EVANGELIO
El que escucha la palabra y la entiende, ese dará fruto
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 18-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno».
Palabra del Señor.
Notas: Próximas misiones.
- Retiro en Madrid: 7, 8 y 9 de septiembre (Casa de espiritualidad de Cristo Rey) Completo.
- Retiro en Madrid: 14, 15 y 16 de septiembre (Casa de espiritualidad de Cristo Rey) Completo.
- Retiro Málaga y Mallorca en Málaga y campamento para los niños: 05, 06 y 07 de octubre. Casa Diocesana. Infórmate aquí: https://proyectoamorconyugal.es/?p=4926
- Retiro en Barcelona: 26, 27 y 28 de octubre (Casa de Espiritualidad María Inmaculada. Tiana).
- Retiro en Valladolid: 23, 24 y 25 de noviembre (Casa de Espiritualidad Sagrado Corazón)
- Retiro en Pamplona: 14, 15 y 16 de diciembre (Casa de Javier)
“Superf-Incons-Munda-Conv”
Cuatro actitudes ante la Palabra: Superf-Incons-Munda-Conv. La actitud superficial (por ejemplo, el que se la aplica a los demás), la del inconstante (Se hace propósitos pero no los cumple), la del mundano (Tiene su corazón en las cosas caducas de este mundo) y la del que se convierte y cambia. ¿Pasa el tiempo y no me transforma la Palabra de Dios? Será por uno de los tres motivos anteriores. ¿Me va transformando la Palabra de Dios? Entonces, puedo decir que sí la estoy acogiendo y el Señor, dará fruto a través de mí.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: Mi problema era que, aunque la Palabra de Dios me decía que mi esposa es la ayuda adecuada que ha creado para mí, pensaba que eso debía tener otro significado, porque yo no veía en ella ninguna ayuda. No veía más que sus defectos. Más tarde descubrí que el problema estaba en mi mirada, y que ella era realmente un don de Dios para mí.
Beatriz: A mí me explicaron que mi esposo es un precioso don de Dios para mí, y que incluso lo malo que hay en él, puede ser un camino para crecer como persona y como matrimonio. Flipé cuando me lo explicaban, y me pareció precioso. Pero luego volví a mi vida del día a día, y me olvidé de todo. Volví a tratarle con desprecio por no aceptar sus pecados. Le veía como el malo. Hasta que un día, decidí que no iba a volver a mirarle así y que intentaría descubrir el don de Dios en él. Por la gracia de Dios, poco a poco se iba purificando mi corazón y fue cambiando mi mirada. Hemos aprendido y crecido mucho juntos desde entonces.
Pedro: Yo además, estaba muy centrado en mis negocios y en el golf. La conversación con mi esposa me parecía “cosas de mujeres” y no le prestaba mucha atención. Hasta que comprendí que ella y mi relación con ella es lo más grande que tengo en la vida. Es mi camino de santidad. Es el legado que dejaremos a nuestros hijos. Esto cambió mi prioridad y ahora lo primero es mi matrimonio, y después, todo lo demás. Si ella no está bien atendida, no atiendo ninguna otra cosa.
Beatriz: Así es como los dos, fuimos comprendiendo la grandeza de nuestra vocación. Descubrimos lo bien que Dios había hecho todas las cosas, y empezamos a aprender el uno del otro, a unirnos frente a los problemas, a profundizar en el corazón del otro… Así empezamos a construir una intimidad común, unidos a Dios. Aún seguimos descubriendo la belleza y los misterios de este hermoso sacramento que Dios ha puesto en nuestras manos.
Madre,
En Su palabra, el Señor nos da las claves de la vida, de la santidad y de la felicidad. Y todo el problema lo tenemos en que no queremos acogerla. Danos un corazón como el Tuyo, que acoge siempre la Palabra, meditándola en el corazón, de donde sale lo malo, pero también lo bueno. Gracias Señor por compartir con nosotros tu Sabiduría eterna. Amén.