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La obra maestra de Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 44-46

EVANGELIO
Vende todo lo que tiene y compra el campo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
-«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».

Palabra del Señor.

La obra maestra de Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El reino de los cielos en este mundo es el proyecto de amor de Dios para mí, materializado en mi vida, por el que me voy avanzando poco a poco para llegar a Él.

Tiene que ser un proyecto hermoso porque es de Dios, que me ilusione porque he sido creado para vivirlo, siempre creciente porque la meta es la más alta a la que podemos llegar y permanente porque no puede haber momentos en los que la vida deje de tener sentido. Y desde luego, tiene que ver con el amor, porque Dios es amor, todo lo mueve el amor y sólo el amor permanece.

Ese proyecto de amor comienza con el bautismo, por el que nos hacemos parte de Cristo, cuando comienza por tanto nuestra vida divina (De ahí que se llame el reino de los cielos y no de la tierra) y se concreta en nuestra vocación, que es nuestro Sacramento del matrimonio.

Señor, queremos alcanzar a ver en el sacramento del matrimonio la “obra maestra de Dios” (tal como se definen los sacramentos en el catecismo Nº 1116), queremos vivir ese Proyecto de Amor que has diseñado para nosotros, un proyecto en el que aprenderemos a salir de nosotros mismos, en el que aprenderemos el uno del otro, en el que podemos apoyarnos, y sobre todo, en el que Tú estás presente porque es un Sacramento. Te damos gracias por nuestro matrimonio, ese tesoro escondido. Alabado seas por siempre.

Esposos que brillen como el Sol. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 36-43

EVANGELIO
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: -«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: -«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor.

Esposos que brillen como el Sol.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor es ese sembrador que sembró en nosotros la semilla buena, y el Demonio es ese otro que, cuando nos alejamos de Dios, sembró la mala. ¡Qué duro es pero qué real! O somos ciudadanos del Reino o partidarios del Maligno ¿Cómo lo sabemos? Como hemos dicho, hay dos sembradores, no hay un tercero. Sólo me tengo que hacer esta pregunta: Lo que hago ¿Lo hago en nombre de Jesucristo? O sirviendo al Demonio (que viene representado por): Lo que me apetece, el desamor (críticas, difamaciones, rencor, deseos de venganza, desprecios…) o buscar los éxitos del mundo (poder, dinero, mi imagen, fama…).

Como dice el Papa Francisco: (hay) “cristianos que no dan testimonio. Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepciones, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a los que piden ayuda a gritos a Jesús”. ¿Acerco a las personas a Cristo con mi ejemplo y mis palabras?

Por tanto, me toca contemplar qué ha sembrado Cristo en mí, para ponerlo a Su servicio. Mi esposo, mi matrimonio, mis hijos, mi capacidad para el trabajo, mi generosidad, mi capacidad de servicio, mi sociabilidad y un larguísimo etcétera. Porque Dios ha sembrado mucho bueno en mí, porque me ha confiado un proyecto muy importante en esta vida.

¿Pongo todo esto al servicio de Jesucristo? Entonces, ¡Bien! Seguro que estaré dando frutos de unión y acercando a Dios.

Pongo mi matrimonio al servicio de Dios ¿Cómo? Siendo testigos del Señor ante nuestros hijos con nuestro amor. Siendo testigos del Señor ante el mundo, con nuestro amor. Entonces daremos fruto abundante y brillaremos “como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

Madre:
Reina de la familia, ayúdame a tener una vida interior cristiana auténtica, para responder con amor al amor que Dios me ha dado.

Ser para los demás. Comentario del Evangelio para matrimonios: Mateo 20, 20-28

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor

 

Ser para los demás.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy es día de Santiago Apóstol (El Zebedeo), patrón de España. Su madre le buscaba un buen puesto en el cielo. Jesús nos anima a no buscar los mejores puestos, sino ser servidores como Él, que ha venido a servir. Nuestro matrimonio, como camino de seguimiento del señor, es un compromiso para toda la vida en el que no hemos venido a ser servidos, sino a servir. Es nuestra manera específica de seguir a Cristo, siendo servidores de nuestro esposo. Es un cáliz que hay que beber, y es duro, pero así estamos con Él y en Él y esto lo convierte en un brindis, por el que bebemos este cáliz con alegría.

Hoy como la madre de los Zebedeos te pedimos por nuestros hijos, pero no para que se sienten a tu derecha o tu izquierda, sino para que les llames a beber de Tu cáliz, para que con tu Sangre les purifiques de todo lo malo y les protejas del mal con el bien. Nosotros nos comprometemos a enseñarles con nuestro propio ejemplo, que la vida no es buscar triunfos sino servir.

La manera de Jesús de servirnos es “dar su vida en rescate por muchos”. Sólo Él salva. Sólo Él podía rescatarnos.
La Conferencia Episcopal Española ha publicado hace unas semanas un documento llamado “Jesucristo salvador del hombre y esperanza del mundo”. En él nos recuerdan que Jesucristo es el único salvador. No basta ser bueno, ni ser servicial. Primero hay que adherirse a Cristo porque sólo Él salva. Dice ya desde la introducción: “solo estando en comunión con Él podemos realmente llegar a ser para los demás”.

Madre:
Tú que fuiste esclava del Señor, y le enseñaste a Jesús como Madre, con tu servicio y con tu entrega, enséñanos a nosotros también. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

El arte de pedir. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 1-13

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1-13

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»
Y les dijo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.» Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

Palabra del Señor

El arte de pedir.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor nos enseña a orar, con Dios Padre. Es que no acabamos de enterarnos de que es nuestro Padre. Cuesta, quizás porque no le vemos. Pero con los ojos de la fe, podemos llegar hasta Él.

Y mantenemos una relación en la que Él es el dador de todo y nosotros le necesitamos en todo. “Pedid y se os dará” nos dice el Señor. En esta relación Dador – receptor, que mantenemos con Él, si uno de los dos falla no es Dios, pues Él es un Padre bueno y fiel. Los que fallamos somos los que pedimos, que o no estamos en buena disposición para poder recibir, o pedimos mal, o pedimos lo que no nos conviene.

Esposos ¿Rezamos por nuestro matrimonio? ¿Y por nuestro esposo?. Si lo hacemos y no ocurre nada, ¿Será porque no estamos bien dispuestos, en gracia de Dios, para poder recibir? (En gracia de Dios significa limpios de pecado y acudiendo con regularidad a la oración y los sacramentos) ¿Será porque no somos perseverantes en nuestra petición o nos falta fe? Y en tercer lugar, ¿Será porque lo que pedimos no es un bien mayor en nuestro camino hacia Dios o no es acorde con la voluntad de Dios?. Con seguridad que nuestro Padre nunca responde «no» y menos aún si la petición está relacionada con nuestra vocación.

Sus tres posibles respuestas son: «Sí», «Todavía no» o «Tengo algo mejor que darte que eso que me pides». ¡Gracias! Padre.

Madre:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante El por el amor. (Ef 3,ss). Amén.

No me toca a mí. Comentario de Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 24-30

EVANGELIO
Al arrancar la cizaña podríais arrancar también el trigo.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al amo:
«Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?»
Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.»
Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.»

Palabra del Señor.

No me toca a mí.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es cierto que nosotros no sabemos separar la cizaña del trigo. A veces porque no lo hacemos con cariño, otras porque utilizamos nuestros propios criterios para discernir qué es cizaña y qué es trigo, y nos equivocamos. También porque nuestro juicio no es justo… En definitiva, Dios no nos ha dado autoridad para hacerlo. Echamos sobre nuestras espaldas responsabilidades que no nos tocan, y otras que sí nos tocan (como es el esfuerzo personal por amar cada día más), las dejamos de lado. Así no nos puede ir bien.

En el colegio, cuando cometíamos un error, el profesor nos hacía escribir 100 veces lo correcto. Pues deberíamos escribir 100 veces: “No me toca a mí eliminar lo negativo de mi esposo, no me toca a mí eliminar lo negativo de mi esposo, no me toca a mí eliminar lo negativo de mi esposo…”

A mí lo que me toca es acoger a mi esposo tal como es, cada día con más amor, cada día con más alegría, considerándolo un inmenso don de Dios.

Madre:
¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana (San Juan Pablo II). Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.