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Volar o enterrarse. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 18-22

EVANGELIO
Sígueme

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo:
-«Maestro, te seguiré adonde vayas»
Jesús le respondió:
-«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
Otro, que era de los discípulos, le dijo:
-«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
-«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos».

Palabra del Señor.

Volar o enterrarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cristo nos habla de dos caminos, el Suyo que representa la libertad y la vida y el de los enterramientos y la muerte. Volar o enterrarse.

La decisión la tomamos cada uno. ¿Queremos ser esposos enterrados en vida o esposos dispuestos a volar con Cristo? Una paloma no vuela si tiene algo que le amarra a la tierra, ya sea una soga o un hilo. Tengo que estar dispuesto a cruzar a la otra orilla si Jesús me lo pide, aunque no esté en mis planes. A lo mejor Cristo me lleva por otro camino totalmente diferente del que quiero seguir. En el Evangelio de hoy, es justamente cuando les sigue mucha gente, cuando decide el Señor cruzar a donde no hay nadie. Jesús va a sacarme de mis planes y mis seguridades, de mis triunfos.

Dice San Juan Pablo II que por el pecado se produce una ruptura entre los deseos del cuerpo y los del alma. Los de la carne tienden a mundanizarnos, animalizarnos y los del espíritu tienden a hacernos más personas y a divinizarnos (asemejarnos a Dios).

Para ser libre y volar, tengo que ser rey de mi cuerpo, de mis pasiones y de mis deseos, una gracia que recibo por el bautismo. Ahí reside la belleza de la ascética, del esfuerzo por alcanzar la virtud de la prudencia (discernir el bien y elegirlo), la justicia (dar a Dios y al prójimo lo que les es debido), la fortaleza (firmeza y constancia para resistir las tentaciones y superar los obstáculos del mal) y la templanza (modera la atracción por los placeres y asegura el dominio de la voluntad sobre los deseos).

Sobre estas 4 virtudes cardinales (fundamentales) habla la tercera parte del catecismo. Se titula “La vida en Cristo” y trata precisamente la dignidad de la persona humana. http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c1a7_sp.html

Solemos tener la sensación de que las dificultades y el enemigo están en el esposo. Ojo con las sensaciones que nos engañan y nos desvían. Por revelación sabemos que mi enemigo está en mi interior y sin embargo mi esposo, que parece mi enemigo, es en realidad mi ayuda adecuada. Si quieres ser libre y volar, lucha contra tu enemigo interior en la dirección de estas 4 virtudes cardinales. Sólo el alma que vuela, es dueña de sí misma y puede y desea entregarse. Sólo el esposo que vuela, puede amar a su cónyuge como Cristo. ¡Síguele!

Madre:
A ti sí que te cambió Dios los planes. Desconcertada muchas veces, seguías fiel a Su voluntad. Dócil al Espíritu te hiciste bienaventurada. Porque el Señor nunca defrauda. Bendito y alabado sea por siempre. Amén.

Sin mirar atrás. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 51-62

EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando se completaron los días en que iba de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
– «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y les regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
– «Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
– «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
– «Sígueme».
Él respondió:
– «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
– «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
– «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
– «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Palabra del Señor.

Sin mirar atrás.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy hablaremos de la libertad.

Lo primero que aprendemos para nuestro matrimonio en este Evangelio, es que, si tu esposo alguna vez rechaza a Jesús, no te indignes con él, o recibirás una regañina del Señor. Tu esposo tiene derecho a hacerlo, es un derecho que le ha dado Dios mismo, y aunque nos duela igual que le duele a Él, hay que aguantarse y amarle en su decisión. Hay que amarle más, porque le faltará mucho amor en su vida.

Lo segundo es que, una vez que decidimos seguir al Señor, se acabaron las comodidades, se acabó la estabilidad, porque el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Va allí donde más le necesitan. ¿Aun así, quieres seguirle?

Seguir al Señor, al Esposo, es tomar la decisión de dejar atrás todo lo muerto, todo lo caduco. ¿Cuál es el fin último de mis deseos y mis ilusiones? ¿Algo caduco, destinado a morir? ¡Déjalos!. “Tú vete a anunciar el Reino de Dios” con tu vida.

Y la decisión por la libertad plena es seguir a Jesús y no mirar atrás. Para poder decidir libremente sobre mí, no puede haber nada que me ate. Los esposos cuando nos hemos herido miramos hacia atrás, hacia todo eso que nos ha producido dolor y esta actitud de corazón, no vale para el reino de Dios. Ese dolor que se aferra al corazón “escondido entre razones”, cuando no queremos reconocer que, en el fondo, no estamos dispuestos a olvidarlo. Es como un pequeño, perdonar la expresión, tesoro de mierda.

Dejarás a tu padre y a tu madre, te unirás a tu mujer y los dos formaréis una sola carne. Es, como veíamos en el sopor, un morir a la individualidad para renacer como la unión de dos. Hay que apostar para que nuestra vida no sea una apostasía. Hay que nacer de nuevo cada día, dejar que el Señor haga nuevas todas las cosas. El reino de Dios es Vida, da vida: es perdón, reconciliación, arrepentimiento, tesón, mucho esfuerzo, bendición, alegría, mansedumbre, confianza en la providencia, renuncia por amor, humildad, pobreza de espíritu, sacrificio, Paz, amor…

Miremos más allá de lo que ven nuestros ojos de carne, y descubramos a Cristo en nuestro esposo, con los brazos abiertos, ofreciéndonos un reino de Amor, un abrazo eterno, una vida hermosa que merece la pena ser vivida. Miremos hacia delante, a nuestro objetivo de comunión, ser uno en nuestro matrimonio y con Dios.

Madre:
He descubierto hoy que, la paz interior depende de que ordene mis prioridades y las coloque en su sitio y que deje atrás lo malo, lo feo, lo sucio, lo doloroso. Cuando en lo más profundo de mi corazón sepa que estoy haciendo lo que debo (sea difícil, costoso o como sea), entonces habrá paz en mí. Sólo desde que mi prioridad es Dios y por tanto, mi vocación, hay paz en mí. Gracias por tanta luz como nos has dado. Bendita seas por mostrarnos el camino. Reina de la familia, ruega por nosotros.

Dotados de “súper poderes”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 5-17

EVANGELIO
Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
– «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Jesús le contestó:
– «Voy yo a curarlo. »
Pero el centurión le replicó:
– «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
– «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Y dijo Jesús al centurión:
– «Vete, que te suceda según has creído».
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; la tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».

Palabra del Señor.

Dotados de “súper poderes”.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En este Evangelio destacan dos cosas: La fe del centurión, que llega a provocar “admiración” en Jesús, y la compasión y misericordia del Señor que “tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”.

Son las dos cosas que casi “obligan” (y sin casi) a actuar a Dios. Nuestra debilidad y nuestra fe. Menudas dos armas ha dejado en nuestras manos. Son como “súper poderes”.

Nuestra debilidad no nos gusta, pero es por nuestra vanidad y nuestro pecado de orgullo. Bendita debilidad, ¡Feliz culpa que mereció tal Redentor! (San Agustín). “En mi debilidad me haces fuerte”, reza la letra de una hermosa canción de Brotes de Olivo parafraseanso a San Pablo. Y es que, precisamente la debilidad es la que atrae a Dios, Él está con los más débiles. Nos empeñamos en parecer fuertes y perfectos, y esto, produce una reacción de rechazo en cualquier relación. A Dios tampoco le gusta. Dios mismo se hace vulnerable, se hace bebé para venir a amarnos. Cuando vemos la belleza del esposo en su debilidad, entonces estamos participando de la mirada del Creador. Y esto nos lo muestra en la oración juntos.

Lo segundo era la fe. Es verdad que el corazón del esposo puede estar paralizado, como el criado del centurión, y provocarle y provocar un sufrimiento enorme. Es el momento de la fe. “El amor todo lo cree” ¿No es cierto?. Si tengo fe, rezo a Dios por él/ella y ofrezco ayuno por él/ella, convencido de que Dios lo sacará de su parálisis. Aunque no soy digno de Su intervención, tu esposo quedará sano. Lo hemos visto con estos ojos. Es real. El Señor no se puede resistir a la fe de un esposo por su cónyuge. Le provoca incluso admiración, como en el Evangelio. Todo un Dios que se admira de la fe de un esposo pequeño y débil. Eso sí, debes estar seguro de que Dios puede hacerlo, y ¡Lo hará!.

Madre:
Tú tienes fe en que Dios va a hacer grandes cosas en nuestro matrimonio. Por eso, como en Caná, nos dices que hagamos lo que Él nos diga. Que pongamos la Palabra en práctica en nuestro matrimonio. Llenaremos nuestras vasijas del agua del nuestros esfuerzos, y Tú Madre, estás segura de que Él lo va a convertir en el mejor vino. Y nosotros, también. Estamos seguros. Alabado sea el Señor. No somos dignos de que entre en nuestro hogar, pero Él va a hacer el milagro. Bendito sea por siempre. ¡¡Aleluya!!

Según el plan de Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1, 57-66. 80

EVANGELIO
Juan es su nombre.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
– «¡No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron:
– «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
– «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.

Según el plan de Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¡Qué maravilla!. El pueblo de Dios estaba atento a Sus designios. Todo lo que acontecía tenía relación con Dios, con su plan.
Simplemente porque nace un niño de una mujer mayor, ya lo consideraban un acto de misericordia de Dios. Ahora como mucho lo incluiríamos en el libro de los Guinness de los records, pero nada trascendente.

Hasta qué punto lo veían así que “Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: – «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él”. Así, con esta fuerza vivían los designios Divinos.

La gente le daba un valor y un peso tremendo a todo lo que acontecía porque en todo veían la mano de Dios, y no se equivocaban. Nosotros, esposos, deberíamos tener mucho más en consideración a Dios en nuestra vida, en todo cuanto acontece ver su mano, descubrir algo grande en nuestra relación, en el esposo, en nuestra misión. Dios nos mueve, Dios lo mueve todo ¿Por qué vivimos una vida profana si somos hijos de Dios?.

El Señor hizo grande a San Juan desde el principio. Engendró a San Juan como el precursor de Cristo, desde siempre. Según el ángel, Juan será «grande a los ojos de Dios»; su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, le llamará «profeta del Altísimo»; el mismo Juan se definirá como «una voz que clama en el desierto para preparar los caminos del Señor»; y Cristo dirá que es «el más grande entre los nacidos de mujer». Y todo por obra de Dios, no por los méritos de Juan.

¿Y creéis esposos, que Dios quiere hacer una obra pequeña con nosotros?. Dice San Juan Pablo II en relación a nuestra la comunión en el matrimonio que ‘el concepto trinitario de la «imagen de Dios», …constituye incluso el aspecto teológico más profundo de todo lo que se puede decir acerca del hombre’. Poder vivir nuestra comunión a imagen de Dios, es lo más a lo que puede llegar el ser humano en la tierra.

Madre:
Muéstranos a Dios en nuestra relación conyugal. Muéstranos la belleza de Su plan. Él nos ha dado una dignidad enorme, Él comparte su divinidad con nosotros. Bendito y alabado sea. No permitamos vivir en la mediocridad y aspiremos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como hizo Juan. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Escuchar para conocer. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 21-29

EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
– «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé:
– “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad»
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa ; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.

Palabra del Señor.

Escuchar para conocer.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Rezar es hablar con el Señor y sobre todo, escucharle para conocerle. Tal como dice Jesús, podemos creer que estamos actuando en Su nombre y sin embargo, no conocerle. La manera de conocer a Jesús es, primero escucharle y una vez que le conocemos, hacer lo que nos dice y lo que nos ha mostrado con su vida, por amor a Él.

Para ello, recomendamos vaciarnos de nuestros criterios y escuchar atentamente el Evangelio diario, juntos. Decíamos que lo segundo es aplicar el Evangelio a nuestro matrimonio, porque si no, ¿Dónde vamos a vivir el Evangelio coherentemente? Somos testigos de la verdad y del amor a través de nuestro matrimonio.

El amor entre el Señor y nosotros es imagen del amor entre los esposos. Puede que estemos trabajando el uno por el otro, puede que estemos colaborando en las tareas de hogar pero ¿Qué pasa si no nos escuchamos? Quizás al final de nuestros días, tengamos que decirnos también “Nunca te he conocido”.

Hablemos de escucharnos: El Papa nos da algunos consejos en Amoris Laetitia:
137. “Darse tiempo, tiempo de calidad, que consiste en escuchar con paciencia y atención, hasta que el otro haya expresado todo lo que necesitaba. Esto requiere la ascesis de no empezar a hablar antes del momento adecuado. En lugar de comenzar a dar opiniones o consejos, hay que asegurarse de haber escuchado todo lo que el otro necesita decir. Esto implica hacer un silencio interior para escuchar sin ruidos en el corazón o en la mente: despojarse de toda prisa, dejar a un lado las propias necesidades y urgencias, hacer espacio. Muchas veces uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Tiene que sentir que se ha percibido su pena, su desilusión, su miedo, su ira, su esperanza, su sueño”.

Vemos que, para escuchar a mi esposo, tengo que hacer básicamente lo mismo que para escuchar a Dios. Al fin y al cabo, lo que hagamos con alguno de estos, con Él lo hacemos. Después, lo hablado tiene que provocar en mí una respuesta, debe llegarme al corazón para convertirse en acción.

¿Qué os parece practicar la actitud de María con nuestro esposo? Ella guardaba todas las cosas meditándolas en Su corazón. ¿No es esto construir sobre roca tanto con Dios, como con nuestro esposo?. Un matrimonio que escucha así al Señor y se escucha así y se conoce así construye un amor que no se tambalea ni con los vientos, ni con los ríos.

María:
Madre, el Señor tiene sed de mi amor y yo quiero dárselo amando allí donde me ha enviado, que es en mi matrimonio, haciendo Su voluntad. Es en el corazón donde sucede todo, si no conectamos nuestros corazones, seremos como extraños. Yo quiero acceder al corazón del Señor y al de mi esposo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.