EVANGELIO
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
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Mi instrumento y partitura.
Me quedé perplejo cuando descubrí que hay dos elementos que definen perfectamente a Cristo: De quién procede y cuál es su misión. “El Mesías de Dios”. Cuando me pregunto quién soy, tengo que aplicar estos mismos dos parámetros. Porque no soy mis circunstancias actuales, ni mis pecados forman parte de mí, ni soy mis habilidades, ni mis títulos o mi profesión, ni mi carácter, ni mi físico… Entonces ¿Quién soy?
Lo que realmente soy es el fruto de una invitación y una respuesta. Santa Teresa ya no es alta ni baja, ni simpática o antipática, ni de temperamento… Es la santa que reformó el Carmelo. Soy un don que tiene una tarea. Soy hijo de Dios y esposo de mi cónyuge. Y probablemente, en esa misión que Dios me ha encomendado, para la que me ha creado, tendré que padecer mucho, ser desechado muchas veces y ser ejecutado física o emocionalmente. Pero eso es lo que soy y para eso he venido al mundo. Así que, basta ya de lloriqueos y quejas, y manos a la obra, que tengo una tarea de Dios que realizar. La gran tarea que Dios me ha encomendado: Colaborar en la salvación de mi esposo haciéndome uno con él/ella, y así, colaborar con la salvación de muchos. Gloria a Dios!!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Paco: Y la suegra se mete en nuestras cosas, y mi mujer está desequilibrada, y mis hijos son unos desagradecidos…
Matrimonio Tutor: Y tú has venido al mundo para, en estas circunstancias, amar a tu esposa como Dios te ama a ti. Esa es tu misión. ¿Difícil? Sí, pero grande, hermosa. Mira Paco, Dios ha creado una sinfonía maravillosa, que todo el que la oye queda encantado. A cada uno le ha asignado un instrumento y una partitura. También hay un director de orquesta, que es Cristo. A cada uno le toca coger su instrumento, su partitura, y seguir las pautas que marca Cristo. Como no lo hacemos, el mundo en lugar de sonar como una sinfonía maravillosa, suena a rayos. Pero tú y yo, no tenemos que arreglar el mundo. Eso se escapa de nuestras manos. Tú y yo tenemos que coger nuestro instrumento, nuestra partitura, y empezar a tocar siguiendo a Cristo. Lo demás es cosa de Dios.
Paco: Ya. Me doy cuenta que de tanto mirar a los que no cogen su instrumento y su partitura, yo también descuido los míos. Tienes razón. Lo mejor que puedo hacer es cumplir mi misión, la que Dios me ha encomendado, y dejar a Dios ser Dios.
Matrimonio Tutor: ¡Ole! Paco. Buena reflexión. Gloria a Dios!!
Madre,
El demonio quiere distraernos de nuestra misión para que no alcancemos a ser aquello a lo que hemos sido llamados. Ni mirar al pasado, ni mirar al futuro, ni mirar el mal de los otros, ni mirarme a mí mismo. Mirar a Dios, y centrarme en mi misión para con los demás. En mi caso, con mi esposo. Gracias Señor por mostrarme quién soy. Alabado seas por siempre.
Está claro. El símil de la relación matrimonial con una obra musical no da lugar a dudas. Dios es el creador de la obra, el matrimonio, el que dirige es Cristo, a Él tenemos que seguir. Para que la orquesta suene bien cada componente, cónyuge, debe afinar su instrumento y aprenderse bien la partitura.
La oración y vida de sacramentos son el bálsamo y la medicina para una buena interpretación musical.