EVANGELIO
La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios»».
Palabra del Señor.
Rumbo al nuevo mundo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
El anuncio del amor con amor: Ese “quedarse” demuestra al que recibe el mensaje que realmente nos lo creemos. Muchas veces demostramos nuestra falta de fe por evitar la convivencia. Tenemos que ir sin miedo, y que cada cosa que hagamos convenza, porque la gente lo necesita. La gente necesita coherencia y la coherencia es exigente. En la evangelización no vale hacer las cosas a medias. Si te entregas, te entregas, y si hablas pero no te entregas, no sirve. Recuerdo la charla de una mujer que enseñaba un montón de técnicas para alcanzar la paz interior, pero que luego nos contó que a los pocos días, se marchaba a la India para encontrar la suya. Las técnicas tenían mucha lógica, pero si no le habían servido a ella, tampoco nos iban a servir a los demás.
Hoy, que celebramos el día de los enamorados, Dios nos envía de dos en dos, y nos envía a través de nuestra vocación. Escuchábamos hoy sobre las catequesis de San Juan Pablo II, que el matrimonio es la mejor puerta para llegar a conocer a la Santísima Trinidad, porque nuestra relación está creada a imagen de la Suya. Si vivimos nuestra relación como Dios la pensó, reconoceremos en nuestro amor el Amor de Dios ¿No es una pasada?. Por eso nos envía Dios de dos en dos a los esposos, para que podamos reflejar quién es Él en nuestra relación de comunión.
Pero claro, hay que ir a por todas. Tengo que saltar sin red. Como Colón cuando marchaba a descubrir América. Es cierto que esperaba llegar a las Indias y acabó descubriendo otras tierras, pero su apuesta decidida en la que se jugaba la vida, dio lugar al descubrimiento de un nuevo mundo. Así es el matrimonio.
Hay esposos que no se atreven a alejarse mucho del puerto para volver de vez en cuando a tierra firme. Hay otros que no tienen un rumbo fijo y cada vez apuntan para un sitio, pero yo tengo que ir sin talega, ni alforjas, ni sandalias. Dejémoslo todo atrás. Tampoco debo distraerme hablando con nadie, es decir, que ninguna otra cosa me distraiga de mi misión de esposo. Si me lanzo a por todas, puede que la travesía sea dura, como ovejas en medio de lobos. Puede que haya tormentas, hambre, incluso motines a bordo, pero con la ayuda del Señor, poco a poco iremos avanzando y descubriremos la riqueza del nuevo mundo que estamos llamados a descubrir. El mundo de la Caridad Conyugal, un mundo digno de dioses, no de hombres.
¡Felicidades!
Madre,
A veces nos da miedo la travesía. A veces buscamos la seguridad en otras cosas. Mi seguridad está en mi matrimonio. Hoy te pido que le des gracias al Señor por la vocación tan grande a la que me ha llamado. Quiero descubrir a Dios en mi relación con mi esposo. Sé que ahí está mi tesoro, sé que a medida que lo vaya desenterrando, brillará tanto que atraerá a muchos. ¿Quién no quiere un tesoro?. Alabado sea el Señor que tanto nos ha dado. Amén.