porque no acabamos de creérnoslo. Para construir o salvar nuestra relación, parece que confiamos más en nuestras propias fuerzas y en técnicas o terapias, que en el Espíritu de Dios.

La Iglesia aprende de nosotros, los esposos, si damos testimonio de Él. Lo difícil de dar testimonio es que normalmente ocurre en situaciones muy duras de la vida, en las que la gente no comprende cómo podemos estar alegres a pesar de las circunstancias. Jesús habla a los apóstoles de dos situaciones en las que van a poder dar testimonio de Él: Cuando les excomulguen de las sinagogas y cuando les asesinen. En los hechos de los apóstoles, veíamos cómo salían alegres de las situaciones duras que vivían, porque habían dado testimonio de Cristo.

Nosotros tenemos muchísimas oportunidades para hacerlo, en situaciones más sencillas pero también heroicas. Podemos dar testimonio del Señor ante nuestro esposo, ante nuestros hijos, ante nuestra gran familia y ante la Iglesia y la sociedad. El Espíritu nos acompaña. Recordamos las palabras de San Juan Pablo II: “No tengáis miedo”.

Madre:
Una espada te atravesó el corazón, pero te mantuviste en la fe, en la esperanza y en la caridad, y diste testimonio de tu Hijo. Nosotros también queremos dar testimonio de Él, en la dureza de las circunstancias que vivimos como esposos y como padres. Somos tus elegidos. Ruega por nosotros.