RETIRO MATRIMONIOS MÁLAGA 23 – 25 ENERO  2026

RETIRO MATRIMONIOS MÁLAGA 23 – 25 ENERO  2026

La mina de oro. Comentario para matrimonios: Lucas 19, 11-28

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
Para ver ADORACIONES cerca de ti haz click AQUÍ

 

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues:
«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:
“Negociad mientras vuelvo”.
Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:
“No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.
Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
“Señor, tu mina ha producido diez”.
Él le dijo:
“Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.
El segundo llegó y dijo:
“Tu mina, señor, ha rendido cinco”.
A ese le dijo también:
“Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.
El otro llegó y dijo:
“Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.
Él le dijo:
“Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”.
Entonces dijo a los presentes:
“Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”.
Le dijeron:
“Señor, ya tiene diez minas”.
Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».
Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

La mina de oro.

La semilla de la fe es esa mina de oro que el Señor nos entrega a cada uno el día de nuestro bautismo. Una pequeña semilla que deposita en mi alma y que ahora requiere de mis cuidados hasta que el Señor vuelva y me pregunte cómo la hice fructificar. ¿Cómo estoy cuidando mi fe? ¿la estoy alimentando con oración y sacramentos? ¿la estoy regando con formación espiritual? ¿la estoy fumigando de las “plagas” mundanas? ¿la estoy haciendo crecer, o la estoy dejando morir? La semilla no puede crecer en el aire, necesita tierra, y esa tierra es nuestra vida concreta: nuestro matrimonio, nuestra familia. Mi fe y mi matrimonio son inseparables, no puedo amar a Dios y no amar a mi esposo (1 Juan 4,20). La fe y el amor funcionan igual, solo crecen cuando se cuidan. “Al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene», si cuidamos la semilla de la fe, ésta crecerá y recibiré más gracia de Dios, más amor de Dios y mi matrimonio también florecerá porque el Señor irá habitando cada vez más en nuestro corazón. Pero si no la cuido, la perderé. Perderé la fe, perderé la gracia de Dios y puedo acabar echando a perder mi matrimonio. Porque sin Dios mi alma y mi matrimonio mueren.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Belén: ¡qué buen consejo nos dieron Antonio y Carmen! ¿te acuerdas? Hace ya muchos años, pero ahora caigo en la cuenta de la gran sabiduría de aquel consejo.
Rafa: pues refréscame la memoria que no sé a qué te refieres…
Belén: Si hombre, cuando en aquel encuentro con ellos comentaste que no tenías fe y ellos nos dijeron que sí que la tenías, solo que quizás no la habías cuidado. Te animaron a empezar a vivir como si la tuvieras y así esa semilla volvería a crecer…
Rafa: y qué razón tenían… recuerdo empezar a rezar como podía, a confesarme, a ir a misa sin entender nada, y sucedió… mi fe volvió a brotar… y desde entonces a crecer cada día…
Belén: a mí también me sirvió ese consejo, yo decía que tenía fe, pero… en realidad no significaba nada en mi vida, era como un adorno, una fe de tradición, teórica… Así nos iba… vidas paralelas bajo el mismo techo…
Rafa: qué bueno es el Señor que vino en nuestro rescate con este “consejo celestial”.

Madre,

Que cuando vuelva el Señor encuentre en nuestro corazón una gran fe y un amor encarnado. Ayúdanos querida madre ¡Bendita y alabada seas!

Búscale. Comentario para Matrimonios san Lucas 19, 1-10

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
Para ver ADORACIONES cerca de ti haz click AQUÍ

 

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicómoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Búscale.

Zaqueo es un pecador sí, pero busca ardientemente a Jesús. Nada le detiene y supera todo obstáculo que encuentra: la multitud, su pequeñez, la vergüenza, su pecado… Cuando el alma desea a Cristo de verdad, rompe cualquier barrera para llegar a Él.
Y entonces sucede lo que él no esperaba: Jesús lo mira, aunque ya venía viéndolo. Lo llama por su nombre y atraviesa su historia, sus sombras, sus pecados, para penetrar más profundo. A Él le interesa de Zaqueo lo que los demás no eran capaces de ver cuando lo juzgaron: el deseo de Dios en su corazón.
Jesús no queda indiferente ante un corazón que reconoce su debilidad y le busca a pesar de la dificultad. ¿La respuesta de Jesús? “Zaqueo, baja enseguida. Hoy tengo que quedarme en tu casa”.
Así es Jesús. Cuando le buscas con sincero corazón y deseo probado, Él viene, Él se adelanta. Zaqueo obedece a Jesús. Baja a toda prisa, y lo recibe contento dice la escritura. Es un gozo el de Zaqueo que sólo experimenta el que deja entrar a Dios sin condiciones.
En ese encuentro, el amor del Señor lo hiere por dentro: despierta su conciencia, derrite su orgullo y enciende su arrepentimiento más perfecto porque es reparador. Ya ha comenzado el cambio en su vida porque Zaqueo hace Su voluntad.
Queremos que cambie nuestro matrimonio… pero, ¿seguimos sin buscar a Jesús con hambre verdadera? ¡Pídesela al Señor!
¿Pretendemos una vida nueva mientras nos dejamos frenar por mil excusas? falta de tiempo, trabajo, ruidos, juicios, egoísmos, caprichos, comodidades.
Decimos que amamos a Dios, pero cuando Él nos pide algo concreto… ¿dudamos, regateamos o aplazamos?
Si queremos que el Señor transforme nuestro matrimonio sigamos el camino de Zaqueo: buscadlo con decisión, dejad que os mire, responded con prontitud, abrirle el corazón sin reservas.
Entonces Cristo podrá decir también sobre vosotros: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa».

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Macarena sabía que aquella mañana había hablado mal a Luis.
Enseguida su corazón ardió por recuperar la comunión, así que a media mañana lo llamó. Apenas llegó a decir un “hola” tímido y bajito, cuando Luis respondió con una ternura que la desarmó:
Luis: ¡Hola, bonita…! ¿te apetece que vayamos hoy a comer por ahí? Macarena sonrió llena de alegría al otro lado del teléfono y de inmediato contestó:
Macarena: ¡Sí, claro que sí!
…¿Y qué más? Nada más. Así de sencillo se construye el amor de comunión, cuando contamos con corazones que quieren vencer el obstáculo del orgullo, de la soberbia y del juicio, porque han descubierto el tesoro de vivir en el amor de Dios.

Madre,

Qué delicadeza el Corazón de Jesús, qué mirada que penetra en lo profundo del corazón. Haznos semejantes a Él, edúcanos en el amor. ¡Alabado sea el Señor!

Cegados al Don. Comentario para matrimonios: Lucas 18,35-43

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
Para ver ADORACIONES cerca de ti haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,35-43

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: «Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo: «Señor, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado». Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Cegados al Don.

Nuestra debilidad nos deja ciegos de alguna manera. Nos impide ver el Don que es mi esposo para mí y andamos sufriendo las consecuencias de ello. Vivimos una vida gris, instalados en la queja, una vida mediocre que no corresponde a la belleza que Dios quiere para nuestro matrimonio. Para conseguir esa belleza debemos tomar conciencia de esa ceguera y pedir ayuda a Jesús que pasa continuamente a nuestro lado, esperando que le pidamos con Fe: «Señor, que recobre la vista». Cuando el Señor abre nuestros ojos a la belleza de nuestro Sacramento, vemos el Don que es nuestro cónyuge, toda su grandeza y hermosura. Nuestro matrimonio y toda la vida cobrará un sentido nuevo y, entonces, daremos gloria a Dios por ello.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Mercedes: Fernando, ¿te acuerdas cuando te dije que ya no podía más?. Estaba desesperada. Te quería, pero no nos entendíamos cuando hablábamos y terminábamos enfadados y sin mirarnos en varios días. Parece que tenía una ceguera, que me ocultaba lo bello que podía llegar a ser nuestro matrimonio.
Fernando: A mi también me pasaba lo mismo. Menos mal que aquel día nos acercamos a la Iglesia y aquel sacerdote tan simpático nos recomendó el retiro de Proyecto Amor Conyugal. Fue un antes y un después.
Mercedes: Es verdad, vimos nuestra necesidad y el Señor nos quitó esa ceguera. Ahora, como nos indica nuestro matrimonio tutor, la oración, los actos de entrega y acogida mutua y los sacramentos nos están ayudando a reparar y a llenar de alegría nuestro matrimonio y nuestra familia.
Fernando: ¡No paremos de dar Gloria a Dios!
(Y sus hijos que los escuchaban alabaron al Señor)

Madre,

Ayúdanos a descubrir nuestra propia ceguera y a pedir con fe al Señor que nos sane. ¡Alabado sea Dios!

Perseverancia. Comentario para matrimonios: Lucas 21, 5-19

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
Para ver ADORACIONES cerca de ti haz click AQUÍ

Evangelio del día.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Perseverancia.

El Señor nos dice hoy que no estemos preocupados cuando nos critiquen o ataquen por Su causa; Él tiene Su Plan para cada uno; y cuando tengamos que dar testimonio Él nos dará sabiduría y palabra. Pero no hay Gloria sin Cruz, tenemos que pasar por la acusación, por la persecución por las guerras y desastres pero todo entra dentro de Su Plan. Dentro de nuestra familia, de nuestro matrimonio, también pasaremos por la prueba y pensaremos incluso que puede estar todo acabado, pero Él nos pide perseverar, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Todo es para que podamos dar testimonio ¿De qué? De Su infinita Misericordia, de Su Amor por nosotros porque conoce el corazón del hombre y nos sabe pequeños, débiles y pecadores y que traicionaremos y nos traicionarán.
Esposos, en las pruebas, perseverar en la oración, Él os dará fortaleza, Él proveerá y nosotros podremos dar testimonio de lo que ha hecho con nosotros. Sólo Dios basta.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pablo: Paloma este fin de semana vamos a casa de mis padres; mi madre está un poco pachucha y seguro que le hace ilusión que le llevemos a los niños ¿Que te parece?
Paloma: Pablo, la verdad que no me apetece nada; me siento muy juzgada por tus padres, siempre están a ver si me pillan en un renuncio.
Pablo: te entiendo, Paloma, pero se hacen mayores y necesitan cariño.
Paloma: si, puede ser, pero tú madre no sabe apreciar nada de lo que hago, intento hacerlo con el mayor cariño posible, pero ella siempre pone pegas a todo.
Pablo: vamos a la parroquia y lo llevamos a la oración.
Paloma: pues espero que no nos vean meternos en la iglesia, porque, el comentario de la última vez fue: «mucha misa, mucho Dios, pero los niños desatendidos».
Pablo: ya, necesitamos mucha oración para que el Espíritu Santo nos dé las palabras oportunas para que vean la grandeza de la Fe que vivimos.
Paloma: sí, pidamos al Espíritu Santo que nos muestre qué debemos decir y cómo debemos actuar para que vean el Amor De Dios en nuestra vida.
¡Ahh! Y perdona, sé lo que te duele que yo diga estás cosas de tus padres, no quería hacerte más daño.
Pablo : perdonada, mi querida esposa, te pillé por sorpresa y tenía que haber sido más delicado. Vamos a hacer nuestra oración coyugal para poner todo a los pies del Señor y verás como Él saca un bien de todo.

Madre,

Ayúdanos a amar a esos que no nos aman y que no aman a Tu hijo, como Tú, que nos amas a todos como hijos tuyos. Gracias Madre. ¡Bendito sea Dios!