Hacer a Cristo presente. Comentario para Matrimonios: Lucas 11, 29-32

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas, 11. 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y Él se puso a decirles: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.

Hacer a Cristo presente.

Hoy Cristo nos llama la atención igual que llamó a los de su generación. Desde su venida al mundo, desde su Redención, tenemos todas las herramientas y todos los medios para tener un matrimonio como Él lo pensó, pero seguimos muy perdidos.
En la vida conyugal, muchas veces uno espera “señales” del otro: gestos perfectos de cariño, palabras exactas de consuelo, pruebas visibles de amor. Sin embargo, el Evangelio nos recuerda que lo que necesitamos es abrir el corazón a lo que ya está delante de nosotros. Jesús recuerda hoy que el verdadero signo no está en lo externo, sino en la fidelidad y en la entrega profunda.
El “signo de Jonás” fue la conversión de un pueblo que escuchó y cambió. En el matrimonio, el signo verdadero no son tanto las demostraciones pasajeras, sino que debe estar en lo sencillo: en la paciencia del día a día, en el perdón ofrecido, en el esfuerzo de comprenderse, en la ternura que se da sin exigir.
El Evangelio también dice: “Aquí hay uno que es más que Jonás, más que Salomón”. En el matrimonio, ese “más” es Cristo presente en medio de los dos. Si cada uno se empeña en buscar a Jesús en el otro, la relación se sostiene, no sólo en palabras humanas, sino en la certeza de un amor más grande. Por eso, no nos olvidemos nunca de que nuestro matrimonio es de tres y que el “signo” del Señor no nos pase desapercibido en nuestro día a día

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Vanesa: Sergio, te quiero pedir perdón porque muchas veces en mi corazón, me revuelvo contra ti porque pienso que no me quieres lo suficiente. Solo me fijo en lo que me haces o dices y no veo tu corazón.
Sergio: ¿me has leído el pensamiento? Justo estaba pensando lo mismo. Muchas veces me quedo en la apariencia y pienso que, para ti, antes están los niños que yo.
Vanesa: vaya lo siento. Es cierto que muchas veces, cuando dudo de tu amor por mí, me vengo abajo y me entran ganas de no hacerte ni la cena.
Sergio: ¿en serio? pero si me haces unas cenas buenísimas.
Vanesa: Jajaja que tonto eres, pues esos días lo hago sin poner una gotita de amor
Sergio: cariño, en el SÍ el día de nuestra boda, te entregué mi pasado, mi presente y mi futuro. Soy muy torpe y hay días que por “mí yo” no te lo demuestro, lo siento.
Vanesa: por eso precisamente te pido perdón a ti y al Señor. Nuestro matrimonio es de tres y los días que me encierro en mi, dudo hasta llegar a pensar que fue un error habernos casado…
Ahora, después de la oración, me doy cuenta de que todo esto viene de mí, de mis inseguridades y de exigirte a ti un amor perfecto. Lo siento mi vida.
Sergio: qué mona eres. A partir de ahora, vamos a no dudar de la presencia de Dios en nuestro matrimonio y por tanto, no pedirnos más señales el uno al otro. ¿Te parece?
Vanesa: claro que sí, y ahora a prepararte una cena rica con mucho amor.

Madre,

Enséñanos a no dudar de nuestro esposo, centrándonos en el mayor signo que nos une: nuestro Sacramento. Alabado sea el Señor que nos espera en nuestro esposo.

El pilar de la civilización. Comentario para matrimonios: Lc 11, 27-28

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

El pilar de la civilización.

Hoy celebramos el modo de vivir de María, el auténtico pilar de lo que San Juan Pablo II llamó la “civilización del amor”.
Una jovencita que aprendió a amar amando, que al hacerse esclava y encarnar la Palabra de su Hijo en lo cotidiano, no solo vivió en la verdad, sino que vivió con la Verdad y la Vida.
Ese es el camino al que estamos llamados los esposos en el matrimonio: la verdadera escuela del amor, el “Santuario de la Vida”. Allí aprendemos a caminar con la Verdad y la Vida entre nosotros, siendo germen de una civilización de hombres y mujeres dignos, creados a imagen de Dios, tratados siempre como un fin y nunca como un medio.
Movidos por un amor oblativo, no afectivo. Donde se aprende la gratuidad y el perdón, a compartir antes que acaparar, a donarse antes que poseerse.
Esa es la civilización que estamos llamados a edificar: nuestra identidad, nuestro verdadero “DNI”, es Cristo.
No es necesario pedir cita previa para conocerlo, tiene libre las 24 horas del día.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Arancha: cielo, ayer estuve oyendo un testimonio de un sacerdote y me impactó cuando dijo que “Dios no elige a los mejores sino a los que quiere”. A pesar de escucharlo muchas veces ayer tocó verdaderamente mi corazón.
David: ¿a qué te refieres?
Arancha: Pues que la lógica de Dios es la gratuidad, tengo la sensación de que en nuestra casa impera una lógica mundana y siempre hay una intencionalidad donde prima la eficiencia o nuestro interés personal.
David: qué profundo. Creo que te entiendo. En mi caso creo que proyecto sobre nuestros hijos unas expectativas de que sean de una determinada manera para que “triunfen” en el mundo que me condiciona en mi forma de tratarles y exigirles.
Arancha: así es. Yo a veces sobreprotegiéndoles. El miedo acaba con el milagro. Tenemos que aprender a verlos como Dios los ve y a la vez mostrarles a través de nuestro matrimonio la libertad que solo Dios da. Solo Él conoce la verdad de nuestros corazones.
David: ¿Te parece que recemos el evangelio de hoy a ver qué nos quiere desvelar?

Madre,

enséñanos a ponernos en verdad encarnando la Palabra de Tu hijo. Sea por siempre bendito y alabado, que con Su Sangre nos redimió.

 

Lo que es mejor. Comentario para matrimonios: Lc 11,27-28

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11,27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Lo que es mejor.

Está muy bien hacer cosas buenas y decir cosas bonitas, pero hoy Jesús en el Evangelio apunta a que no nos quedemos en lo bueno, sino que busquemos lo mejor: escuchar la palabra de Dios y cumplirla. Y es precisamente a éstos, a los que escuchan la palabra y la cumplen, a los que Jesús llama bienaventurados. Como María, nuestra Madre, Ella es «la Bienaventurada», no solo porque llevó a Jesús en Su seno, sino muy especialmente porque escuchaba la Palabra de Dios y la cumplía.
Jesús nos vuelve a insistir hoy en la necesidad de escuchar la Palabra de Dios, imprescindible para conocer Su plan para nosotros. No hay otra forma. Si no dedicamos tiempo a estar con el Señor, acallando los ruidos del mundo y estando atentos a Su voz, buscando esa intimidad que Él quiere tener con cada uno de nosotros, y que se fragua en la oración, es imposible escucharle y conocer Su voluntad. Y para nosotros, esposos, nada mejor que la oración conyugal. Es nuestra herramienta para tener intimidad con Él y conocerLe, y la oportunidad de escuchar lo que Dios quiere para nuestro matrimonio. Pero no basta con escuchar Su Palabra, sino que luego hay que cumplirla, hay que llevarla a nuestra vida y ordenar todo lo que hagamos a Su voluntad. Por eso Jesús llama bienaventurados a los que –primero- escuchan la palabra de Dios, y –después- la cumplen. Esposos, este es nuestro camino para la buena ventura, es nuestra autopista a la felicidad, porque nuestro Padre del cielo sabe qué es lo mejor para nosotros, sus hijos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Susana: Miguel, nos han invitado a una cena de gala en el casino el sábado de la semana que viene. ¡No sabes la ilusión que me hace!
Miguel: Susana, ¿no es el día que tenemos la reunión del grupo de matrimonios en la parroquia?
Susana: Sí, es verdad, no había caído en la coincidencia. Pero bueno, es una vez, no pasa nada porque faltemos un día.
Miguel: No sé. Tenemos un compromiso con la comunidad. Y además, nos está viniendo muy bien ir a las reuniones con el resto de matrimonios del grupo, nuestro matrimonio ha crecido mucho desde que vamos.
Susana: Ay, Miguel, por una vez que no vayamos… estoy soñando con ir a esa cena desde hace años, y ahora ha surgido la oportunidad.
Miguel: Susana, ¿qué te va a aportar eso? Mira, si te parece lo llevamos esta noche a la oración conyugal, y vemos lo que el Señor nos dice.
(aquella noche, en la oración conyugal…)
Susana: Jesús, en este Evangelio me dices que Tu Madre es bienaventurada por escuchar la palabra de Dios y cumplirla. Yo tengo ilusión de ir a esa cena de postín, no veo en ello nada malo; pero a través de Miguel, me has recordado que coincide con nuestra reunión de matrimonios. Y en este Evangelio me has mostrado la importancia de oír Tu palabra y cumplirla, para hacer Tu voluntad, y me haces ver que hay algo mejor que esa cena, porque en las reuniones del grupo nos vamos formando y profundizando en el matrimonio como Dios lo pensó, y nos ayuda mucho a crecer en nuestra vocación matrimonial. Además, es verdad que cada vez que vamos, vengo renovada e ilusionada con nuestro matrimonio. Señor, gracias por darme a mi esposo, mi ayuda adecuada.
Miguel: Gracias Señor, por mi AA, y por hacernos ver en nuestra oración lo que es mejor.

Madre,

Tú, que eres la Bienaventurada porque escuchas la palabra de Dios y la cumples, enséñanos a rezar y tener intimidad con Dios, y a escuchar Su Palabra, a guardarla en nuestro corazón y a decir siempre sí a Su voluntad. ¡Bendita y gloriosa seas, Madre! ¡Alabado sea por siempre Nuestro Señor!

¿Estamos a salvo? Comentario para matrimonios Lucas 11, 15-26

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,15-26

En aquel tiempo, habiendo expulsado Jesús a un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y, al no encontrarlo, dice: “Volveré a mi casa de donde salí”. Al volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».

¿Estamos a salvo?

Podemos pensar que, por estar más cerca del Señor y haber ordenado y limpiado nuestra alma, estamos salvados. Pero el Señor en este Evangelio nos advierte del peligro que nos acecha, tenemos que estar vigilantes, vivir en gracia, frecuentar los sacramentos y ser muy perseverantes en la oración diaria porque, para el demonio, es una gran victoria hacer caer a las almas que están más cerca del Señor.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pepe: Alicia, estoy algo descorazonado. Esta mañana, preparándonos para llevar a los niños al colegio, he vuelto a caer en lo mismo que antes de nuestra conversión. Enfado, gritos, hasta le he tirado la mochila a Javier para ver si así se daba más prisa. Creo que no está sirviendo de nada lo que hago, ¿de qué me sirve rezar e ir a Misa si, en cuanto me descuido un momento, vuelvo a caer?
Alicia: Pepe, eso ha sido esta mañana ¿Cuándo te has dado cuenta de lo que estabas haciendo mal?
Pepe: Pues en el mismo momento, he recogido la mochila, se la he entregado a Javier y le he perdido perdón
Alicia: ¿Y crees que no sirven de nada la oración y los sacramentos? Antes el malhumor te hubiera durado todo el día, y además te hubieras creído con la razón completa. Creo que el demonio te está tentando para que caigas en la desesperanza y no confíes en Dios.
Pepe: ¡Pues tienes toda la razón! Y qué rápido he caído, pues menos mal que he compartido contigo esta tentación, así he evitado seguir cayendo y renuevo mi compromiso para seguir en este camino
Alicia: Como nos dijo don Juan: «Tentación manifiesta, tentación vencida». Qué importante compartir todo lo que nos va sucediendo, realmente somos Ayuda Adecuada el uno del otro. Y qué bonito ejemplo de pedir perdón le has dado a Javier, qué bueno es el Señor. Y ahora comencemos con nuestra oración conyugal «En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»

Madre,

Protégenos bajo tu Manto de las asechanzas del maligno, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Alabado sea el Señor!

RETIRO PARA MATRIMONIOS EN VALENCIA 14 – 16 NOVIEMBRE 2025

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