Sólo Dios puede. Comentario para Matrimonios: Mateo 19, 23-30

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 23-30.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús: «Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo: «En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».

Sólo Dios puede.

¿Cuántas veces hemos escuchado lo de “los primeros serán últimos y muchos últimos primeros” y lo hemos llevado a la práctica? Seguro que, en más de una ocasión, pero ¿también lo vivimos con nuestro esposo/a? Tenemos la enorme gracia de haber sido llamados a la vocación del matrimonio y eso es un gran regalo, ya que, a través de nuestro cónyuge, nos vamos purificando y el Señor puede ir actuando en nuestra (sin) razón, en nuestros apegos, en nuestro ego… permitiendo que seamos los últimos y dejando atrás esa “riqueza” de nuestro orgullo, de nuestro yo y, así, nos va vaciando de nosotros mismos para llenarnos de Él y que pueda actuar en nosotros y a través nuestro.
“Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras” Quitémonos esas mochilas que cargamos, ¿nos hemos unido para ser una sola carne o no? Debemos entender que nuestra prioridad es nuestro cónyuge, lo primero es él/ella y, si los dos estamos bien, todo lo demás será posible o mucho más llevadero.
Santa Teresa decía “sólo Dios basta” y nosotros decimos “sólo Dios puede”, porque con nuestras propias fuerzas, acabamos frustrados y vencidos pero, cuando realmente nos abandonamos en el Señor, damos testimonio que ¡todo es posible!

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carmen: Cariño, doy gracias a Dios que nos está ayudando a despojarnos de nosotros mismos y a pensar primero el uno en el otro.
Manuel: Sí, es un dolor ver cómo un matrimonio que se quiere acaba siempre discutiendo por querer imponer cada uno su criterio, en vez de bajar la cabeza y ver primero cuál es la voluntad del Señor en esa situación.
Carmen: Sabemos que somos de barro y debemos seguir rezando unidos porque, en cualquier momento, podemos volver a caer.
Manuel: El hecho de tener nuestros ratos de oración e ir haciendo pequeñas renuncias diarias a lo que me apetece o lo que yo creo que sería más justo, nos ayuda a seguir en el camino, pero, como tú dices, aún nos queda mucho por delante.
Carmen: Es que para nosotros es imposible, pero por eso debemos seguir buscándole con la alegría y la esperanza puesta en que Él lo hace todo nuevo.

Madre,

Te pedimos que nos acompañes en este camino de desprendimiento de nosotros mismos y que dejemos que la Gloria del Señor actúe en nosotros. ¡Alabado sea el Señor!

No tener apegos. Comentario para Matrimonios: Mateo 19, 16‐22

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19, 16‐22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los manda‐ mientos». Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo». El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?». Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo‐ y luego ven y sígueme». Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

No tener apegos.

Vamos, primero a responder a Jesús si estamos cumpliendo con los mandamientos que tienen que ver con el amor a mi esposo. En la vida conyugal, estos mandamientos se viven de manera muy concreta: no matar implica no herir con palabras o actitudes; no cometer adulterio implica fidelidad no solo física, sino también emocional y espiritual; honrar implica respeto mutuo. El cumplimiento de estos mandamientos no es una carga, sino la base de un matrimonio santo. Pero Jesús no nos pide sólo «cumplir», sino entregarnos plenamente el uno al otro. La llamada a la perfección en el matrimonio, a ese «venderlo todo» implica una donación mutua sin reservas, donde cada uno renuncia a “sus bienes” —sus egoísmos, su individualismo, sus seguridades personales— para construir un amor de comunión. Debemos, por tanto, desprendernos de lo que impide la unidad plena. A veces, esto puede ser una carrera profesional que absorbe todo, relaciones pasadas no cerradas, hábitos individuales que no se comparten o heridas no sanadas. El amor matrimonial exige desapego, no solo de bienes materiales, sino también de todo lo que obstaculiza la entrega total.
Muchas veces, los matrimonios sufren y están tristes porque uno o ambos no están dispuestos a soltar sus “muchos bienes” personales. El egoísmo, el orgullo o el deseo de controlar pueden robar la alegría. El joven rico se fue triste porque no fue capaz de entregarse. ¿Cuántos matrimonios hoy sufren porque alguno de los dos, o los dos, no se da del todo?

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Inma: Pablo, te veo triste, cariño y no sé qué hacer para evitarlo.
Pablo: sí Inma: es que siempre es lo mismo: Tú tienes que tener razón en todo y a mí sólo me toca aguantar y cerrar el pico porque, si no, empiezan las discusiones.
Inma: pero Pablo: eso tampoco es verdad. Yo intento hacer las cosas bien y a lo mejor me excedo en mis formas, pero de verdad que intento no imponer mi criterio. Si te parece, esta noche, en la oración, vemos qué nos está pidiendo el Señor y vemos cómo es el Señor para que nos dé luz en esta situación.
Por la noche,después de leer y meditar el Evangelio del joven rico, los esposos hacen su oración conyugal
Pablo: me doy cuenta, Señor, que tú no me quieres triste. Probablemente mi tristeza venga de mi orgullo por no encajar bien los comentarios y las peticiones de Inma. Si no estuviera apegado a mis razones y mis criterios, seguro que no me influiría esto negativamente.
Inma: Señor, te doy gracias por Pablo. Cuando me pongo en tu presencia veo claramente que es el regalo que me has dado para salir de mi misma, para renunciar a mis egoísmos y para desprenderme de mi amor propio, que todavía lo tengo muy grande. Ayúdame, por favor, a pensar siempre en Pablo lo primero de todo y renunciar, por tanto, a mirarme tanto a mi misma.
Pablo: te doy gracias Señor por Inma y por estas luces que me has comunicado en este rato de oración. Te ruego que me ayudes a desprenderme de mis apegos para poder querer a Inma como tú la quieres.

Madre,

tú no tenías ningún apego, sino sólo Dios. Ayúdame y enséñame a conocer dónde están mis apegos e ir olvidándome de ellos y así cumplir siempre la voluntad de Dios. ¡Alabado sea el Señor!

RETIRO MATRIMONIOS MONTEVIDEO – URUGUAY 24 – 26 OCTUBRE 2025

RETIRO MATRIMONIOS MONTEVIDEO – URUGUAY 24 – 26 OCTUBRE 2025

Siervos de la unificación. Comentario para Matrimonios: Lucas 12,49-53

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Siervos de la unificación.

El pecado divide mi interior y afecta mi relación con Dios y con los demás llevándome a convivir superficialmente con el mal. Una división que genera el caos.
Jesús, en cambio, trae un fuego purificador que revela esa división y exige tomar partido; su mensaje provoca conflicto porque no puedo amar a Dios y al pecado al mismo tiempo. Trae la división que restituye el cosmos.
El engaño es creer que la lucha, en nombre de Jesús, es contra mi esposo, o contra mis hijos o hermanos.
Benedicto XVI escribió: “El amor es el fuego que purifica y une razón, voluntad y sentimiento, que unifica al hombre en sí mismo gracias a la acción unificadora de Dios, de forma que se convierte en siervo de la unificación de quienes estaban divididos: así entra el hombre en la morada de Dios y puede verlo”
Su amor me unifica y me capacita para servir a la unidad de quienes están divididos, permitiéndome entrar en comunión con Él.
Qué bella es nuestra vocación de esposos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

(Óscar llega a casa agobiado y agotado de reuniones claves para su futuro profesional y recibe el reproche de Ana).
Ana: “Sabes lo mal que lo estoy pasando y no eres capaz de llamarme en todo el día y encima llegas tarde “
Oscar: “Voy a la cocina a traerte un vaso de agua”
(Mientras va a la cocina Oscar siente que le hierve la sangre).
Oscar: “Dios mío hazme ver el dolor de Ana. No dejes que me regocije en el mío. Que Tu espíritu gobierne mis pensamientos, mis sentimientos y mi mirada. Que seas Tú quien la consuele. Me pongo al servicio de tu hija”.
(Vuelve al salón y se sienta a su lado).
Oscar: “Cariño, perdóname si no he estado a tu lado como necesitas. ¿Qué tal estás?”
Ana primero reacciona con frialdad, pero él no se defiende ni la corrige; la escucha. Finalmente, ella se siente acogida y logra calmarse. Va desahogándose y poco a poco se tranquiliza hasta apoyarse en su hombro en silencio.
En ese momento Oscar siente como si sus problemas empequeñecieran. Su mente se aclara. Se le abren alternativas que no se planteaba al entrar en casa. Siente una paz que le hace ver todo con una nueva perspectiva. Ese abrazo con Ana, ese silencio juntos le llevan a intuir la verdad sobre su matrimonio, su trabajo y su propia vida. Siente una fuerza que lo integra por dentro y lo capacita para consolar a Ana y afrontar sus miedos.

Madre,

Tú que unes los corazones divididos, ruega por nosotros. ¡Bendita seas!

Dejarse bendecir por Jesús. Comentario para Matrimonios: Mt 19,13-15

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19,13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Dejarse bendecir por Jesús.

En este Evangelio vemos como, probablemente unos padres o unos abuelos, llevan a unos niños hasta Jesús para que los bendiga y, pese a las reticencias de los discípulos, Jesús les impone Sus manos y los bendice. ¡Qué importante es acercarse y presentarse ante Jesús para pedirle Su bendición!
Pero ¿cómo me acerco al Señor? ¿con mi autosuficiencia, con mi lógica humana? ¿o con la confianza de un niño, de un hijo pequeñito que se sabe necesitado de Su Padre? ¿Y presento cada día a mi esposo a Jesús para que le bendiga? ¿o como los discípulos le regaño y se lo impido porque le veo “sucio” con sus pecadillos, o indigno porque me ha ofendido? Jesús nos deja bien claro que Su lógica es distinta de la nuestra. Él mira en lo profundo y ve la disposición del corazón; bendice a los niños que, sencillos, dóciles y confiados, se le acercan. Y ¡qué sorpresa!, el Señor les dice a sus discípulos que precisamente de los que son como niños es el Reino de los Cielos. Así, si me hago como un niño, si me reconozco necesitado, si deposito toda mi confianza en mi Padre Dios y me fío de que, lo que Él me manda, es realmente el mejor plan que puedo tener, ¡puedo vivir ya el Reino de los Cielos!.
No nos olvidemos de dar gracias a Dios por aquellos que nos han acercado al Señor, y no dejemos de presentar a Jesús a quienes no lo conocen, en especial a los que tenemos más cerca.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Rafa: Hola, María, ya estoy en casa.
María: Hola, Rafa. ¿Qué tal ha sido el vuelo?
Rafa: ¡Uff! Pues esta vez he pasado miedo, ha habido unas turbulencias tremendas, tanto que incluso he rezado. Y ya sabes lo poco que creo yo en eso de rezar… Pero ¿sabes qué es lo que más me ha sorprendido?
María: Pues no… ¿Qué?
Rafa: Pues que un niño estaba tan pancho mientras los demás temblábamos. Y al preguntarle si no tenía miedo, nos ha dicho que no, porque su padre era quien pilotaba el avión. ¡Vaya confianza tenía en su padre!
María: No es para menos. ¡Era su padre! Si un niño se fía de su padre terrenal porque cree que es el mejor y que todo lo puede, y que como le quiere le va a dar lo mejor para él, hacerse como un niño es eso mismo respecto de Dios, nuestro Padre, y además como nos quiere a cada uno, y todo lo sabe, y todo lo puede, ¿nos va a dar algo malo? Pues tener esa fe en Él, en sus designios, en que siempre nos da lo mejor para nosotros, aunque no lo entendamos, eso es hacerse como un niño ante Dios.
Rafa: Qué reflexión tan bonita. María, ¿podrías acercarme más al Señor? Ya sabes que no tengo tu fe, pero me gustaría tenerla.
María. Claro, Rafa. ¡Qué alegría! ¿Te parece que hagamos ese retiro para matrimonios de Proyecto Amor Conyugal del que tan bien nos han hablado nuestros amigos? Creo que sería un buen comienzo…
Rafa: ¿Y por qué no? Me fío de ti, y de ellos. Mal no nos va a hacer. Y si encima nos ayuda y nos acerca al Señor…
María: Eres el mejor. Te quiero.

Madre,

llévanos de tu mano y, al igual que Tú presentaste en el templo a tu Hijo, preséntanos cada día a Jesús para que Él nos bendiga. ¡Benditas seas Madre! ¡Alabado sea el Señor!