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Las exigencias de la plenitud. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 17-19

EVANGELIO
No he venido a abolir, sino a dar plenitud
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

Las exigencias de la plenitud.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las leyes establecían unos límites que no debían superarse para no entrar en un camino autodestructivo. Pero Cristo nos trae el verdadero espíritu de nuestra fe, que no son un conjunto de prohibiciones, sino un cambio de vida. Pasamos del no matar a amar hasta morir, como Él nos enseña con su propia vida. Pasamos de darle acta de repudio a una mujer para que se pueda defender, a un matrimonio a imagen del amor Trinitario, o del amor de Cristo por nosotros. Desde luego que es un enfoque más exigente, pero sobre todo, la dignidad que alcanza nuestra vocación es incomparablemente mayor.

Aterrizado a la vida conyugal:
Antonio: Pues claro que te quiero, Lucía. ¿Qué tonterías preguntas? ¿A qué viene eso?
Lucía: Pues yo no lo percibo así.
Antonio: Vamos a ver, ¿Quién ha puesto el lavaplatos después de comer? ¿Quién te ha recogido el coche del taller? ¿Quién bañó a la niña anoche?
Lucía: Me estás hablando de nuestras obligaciones, pero ¿Qué más hay entre nosotros?
Antonio: Bueno, nunca nos faltamos al respeto… Vamos con los niños al campo…
Lucía: ¿Me puedes decir Antonio cuál es mi mayor preocupación? ¿Me puedes decir por qué me siento triste desde hace casi un año? ¿Me puedes explicar por qué no tengo ganas de vivir?
Antonio: Eso son bajones que te dan de vez en cuando. Lo que tienes que hacer es dejar de darle vueltas a la cabeza.
Lucía: Antonio ¿Tú crees que somos una sola carne, un solo corazón y un solo espíritu?
Antonio: Bueno… a tanto no llegamos.
Lucía: Pues eso es lo que pone el catecismo que estamos llamados a ser. ¿Qué te parece si empezamos ya? Da igual que llevemos 10 años de casados.
Antonio: Por mí bien. Pero ¿Cómo se hace eso?.
Lucía: Compartiendo nuestra intimidad. Dedicándonos tiempo y entregándonos uno al otro todo lo que somos. Aprendiendo a amar, que no sabemos. Y sobre todo, rezando juntos.

Madre,
El Señor nos ha mostrado el camino hacia la plenitud del amor. Gracias Señor por tanta belleza y tanta grandeza. Alabado seas por tu obra magistral y por compartirla con nosotros. Amén.

Sin bajar el listón. Comentario del evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 13-18

EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor.

Sin bajar el listón.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El mundo necesita testigos del amor de Dios. Esposos que, a pesar de grandes dificultades, se amen. Esposos capaces de afrontar problemas complicados, esos con los que la gente se suele venir abajo, y que los lleven adelante con confianza en Dios, con alegría. Porque en esas situaciones, se demuestra cuánto nos amamos.
Los mártires han sostenido con fuerza nuestra fe durante siglos. Han caído imperios y la Iglesia se ha mantenido gracias al Espíritu Santo, a través de ellos. Y gente que ha entregado su vida totalmente, como Madre Teresa, descolocan, marcan a la gente. Una sola mujer que se entrega totalmente y se convierte en un signo del amor de Dios.

Pues así tiene que ser el amor para que represente el amor de Dios: Hasta el extremo. Porque si la sal se vuelve sosa ¿Con qué la salarán? Si le quitamos fuerza al amor, ya no es lo mismo. Ya no es tan sabroso. Ya no convence.

Aterrizado a la vocación conyugal:
Marga: Yo pienso que el amor es un espejismo. Es un trance que llega un momento en que se desvanece. Prefiero no comprometerme, sólo sirve para tener líos cuando te quieras separar. Te juntas, de una manera natural, y con la misma naturalidad te separas cuando no estés a gusto.
Juan: Pero Marga ¿En qué te basas para decir eso?
Marga: Mira, mis padres, toda la vida han hecho cada uno lo que le ha dado la gana. Y ahora, que están jubilados, han decidido separarse de mutuo acuerdo. Su misión ha terminado. Ya han criado a sus hijos y a vivir tan a gusto…
Juan: Pues yo sí creo en el matrimonio, también por la experiencia de mis padres. Se comprometieron para toda la vida en su matrimonio y jamás les he oído hablar de separarse. Han pasado por enfermedades graves. Mi madre tuvo cáncer y estuvo a punto de llevársela por delante, y mi padre estuvo siempre ahí, ayudándola, cuidándola, animándola a pesar de su preocupación. Rezaban mucho el rosario juntos. Y cuando ella lo superó, estaban mucho más unidos que antes de la enfermedad. También se les murió un hijo, mi hermano Pablo, con 3 meses. Fue de repente, una malformación del corazón. Son de estas situaciones de las que otros no se recuperan… Pues ellos, lo vivieron con dolor, pero con alegría por el tiempo que habían podido disfrutar de él. Hablaban mucho de Pablo, como su angelito del cielo.
También mi padre se quedó en paro un tiempo largo, y no sabes cómo mi madre se apretó el cinturón, y cómo estaba pendiente del estado de ánimo de mi padre.
Yo he asistido a un testimonio de amor verdadero con mis padres, Marga. Y en el día a día, cómo se miraban… tenías que haberlos visto. Tanto se querían, que murió mi padre y unos meses más tarde murió mi madre. Yo quiero un matrimonio así, con fe, lleno del amor de Dios. Así se lo pido a Él todos los días.
Marga: Cuéntame más de tus padres, según me hablabas, he sentido como un escalofrío… cuéntame todos los detalles, quiero volver a creer en el amor.

Madre,
Las cosas de Dios son bellas, pero muy exigentes. Si rebajamos el listón, pierden su belleza. Ayúdanos a no interpretar su voluntad a nuestra manera, ayúdanos a ser fieles hasta las últimas consecuencias. Alabado sea el Señor que ha creado tanta belleza para nosotros.

8 locuras de amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 1-12

EVANGELIO
Bienaventurados los pobres en el espíritu

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran , porque ellos serán consolados
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

Palabra del Señor.

8 locuras de amor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las Bienaventuranzas es un resumen del Evangelio, nos ayudan a vivir con coherencia el Evangelio desde nuestra vocación matrimonial. Y si eso lo hacemos encontramos la dicha.

Dichosos los pobres en el espíritu:
Él no tiene mucha fe, pero se deja llevar por ella que sí la tiene. Se fía de ella como la ayuda que le guiará hasta Dios. Y así, llegará a vivir un anticipo del cielo en la Tierra.

Dichosos Los mansos:
Ella tiene muy mal carácter, y está siempre regañando. Pero él calla, no se defiende, sabe que su esposa necesita de su cariño especialmente en esos momentos. No le importa su amor propio, le importa ella. Este esposo heredará la Tierra, porque Dios contará con él para cuidar de sus criaturas.

Dichosos los esposos que lloran:
Él está luchando contra el cáncer, pero por encima de todo está su confianza en Dios. Ofrece su dolor y su sacrificio por los que no tienen amor, como el que él recibe de su esposa. Ve en su dolor la posibilidad de amar ofreciéndolo con Cristo. Este matrimonio es consolado en el Sagrado Corazón de Cristo.

Dichosos los esposos que tienen hambre y sed de justicia (de amor):
Ya se llevaban bien, pero no era cuestión de estar más o menos bien. Ellos querían cumplir la voluntad de Dios. Buscaban la santidad, y se formaban y se esforzaban y rezaban por ello. Sin duda, quedarán saciados.

Dichosos los esposos misericordiosos:
Ella se vuelca especialmente con él, cuando le ve demasiado absorbido por su trabajo, para que se sienta amado al llegar a casa. Piensa que no necesitará una regañina, sino más amor que nunca. Alcanzará Misericordia en la Tierra, pues sanará a sus esposo de sus debilidades, con el amor de Cristo.

Dichosos los esposos limpios de corazón:
Juntos aceptan cada día las contrariedades que les vienen, porque les ayudan a purificar su corazón. A medida que van superando sus egoísmos, su orgullo, etc. van participando de la mirada del Creador cuando se miran. Alcanzan a ver su belleza interior. Se comunican su intimidad el uno al otro, avanzando en ese camino de no sentir vergüenza. Se muestran tal como son y construyen una intimidad común. Gracias a ello, son capaces de ver a Dios en su esposo.

Dichosos los esposos que trabajan por la paz:
Ella es capaz de renunciar como Cristo a sus propios derechos con tal de defender la dignidad de su esposo. Sabe que no va a perder la honra por eso. Será llamada hija de Dios porque actúa como Jesús.

Dichoso el esposo perseguido por causa de la justicia de Dios:
Ella va a misa, y él se mofa de ella, y le dice que pierde el tiempo, que no ve ninguna mejora en ella. Pero ella tiene fe, ama al Señor y sabe que unida a Él, algún día podrá ser semilla fecunda para la fe de su esposo y de sus hijos. Su hogar, algún día, será un trocito del Reino de Dios.

Dichosos los esposos perseguidos de cualquier modo, por causa de su fidelidad al Evangelio. El Maligno siempre perseguirá al que viene en nombre de la Verdad, pero ellos conseguirán tesoros en el cielo por seguir los pasos de Cristo.

Gracias Señor, porque quieres compartir con nosotros Tu alegría. Purifica con tu Sangre nuestro corazón, nuestra mirada, nuestras intenciones, nuestros deseos… para que vivamos la felicidad de ser verdaderos esposos.

Alabado seas por siempre.

Casi más misterio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 16-18

EVANGELIO
Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Palabra del Señor.

Casi más misterio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En el Evangelio hay dos hechos principales: Cristo murió y resucitó. Murió por nuestros pecados y resucitó por nuestra justificación. Pero por qué lo hizo. Es el misterio del amor de Dios. Él nos amó antes de que existiéramos, y este es el mensaje de Dios para el hombre: «Con amor eterno te amé» (Jr 31,3). Y este es el mensaje que no se recibe en ninguna otra religión ni filosofía. Este es el gran misterio de Dios.

Pues bien, Cristo ES el amor de Dios. Dios no nos ama de lejos, sino que se encarna, se integra, se implica, se mezcla con nosotros. Se hace uno de tantos, y nos ama hasta el extremo. Tanto amó Dios al mundo…

Y este misterio del amor de Dios, es en el que ponemos nuestra esperanza. ¿Qué podemos esperar de un Dios que nos ama tanto?

Aterrizado a la vida conyugal:
Juan: Cuando nos casamos estaba pendiente de mí, parecía que yo era toda su ilusión. Después vinieron los hijos y todo cambió. Parecía que se hubiese olvidado de mí.
Teresa: Cuando nos casamos era tan atento, y después, parecía que se escaqueaba y me dejaba a mí tirando de la pesada carga de sacar a unos hijos adelante.
Juan: Después aprendimos que Dios no se podía equivocar uniéndonos, enviándonos el don de los hijos… Dios nos ponía en una circunstancia en la que teníamos que aprender a amarnos.
Teresa: Era como un nuevo reto. Aprender a amarnos en las dificultades, era madurar en el amor. Era aprender a amar de verdad, como Él.
Juan: Así que, a base de mucha oración, de recibir los sacramentos y de aprender a considerar que esas eran las circunstancias que nos enviaba el Señor con todo su amor infinito, nos pusimos a ello.
Teresa: Sí. Fue duro, pero nos empeñamos en ello. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Tanto nos amaba a nosotros que nos creó para entregarnos también el uno al otro. Era un lujo poder participar del amor de Dios, de Su misión inmensa por amor.
Juan: Y Dios lo hizo posible. Entre dodotis, tareas del cole y estrés del trabajo, había miradas de cariño entre nosotros. Había un hombro en el que llorar cuando uno de los dos llegaba al límite, había mensajes de “te amo” a media mañana…
Teresa: Y el sábado por la noche, había largos ratos para compartir juntos nuestras cosas. Era nuestro momento para reavivar el amor.
Juan: Tanto nos amó Dios, que entregó su vida para hacer nuestro amor posible. No podíamos defraudarle.

Madre,
Qué hermosa es la creación, y más si cabe, nuestra redención. Es un misterio que Dios nos quiera tanto, pero tristemente, es casi más misterio que nosotros no lo acojamos. Ayúdanos, Madre a acoger cada gota, cada resquicio del amor de Dios. Alabado sea nuestro Señor, honor y gloria a Él por los siglos. Amén.

En silencio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 12, 38-44

EVANGELIO
Esta viuda pobre ha echado más que nadie
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, y aparentan hacer largas oraciones. Éstos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.

En silencio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor nace de la sinceridad del corazón. Si actúo esperando algún tipo de agradecimiento o de reconocimiento, no estoy amando. Si actúo para sentirme bien, tampoco estoy amando, pues busco mi complacencia.
Se ama en silencio y esperando que la gloria sea para Dios, no para mí, y dando hasta que duela, como decía Madre Teresa de Calcuta.

Aterrizado a la vida conyugal:
Era viernes por la tarde. Hacía tiempo que habían planeado celebrar su cumpleaños al día siguiente, pero se produjo un contratiempo. Su esposo se estaba triste, desganado. Quizás por la acumulación de trabajo. De hecho, no recordaba nada de que la celebración era al día siguiente. Así que ella no dijo nada. Por dentro le corría como una especie de rabia contenida. Era su día, el que llevaba esperando tanto tiempo. Iban a ir juntos en familia a aquel sitio tan hermoso, lleno de jardines. Sus hijos estudiaban ya fuera, y poder hacer un plan tan bonito juntos era el mayor regalo que le podían hacer. Pero se encontró que nadie se acordaba de aquella celebración. Qué mal rato.
Puesto que su esposo estaba un poco depre, le pidió fuerzas al Señor y se decidió a mirarle sólo a él. Se sentó a su lado, se abrazó a él. “Qué te pasa a ti, cariño. No estés triste, anímate, que yo te quiero mucho.” Le susurró al oído. Y después se ofreció a acompañarle al fútbol al día siguiente, cosa que ella odiaba. Pero así daba gloria a Dios.
Un Arcangel estaba recogiendo todos esos tesoros para llevarlos ante Dios.

Madre,
Enséñanos a amar en silencio con un corazón sincero, para comunicar sólo la gloria de Dios y que nuestras acciones sean de Su agrado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.