EVANGELIO
¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?
Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
«¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido».
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Señor.
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Rechazo->Aceptación->Salvación.
De partida, cuando mi esposo peca contra mí, mi primera reacción puede ser el rechazo: Le juzgo y le condeno tan rápidamente que no se distingue el primer paso del segundo. En contraste, veo cómo actúa el Señor, que lo deja todo por ir a por mí cuando peco contra Él, porque lo que le importa no es la ofensa a Él, sino mi alma. Sólo piensa en sanarme y salvarme.
Una vez que he entendido esto, el siguiente paso es la aceptación. Acepto a mi esposo en sus pecados, y los soporto como mejor puedo. Pero el Señor, echa la oveja perdida sobre sus hombros, cargando Él con su pecado ofreciéndose por él/ella. Cuando aprendo esto de Cristo, doy un paso más: Miro a mi esposo como una oveja perdida que necesita a su ayuda adecuada, que soy yo, para salir del agujero en que se encuentra. Así, convierto esa situación de pecado contra mí, de un rechazo a una misión en la que no me quita la vida, porque soy yo quien la da. Dice San Juan Pablo que, desde la entrega de Cristo a Su Esposa la Iglesia en la Cruz, el Sacramento del Matrimonio está íntimamente unido al Sacramento de la Salvación. Así que, cuando mi esposo peca, tengo una misión encomendada por Cristo, y es ser Sus ojos, Sus manos, Su voz, para intentar recuperar al esposo caído y traerlo de vuelta, sobre mis hombros, en el nombre del Señor.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Matrimonio Tutor: Mercedes, ¿Te acuerdas aquella primera reunión en la que nos decías…? “Mi esposo es hermético. No me cuenta sus cosas ni le interesan las mías. No quiere profundizar. Es muy egoísta y tiene muy mal carácter… No le soporto…” ¿Y tú, Juan? Que ponías a tu mujer de desequilibrada, que siempre iba con el careto, y que no paraba de echarte en cara las mismas cosas del pasado una y otra vez… Bien, pues ya habéis dado el primer paso de aceptaros con vuestras virtudes y vuestros defectos. Pero no podéis estar toda la vida simplemente “aceptándoos”. En el camino de la santidad, ahora toca dar un paso más y es, aprender a amarle a pesar de sus pecados.
Mercedes: Eso no sé si va a ser posible. Ya bastante me cuesta aceptarle. Otra no lo aguantaría…
Matrimonio Tutor: Mirad, el Señor quiere quitaros todos esos pegotillos, que no forman parte de vosotros. Su verdad es como será en el cielo, y allí no tendrá pegotillos. Así que, vuestra misión como esposos, es ayudaros a despojaros de todo eso, con cariño, con paciencia. Tenéis que acercaros el uno al otro en esos momentos, para profundizar en el otro, comprender su corazón, que le pasa… qué le duele… Nuestra misión de esposos está íntimamente relacionada con la de ayudarnos a salvarnos mutuamente. Eso sí que es una misión por la que merece la pena vivir. ¿No os parece?
Mercedes: Sí, desde luego. Lo que pasa es que a veces el egoísmo me ciega, pero entiendo lo que decís y tiene todo el sentido. Es la mejor manera de amar a mi esposo. ¡Vamos a conseguirlo con la ayuda de Dios!
Juan: ¡Vamos, Mercedes! Ya hemos andado una parte del camino. Yo quiero entregarme por tu salvación.
Madre,
El Demonio se empeña en que confunda el pecado con la persona que lo comete, y el rechazo que debería sentir por el pecado, lo siento por la persona. Ayúdame a mirar a mi esposo como Dios lo/a ve, y tener esas entrañas de misericordia que Dios tiene. Me anima mucho saber con qué ternura me mira Dios cada vez que caigo. Alabado sea el Señor.
El matrimonio cristiano implica entrega, dedicación, preocupación por el cónyuge, estar atento a sus necesidades y estados de ánimo, disculpar sus fallos o faltas, las más de las veces de forma no muy consciente y estar agradecido ante sus detalles cariñosos y de generosa entrega.
Virgen María, Madre Ntra. Ayúdanos a vivir conforme a lo que Dios ha dispuesto para el matrimonio que el creo.
Espíritu Santo ven siempre en nuestro auxilio.
LINDO DÍA, YO LOS HONRO Y LES AGRADEZCO EN INFINITO POR ESTE CELESTIAL PROYECTO,…..HA SIDO DE GRAN AYUDA Y APRENDIZAJE…….
ESTA REFLEXIÓN DE HOY ME HACE PREGUNTARME Y SI UN ESPOSO NO QUIERE POR NINGUN MEDIO QUE LO SALVE Y YA NI QUIERE MI AMOR, SI POR AÑOS SE HAN HECHO DIFERENTES ESTRATEGIAS PARA LLEVAR UN MATRIMONIO COMO DIOS LO SOÑO Y LO PENSO???? QUE HACER MAS…….