EVANGELIO
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Aviso:
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¿Nos unimos?
Quién sabe si el hecho de que Pedro diese aquella respuesta era la señal que el Señor esperaba del Padre para darle las llaves del reino de los cielos. Desde luego, tiene toda la pinta. Para que a nosotros se nos revele Dios, el camino es que estemos muy unidos. Esforzarnos por hacernos “uno” es la respuesta que el Señor espera de nosotros para mostrarnos el camino, e iremos viendo señales como esta que nos lo marcan perfectamente sin lugar a equívocos. A veces son señales tan evidentes que podríamos decir que el Señor nos “chilla”. Si son detalles, entonces es cosa de la Madre…
Así es como llegaremos a ser bienaventurados, felices.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Carmen: Nuestro hijo Álvaro tiene unas amistades que no me gustan y no le están haciendo ningún bien. Te lo llevo diciendo un tiempo y tú parece que no le das importancia. Dices que son cosas de chavales y te quedas tan tranquilo.
Luis: Mira Carmen. Lo primero que voy a hacer es que me voy a fiar de tu intuición. Si tú crees que no son buenas amistades para él, considero que es como tú dices. El siguiente paso es unirnos en esta causa común. Pongamos cada uno todo de nuestra parte, sin discordias que impiden la construcción.
Carmen: Me parece estupendo. También me gustaría que lo pusiéramos en las manos del Señor, porque nosotros no vamos a saber qué es lo mejor para él si Dios no nos muestra el camino.
Luis: De acuerdo. Nos unimos en oración.
(Y se lo pidieron al Señor. Meses más tarde…)
Luis: Cariño, me ha surgido una oportunidad de trabajo en otra ciudad. ¿Crees que será una señal?
Carmen: ¡Qué alegría! Seguro que sí. Vamos a intentarlo y si sale es que era la voluntad de Dios.
Luis: Genial. ¡A por ello!
(Luis y Carmen cambiaron su domicilio. El nuevo ambiente en el que se introdujo Álvaro le permitió cambiar el rumbo de su vida)
Madre,
Si hacemos la voluntad de Dios, el Señor hará morada en nosotros y guiará nuestras vidas. Si nos consagramos a ti, Tú nos ayudarás a hacer la voluntad de Dios. Él es el Camino la Verdad y la Vida. Alabado sea por siempre.