EVANGELIO
Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».
Palabra del Señor.
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Me elige ¡A mí!
Sí, lo sé. Tengo muchos defectos que puede que me recuerden continuamente. Me falta mucho por crecer personal y espiritualmente, pero es que, el Señor me quiere tal como soy ahora. No le molestan mis imperfecciones, y me ama. De entre todas las personas de la historia de la humanidad, hoy contemplo cómo Él fija Sus ojos en mí, y me elige. Y me dice: Quiero sanarte. Quiero que te sientas amado como si solamente existieses tú, porque es así como te amo. Y después, necesito que hagas algo por mí: Haz tú lo mismo con tu esposo. Sólo a ti te lo encomiendo, y te lo/la confío. Mírale con la dignidad infinita que le hemos dado. Es un don mío que te concedo. No puedes pesarle según el valor que tú le concedes con tus juicios, sino el amor que yo le tengo, y recuerda que entregué mi vida por él/ella. Y ahora, te confío esta misión en tu trato con él/ella: Misericordia quiero y no sacrificio.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alfredo: ¿Mi hermano Pedro? Pedro es un calzonazos. Su mujer es una harpía de armas tomar. Allí donde va, monta un pollo. Pedro debe ser tonto, porque no encuentro una explicación para que siga aguantándola. Yo la habría mandado a paseo hace ya mucho tiempo. Y de paso, nos deja tranquilos a los demás.
Dolores (Madre de Pedro y Alfredo): Alfredo hijo. No me gusta que hables así de tu cuñada ni de tu hermano. Tu hermano de tonto no tiene un pelo. Eligió una mujer con mucho temperamento y no lo está teniendo fácil, pero ¿Para quién es fácil el matrimonio? Creo que Pedro lo está haciendo muy bien, y está dando todo lo que tiene y puede, para que su matrimonio crezca, para que su mujer crezca. A mí me parece una labor preciosa, y él, ya te lo digo yo, va a convertir a esa mujer, si no, al tiempo. No hay corazón que se resista a una manera de amar como la de Pedro. Siempre recordaré el caso de Santa Mónica, que se casó con un hombre violento, a sabiendas, porque pensaba que Dios le pedía convertirle. Le costó, sudor y lágrimas, por sus infidelidades y su cólera, pero lo consiguió. Y ahora es santa. Si se hubiera separado de él, nadie conocería a una tal Mónica de Hipona que vivió en el siglo IV. A ella le mereció la pena ser fiel al plan de Dios.
Madre,
Muéstrame el amor que le tienes a mi esposo, para que aprenda a amarle como Tú. Quiero rezar con él/ella y por él/ella, para que me reveles su belleza y su dignidad, quiero descubrir ante quién estoy, para no despreciarle nunca más, para no minusvalorarle nunca más. Dame esto que te pido, Madre, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.