Los esposos que se “atan” y los que prefieren ir “sueltos”.
Podríamos decir que la discusión de hoy entre los fariseos y Jesús, está motivada porque los fariseos no entienden el concepto de libertad.
Libertad no es hacer lo que uno quiera. Esto es lo que los fariseos creían que hacían los discípulos cuando estaban incumpliendo la ley del sábado. Pero Jesús pone el concepto de “libertad” en su sitio, cuando les explica que la ley está al servicio del amor. Lo que nos hace libres no es no comprometernos con una alianza, pero tampoco es sujetarse a una ley por sí misma.
Incorporamos aquí unas cuantas frases para después intentar explicarlo con una imagen:
Lo que nos hace libres es entregarnos por amor para siempre. Pero es muy importante entender que la verdadera libertad está enraizada en el amor.
“La verdadera libertad es una respuesta a la invitación del amor para participar en una nueva vida, siempre más grande que uno mismo.” (Llamados al amor).
Benedicto XVI decía “la libertad es la capacidad de optar por un don definitivo, en el que la libertad, dándose, se vuelve a encontrar plenamente en sí misma.”
Todo esto puede sonar un poco raro o puede parecer difícil de entender a priori. ¿Cuando uno da su libertad es cuando encuentra su libertad?.
Quizás nos ayude entender que sólo el que entrega su futuro, demuestra que es dueño de él, mientras que el que tiene miedo a entregarlo es presa de su miedo y por tanto no es dueño de su propio porvenir.
En el libro “Llamados al amor” que hemos mencionado antes, plantea un ejemplo interesante. Imaginemos unos montañeros, que deciden subir a la cumbre. Un grupo decide atarse unos a otros para ayudarse en la escalada. En otro grupo, va cada uno “a su bola” con la posibilidad de cambiar de dirección o de opinión en cualquier momento. Los primeros, gracias a la cuerda que les une (su alianza), se ayudan a subir y reducen el riesgo de que uno de ellos se despeñe. El segundo grupo, tiene muy pocas opciones de llegar a la cima y más que elegir una vida libre, caminan hacia una “caída libre”.
Si además el primer grupo, va precedido por un experto guía (Cristo), que conoce el camino y puede así orientar los pasos, podemos hacernos una idea de la imagen resultante que se quiere dar.
Solo los esposos que “aseguran” su matrimonio amarrándose fuerte a esa alianza entre sí y con Cristo como guía, se entregan a la voluntad de Dios, y ésos tienen todas las papeletas para llegar a la cumbre de su matrimonio.
Oramos con el Salmo: Los que Dios protege viven, y entre ellos vivirá mi espíritu; me has curado, me has hecho revivir.