EVANGELIO
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 21-27
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Quítate de mi vista, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Palabra del Señor.
Aviso:
- Retiro en Navarra: Del 04 al 06 de Septiembre. COMPLETO
- Peregrinación a Fátima: Del 04 al 06 de Septiembre para matrimonios y familias. Información aquí: http://wp.me/p6AdRz-2lT
- Retiro en Salamanca: Del 11 al 13 de Septiembre. COMPLETO
Mi nada por Su todo.
Seguramente piense que si cambiase algo de lo que estoy viviendo, sería mejor para mí. Esto es como pensar que Dios lo puede todo pero hay algo bueno que no me quiere dar. Y resulta que, mi situación actual, por dura que me parezca, es exactamente lo que necesito, aunque no lo entienda. Verlo así es vivir en la voluntad de Dios.
Lo que yo soy, es en su mayor parte el resultado de los actos que he ido realizando en mi vida y que me han ido. Es decir, mi voluntad ha ido configurando lo que yo soy ahora. Mis actos no pasaron y ya, sino que han dejado una huella en mí, con ellos he ido construyendo los tabiques que sostienen mi personalidad. Pero la santidad consiste en ser lo que Dios quiere que sea y unirme a Su voluntad. Aceptar todas mis circunstancias como voluntad Suya, a través de al cual, irá construyendo lo que Él realmente quiere hace en mí. Entonces, mi voluntad deja de ser mi voluntad y pasa a ser Su Voluntad. Y al acoger Su Voluntad lo acojo a Él y todos sus atributos, y entonces Él actúa en mí y por mí. Cambio mi nada por Su Todo. Ese es el trato. Como para rechazarlo…
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ana: Mi esposo actúa egoístamente muy a menudo, y no lo entiendo. Además, no me valora ni me agradece lo que hago, y no lo entiendo. Mis cuñadas son bordes conmigo, y me duele… Nada de esto entiendo. Pero estoy convencida de que si ocurre, forma parte del plan de Dios para mí, y si Él lo quiere, yo también lo quiero. Ya no quiero mi voluntad, sino la Tuya, Señor.
(Y el Señor pudo hacer grandes milagros a través de Ana)
Madre,
Que abandonemos nuestra voluntad y dejemos entrar en nosotros la voluntad del Señor. En ella nos hacemos uno con Él. Esto quieres, esto quiero yo, Señor. Te doy mi nada para que te des entero a mí. ¡Aleluya!