EVANGELIO
La mies es abundante y los obreros pocos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, en ella y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».
Palabra del Señor.
Málaga: Recorrido por vuestro corazón de esposos, con José Luis y Magüi, profundizando en «Los frutos del Amor Conyugal» el miércoles 16 de febrero en la Casa Hermandad del Sepulcro (Calle Alcazabilla, 5) a las 20h
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Paz, sanación y Reino.
¡Poneos en camino! Es una frase que resuena en mi interior. ¡Voy Señor! Respondo. Sin nada, sin entretenerme, sólo llevando Tu paz, Tu sanación y Tu reino. Nos envías de dos en dos para transmitir el amor entre nosotros.
Son los tres regalos que llevaremos a los esposos que tienen sed del amor de Dios: La paz que la construye: La batalla es interior, dentro del corazón y el fruto es la paz de Dios que rezuma. El segundo regalo que llevamos es la sanación, heridas que el pecado va dejando como huellas a su paso por nuestro corazón, son limpiadas y el corazón vuelve a amar con intensidad. Así vuelve el reino del amor a hacerse presente entre los esposos y en las familias. Un reino fecundo que se contagia. Pero si no empiezo por conseguir la paz interior…
¡En noviembre vamos a Argentina! Mendoza y Buenos Aires. Si sois de por allí y queréis que llevemos la Paz del Señor a vuestros matrimonios, escríbenos.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Carlos: Me siento indigno de la misión de hacerle llegar a todos la buena noticia del Evangelio y del matrimonio a la que nos sentimos llamados.
Ana: Es que, para llevar el mensaje de Dios tenemos que estar muy cerca de Él y sentirnos muy pequeños ante Él. Somos enviados, no protagonistas.
Carlos: ¿Y qué hacemos?
Ana: Mira, tengo las llaves de la capillita esa donde vamos a rezar. Allí está el Sagrario. ¿Qué te parece si nos vamos y nos postramos en el suelo ante Él?
Carlos: Muy bien.
(Y se tumbaron boca abajo ante el Sagrario haciendo la siguiente oración)
Ana: Señor, perdóname por todas las veces que te he fallado. Me gustaría saber amar como Tú, pero no puedo.
Carlos: Señor, perdóname por el numerito que he montado esta mañana. Pero quiero seguir siendo siervo tuyo.
Ana: Sé lo que Tú me amas. Lo experimento en mi vida. Me sacas de mis oscuridades. Me sanas. Me vences a base de amor.
Carlos: Soy consciente de que tengo muy poco que darte y a cambio, percibo tu inmensa generosidad conmigo, a través de mi esposa, de mis hijos, de tu cercanía, de las luces que me das a través de Tu Palabra.
…
(Y el día siguiente volvieron, y el siguiente… Y recibieron la Paz que sana y con la que se construye Su Reino).
Madre,
¿Quién como Dios?
Dios nos manda de dos en dos. Viene muy bien aplicarlo al matrimonio. Es una gran misión para la cual normalmente no se está preparado o se piensa y se siente no estar preparado.
¿Qué hacer para cumplir con el mandato de Dios?
En primer lugar fortalecer la unión matrimonial. Que cada día se tenga más unión, más claridad en las obligaciones de quererse y respetarse. Aceptar de burn grado el mandato de Jesús.
Fortalecer la fe con la oración y dar ejemplo no sólo de buen matrimonio sino además de creyentes y procediendo en todo momento a actuar según el evangelio.
Todo esto es bonito escribirlo, pensarlo y desear hacerlo. Pero la realidad es que resulta difícil llevarlo a la práctica.
Hay que rezar y estar en continua vigilancia para ser mejores y perseverar en la idea. Además, wes imprescindible la comunicación entre los esposos para irlo desarrollando.
El Señor también ha mandado a Magüy y José Luis ir de dos en dos,y después a otros tantos,anunciando la Buena Nueva de la verdad del Matrimonio como Dios lo pensó.Rezamos por todos ellos que tanto bien estan haciendo siendo instrumentos en manos de Dios.