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En cada actitud, en cada decisión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 12, 44-50

EVANGELIO
Yo he venido al mundo como luz
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
– «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor.

En cada actitud, en cada decisión.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor nos enseña con la Palabra una nueva manera de vivir. La manera del amor. El que no vive según esa forma de vivir, se condena a sí mismo a vivir rodeado de muerte. Cuando alguien, especialmente mi esposo, rechaza mi amor, no me rechaza a mí, sino que rechaza el Proyecto de Amor de Dios, y las consecuencias son para él/ella. Normalmente me siento muy ofendido, cuando mi esposo me rechaza, porque me pongo yo demasiado en el centro. La realidad es que cuando me rechaza a mí, rechaza a Cristo, y eso tiene consecuencias graves. Lo mismo ocurrirá cuando yo rechace a mi esposo en alguna ocasión o le desprecie.

Por tanto, hay dos tipos de esposos, los que se juzgan, se critican y se echan en cara actitudes, y los que se aman, se ensalzan y dan gracias a Dios por su cónyuge. ¿En cuál de los dos escenarios me reconozco? Según mi actitud será mi juicio. Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.

Una historia:
Él era un hombre célebre, de una excelente posición y reconocimiento social. Ella, una bellísima mujer. Un matrimonio que lo tenía todo. Pero el hombre no está preparado para el éxito, porque cree que nada es suficiente para él, así que aquel esposo se liaba con una y con otra y con otra. Su esposa, sola, se iba consumiendo por el dolor y la tristeza, así que, cuando las compras no acababan de llenar aquél vacío, se refugió en el alcohol que le fue destruyendo poco a poco. Aquella mujer estaba consumida, depresiva y extremadamente débil.
El día en que aquel esposo falleció, vino la prensa, la radio, televisión… y todo un elenco de famosos de Madrid. Al llegar la homilía, el sacerdote no pudo decir nada relativo al amor que había dado aquel hombre. Aquel hombre que parecía tenerlo todo, no tenía nada. Fue un funeral triste, oscuro y vacío.

Madre,
Las palabras de Cristo, son vida eterna. Vivir el Evangelio en nuestro matrimonio, es lo que nos da la vida, la alegría. Madre, queremos seguir Sus pasos, escucharle, esforzarnos cada día. Queremos que tu Hijo esté en cada decisión, en cada actitud. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Con paz. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 10, 22-30

EVANGELIO
Yo y el Padre somos uno
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
– «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
– «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor.

Con paz.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son uno, pero a la vez, son personas distintas. Es el misterio de la Santísima Trinidad, una comunidad de amor tan estrecha que siendo tres, son un solo ser, un solo Dios.

El matrimonio fue creado a imagen de esta comunidad de amor, de manera que, en la carne, también somos hechos “uno” por Dios. Así, tres personas distintas forman un solo Dios mientras que en la Tierra dos personas distintas forman una sola carne a imagen de Dios. Pero ¿por qué dos personas y no tres?. Porque hemos sido creados para compartir el amor de Dios, que es el Espíritu Santo, de manera que es Él quien nos une y quien nos hace uno.

Y este es el deseo final de Cristo en la oración sacerdotal antes de subir al Padre “que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Jn 17, 21) Es la petición final de Jesús.

Una historia:
Paloma: He dejado de creer en el amor en mi matrimonio. Hemos hecho un retiro de matrimonios, y parecía que todo iba a cambiar. Nos habíamos hecho muchos buenos propósitos sinceros, pero nada más llegar a casa, vuelven los nervios a hacer estragos. ¿Qué más puedo hacer?
Feli: Está claro. Es nuestra naturaleza caída. Hemos perdido la capacidad de amar casi totalmente. Pero por eso precisamente, El Señor vino al mundo y murió en la cruz, para dejar su Espíritu. ¿Crees de verdad que Él puede cambiar vuestro amor, que puede hacerlo crecer? O por el contrario en el fondo confías en vuestras fuerzas.
Paloma: Si me lo planteas así, la verdad es que hasta ahora he puesto nuestra confianza en nuestras fuerzas.
Feli: Ese es el error. El Señor no te va a conceder algo que creas que has conseguido con tus fuerzas, porque estaría creciendo tu vanidad, y sería perjudicial para ti. Cuando te relajes y le digas “Cuando tú quieras Señor, yo haré todo lo que pueda, y si no mejora la cosa, no me voy a entristecer ni a desesperar. Seguiré pidiéndote por nosotros y esperando a que hagas el milagro cuando Tú quieras, como Tú quieras y donde Tú quieras”.
Paloma: Ya, pero yo ya rezo por nosotros, y no sirve de nada.
Feli: Ya, pero pierdes la paz, y el Espíritu no puede actuar si pierdes la paz. Si no confías, de nada sirve. ¿Conoces la oración de “Jesús Confío en Ti”?
Paloma: Sí, la de Jesús de la Misericordia ¿no?
Feli: Esa. Pues rézala a diario, cuando veas que empiezas a perder la paz. Y después, confía en el Señor con todo tu convencimiento, en tu oración, en tu Eucaristía diaria, ponlo en Sus manos divinas.

¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tu deseos. Cierra tus ojos del alma y dime con calma: «Jesús confío en ti»…
http://es.catholic.net/op/articulos/15531/djame-al-cuidado-de-tus-cosas.html

La única salida. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 10, 1-18

EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor.

La única salida.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús abrazas mi vida y te haces parte de ella. Me conoces y estás pendiente de mí. Saberme amado por ti de manera singular, me da tranquilidad. Sólo hay una puerta por la que puedo salir o entrar, y esa puerta eres Tú. Si abro otra, entrarán los ladrones (del tiempo, las angustias, las ansiedades…) y me robarán la paz y me quitarán la vida. Pero Tú, Señor, eres mi Pastor, y contigo, nada me faltará.

Una historia de esposos:
Puerta 1 (Sin el Buen Pastor)
Sandra: Luis, tenemos que hablar. Estoy ¡Fatal!. Todo va mal. ¡No puedo más!.
Luis: Jo, Sandra, siempre estás igual. El sábado lo mismo, que si todo es horrible, que si nada va bien… Ya lo hablamos y planteamos soluciones.
Sandra: ¿Soluciones? Tú las únicas soluciones que me das es para que me calle, pero te importa un bledo cómo esté o lo que me pase.
Luis: Sí, encima de que me amargaste el sábado con tu negatividad y tu amargura, ahora me dices que no me importa lo que te pase ¿No? ¿Así me agradeces todo lo que hago por ti?. Pues sabes lo que te digo, que llames a tu madre que tanto te comprende y le cuentes todas tus desgracias…
Sandra: (Se va llorando y no le dirigió la palabra a Luis en tres días. Ese día habló con su madre de sus penas, entre ellas, de Luis)

Puerta 2 (Con el Buen Pastor)
Sandra: Luis ¿Quieres rezar conmigo? Otra vez me están entrando tentaciones de falta de esperanza.
Luis: (Piensa: Vaya, justo ahora que empieza la serie. Pero Sandra me necesita y ella es lo más importante para mí ofreceré este sacrificio por ella, para que el Señor le ayude) Sí, claro, esposa mía. Ya verás como el Señor te consuela.
Ambos: (Se cogen de la mano) “Ven Espíritu Santo. Inflama nuestros corazones…”
Luis: Señor, te pido por Sandra. Tú me la entregases para que fuera su ayuda. Dame capacidad para escucharle y luz para iluminarle en Tu nombre.
Sandra: Señor, no tengo derecho a quejarme. Eres muy grande y generoso, y me lo has dado todo. Te doy gracias por este esposo que me has dado, que me apoya y me consuela en los momentos más difíciles… Ahora necesito que me sanes de esta debilidad, y me envíes Tu paz, por Tu misericordia, porque tengo unas ganas terribles de llorar…
(Sandra va poniendo en las manos del Señor sus tristezas mientras llora desconsoladamente. Luis le aprieta la mano y le acaricia el pelo. Poco a poco, Sandra se va calmando en la oración. Luis le mira con admiración, por ese deseo que tiene ella de seguir la voluntad del Señor en el momento de la tribulación. Le ve luchar a pesar de la tormenta emocional que le sacude.
Al terminar, los dos se funden en un abrazo.
Sandra (Al oído mientras se abrazan, aún sollozando): Gracias Luis. Eres maravilloso. Menos mal que te tengo.
Luis: Gracias, Sandra. Eres admirable. Te damos gracias Señor, porque has salido a nuestro encuentro y nos has salvado. ¡Aleluya!

Amén.

Entre Tú y yo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan l0, 1-10

EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan l0, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mi son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor.

Entre Tú y yo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor es el Buen Pastor. Él me llama por mi nombre, me mira a los ojos con esa mirada cautivadora que tiene el Cristo de Emaús, y me dice: “Ven y sígueme. Te necesito” ¿A mí, Señor? ¿Tú me necesitas? Y me responde “Sí, a ti. Yo te amo y tengo un Proyecto de Amor para ti. Es algo importante, pero no te preocupes, yo iré delante. Si alguien intenta desviarte, no hagas caso. Si alguien te promete algo diferente, ni le mires, porque puede seducirte. Tú sígueme y prepárate para vivir una experiencia que colmará tus ansias de infinito”.

Y el Señor, me pone a mi esposo y me dice: “Aquí tienes la persona con quien tienes que construir tu Proyecto de Amor. La he creado expresamente para ti. No mires para otro lado, porque la puerta por la que llegarás a la plenitud está a través de él/ella, porque yo estoy en tu amor hacia él/ella. Si sigues mis designios, descubrirás la grandeza para la que has sido creado, y verás que he venido a vuestra unión para que juntos, tengáis vida abundante”.

Señor, yo escucho Tu voz, confío en ti, y porque confío en ti, confío en el esposo que me has dado, en mi vocación, en mis hijos, en todas las circunstancias que permitas en mi vida. Sé que tú vas delante, sin dejar de mirarme. Sé que me has dado a tu propia Madre. ¿Qué más puedo esperar? Detrás de ti, voy tranquilo, Señor. Alabado seas por tu grandeza y tu generosidad, mi querido Buen Pastor.

¿Hay algún camino mejor? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 60-69

EVANGELIO
¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
-«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
– «¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
– «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
– «¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
– «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».

Palabra del Señor.

¿Hay algún camino mejor?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es cierto que el mensaje del Señor es difícil de entender. Jesús habla de comer su carne, y obviamente, suena bastante raro. Y es que las cosas de Dios son complicadas de entender para los hombres, por no decir imposibles.

En el matrimonio, cuando hablamos de entrega total al esposo, de sometimiento mutuo, de nacer del corazón del otro, de cargar con sus pecados para ser corredentores con Cristo, de devolver bien por mal, etc. Todo esto es complicado de entender para nosotros. Sobre todo, cuando el esposo no colabora, no intenta ser mejor, o no tiene fe. Amar a quien no te ama, es antinatural, porque hemos sido creados para amar y ser amados.

Pero Pedro, con toda la humildad, nos da la clave: Y si no creemos la Palabra de Dios, ¿qué vamos a creer? Si seguimos a Cristo ¿A quién vamos a seguir? El Señor ha demostrado que nos ama, es nuestro creador, no tengo que hacerme muchas más preguntas.

Teresa, yo creo que ya no voy a ir más a la reunión de matrimonios. Aprendemos cosas, pero luego no nos sirve de nada. Seguimos discutiendo en muchas ocasiones, tú pierdes los nervios, como ayer, y te pones hecha una furia. Ya, Ramón -contestó Teresa- pero es que seguimos en camino. Vamos avanzando poco a poco. Estamos aprendiendo sobre la verdad del matrimonio, y nos estamos esforzando, aunque deberíamos poner más interés. Ya vamos sabiendo identificar nuestros errores, y por temporadas vamos mejorando. Pero una cosa sí te digo, si no seguimos aprendiendo sobre la verdad del matrimonio, si no nos sentamos a hablarlo juntos al menos una vez al mes, si no tenemos un grupo de referencia, si no nos ponemos un compromiso para reunirnos una vez al mes ¿Dónde vamos a ir?. El Espíritu está en la Iglesia, y nosotros participamos en ella. Ese es el camino, Ramón. Ramón comprendió que había sido objeto de una tentación, y se comprometió a no volver a caer en ella.

Madre,
Tú nos guías, tú eres Madre de la Iglesia. Todo lo que aprendemos viene del Espíritu Santo, y no vamos a rendirnos. Te seguiremos, porque Tú nos llevas hacia el Señor y Él es el Santo, el Consagrado de Dios. Alabado sea por siempre. ¡Aleluya!