EVANGELIO
Al Hijo del hombre va a ser entregado. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 43b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor.
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¿Para que me admire?
La reacción de Jesús frente a la admiración de todos es decirle a sus seguidores: “«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»” Haciendo referencia al momento más “bajo” de su vida en la tierra, cuando iba a ser tratado como un delincuente. Él no quiere perder de vista ese momento.
Mientras los esposos olvidamos en seguida nuestra miseria y pequeñez y queremos ponernos por encima el uno del otro, Jesús se repite una y otra vez que su destino es que lo cojan y lo traten como un desperdicio social.
Es el camino que me enseña el Esposo: Huir de la admiración y dejarse dominar y despreciar por Su Esposa. ¿Por qué? Porque quien se humille será ensalzado por el Padre.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Los amigos de Paco: (Delante de Paco) Raquel, qué bien ha hablado tu marido en la conferencia de hoy. Nos quedamos anonadados. Estarás orgullosa de él ¿no? Es que, tienes un marido que vale su peso en oro…
Paco: Anda ya, que no ha sido para tanto… Es cierto que he recibido el don de palabra, pero en cambio, en otras cosas soy muy torpe. En serio.
(A la salida)
Raquel: ¿Qué vales tu peso en oro? Esa gente no te conoce. Tú eres un inútil, eso es lo que eres.
Paco: Raquel, me estás haciendo daño.
Raquel: Pues te aguantas. Es la tercera vez que te dejas el móvil en casa. Y ahora, cuando nos separemos ¿Cómo te localizo? Para quedar muy bien ante los demás, te esfuerzas mucho, pero por mí, no te esfuerzas en absoluto.
Paco: Perdona, Raquel, no lo he hecho aposta. Sabes que soy muy despistado. La próxima vez intentaré prestar más atención. Tú me importas más que nadie. (Reza por dentro: Señor, te ofrezco este mal rato por amor a mi esposa, para que la ayudes a llegar a ti).
Raquel: Pues no se nota. A mí me tienes muy decepcionada. No sé cómo te ha aguantado tantos años.
Paco: (Calla y lo ofrece).
Madre,
El Maestro nos enseña que huyamos de los elogios y de la admiración de los demás, y nos humillemos. Cuánto nos cuesta entender esto, pero si Él nos lo enseña así, lo haremos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.