EVANGELIO
Yo os digo que no hagáis frente al que os agravia
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».
Palabra del Señor.
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Paz interior.
Descubro que en el fondo, busco la paz interior y cuando alguien actúa injustamente contra mí o me ofende, me da la sensación de que alcanzaré esa paz si respondo a esa agresión con otra igual que “compense” la recibida. Nos da la sensación de que en el “equilibrio” (ojo por ojo y diente por diente) encontraremos la paz interior y no es así. Por eso dijo Cristo que no había venido a sembrar paz, sino espada.
La paz es un don de Dios, pero me ayuda a acogerlo cuando soy fiel a Su voluntad: Mi vocación. Para ello, tendré que batallar contra mis tendencias desordenadas hasta tenerlas controladas y esa es la gran batalla que sembró Cristo en mi corazón. No consiste en no sentir ni padecer como proponen los estoicos o al “nirvana” de eliminar mis deseos como propone el budismo, sino en ordenarlos al bien, al fin último. Por tanto, la paz no es un equilibrio sino el resultado de una lucha hacia ese fin último de nuestra vida, que en nuestro caso es la caridad conyugal.
Sin embargo, la paz total y definitiva, sólo la alcanzaremos cuando nos unamos a Dios plenamente, porque sólo Él, satisfará todas nuestras necesidades interiores. También la de justicia.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Luis: Teresa, te veo mucho más complaciente últimamente. ¿A qué se debe?
Teresa: Luis, he experimentado que, las situaciones en las que he respondido a lo que he percibido como una ofensa tuya devolviendo otra igual, no me he quedado en paz, sino más inquieta interiormente que antes. Además, mi relación contigo no ha quedado “en paz”, sino que se ha tensado más y he abierto la puerta a una “segunda ronda” de ofensas peores entrando en una escalada muy destructiva.
Luis: Entonces ¿qué haces? ¿Aguantar? Para mí eso es imposible. Además, se va uno cargando contra el otro, cargando… hasta que estalla.
Teresa: Ante una situación así, me planteo que el culpable es el demonio y toda mi agresividad la vuelco contra él y no contra ti. Es el mal el que a veces me hace ver como una ofensa lo que no lo es y otras veces nos empuja a ofendernos mutuamente. Los dos somos víctimas y no le voy a dar juego al mal. Acojo la injusticia con amor para que Dios haga justicia.
Luis: Te entiendo. Me parece estupendo.
Madre,
Danos la fortaleza necesaria no ceder a nuestros impulsos de negatividad, rechazo, oposición… Dejemos a Dios ser Dios. Él hará justicia. Alabado sea.
Me ha parecido muy acertado el pensar que el causante de nuestra incapacidad de amar al esposo es el
Demonio, además me gusta que se nombre porque incluso dentro de la Jglesia parece que no está bien nombrarlo ,pero sino sabemos que existe la culpa de nuestra infelicidad siempre la tendrá el otro,por el pecado original como Adán que la culpa la tuvo Eva.
Solo nos salvará el vivir unidos al Señor.
La paz .