EVANGELIO
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31 37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor.
Los 6 pasos del mal.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Hoy nos centramos también en la primera lectura, ya que es del Génesis y muestra cómo el hombre y la mujer caen en el pecado. La copiamos aquí para luego comentarla:
PRIMERA LECTURA
Seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
Lectura del Génesis 3.1-8
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:
«¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?».
La mujer contestó a la serpiente:
«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”».
La serpiente replicó a la mujer:
«No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal».
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió.
Se le abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se pasaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.
Palabra de Dios.
Vamos a dividir el proceso en 6 pasos, siguiendo un modelo que hemos leído en Catholic.net.
1. La sugestión: Todo empieza con un pensamiento en el corazón. Estos pensamientos exageran lo negativo desvirtuando la verdad: “¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de NINGÚN árbol del jardín?»”. La serpiente pretende que Eva no se sienta bien con su situación actual, exagerar su limitación o su carencia y desee algo que Dios no le ha concedido. Ej. Para esposos: “Para qué le cuentas tus cosas. ¿No ves que tu esposo no te escucha NUNCA?”. Es, en definitiva, una provocación al orgullo.
2. La conversación con la tentación. Al dialogar con la tentación, ésta se va acomodando en el corazón de Eva y sin querer la va asumiendo. Eva corrige a la serpiente, pero ya empieza a dejarse llevar por la tentación cuando le dice que tampoco lo pueden tocar, lo cual no era cierto. También, Eva sitúa el árbol en mitad del jardín, cuando el árbol que estaba en el centro del jardín era el árbol de la Vida. De alguna forma le da más importancia al árbol objeto de la tentación de la que realmente tiene, con lo que su orgullo se ve más afectado. Ej. Para esposos: “Bueno, no es que no me oiga, pero no sé si intenta comprenderme, parece que no le importo”. Se pone la tentación en el centro.
3. La lucha y el consentimiento. El mal cometido. En ese diálogo, la serpiente es más astuta y le promete grandes cosas a Eva: “Seréis como Dioses…” Bajo esta promesa de un bien mayor, Eva empieza a ver cuánto de deseable es el fruto prohibido. Entra en una espiral que refuerza aún más la tentación y acaba cayendo. Ej. Para esposos: “Pues si yo no le importo, él a mí tampoco, así que no pienso darle gusto en el plan de esta noche. Se va a enterar de lo que siente uno cuando le ignoran…”
4. La pasión que te domina: Aquella decisión tiene consecuencias negativas, te aleja del esposo, crea mal ambiente, discusiones y dolor. No he podido evitar caer, porque me he visto arrastrado por una pasión o un deseo desordenado que no me lleva al bien. En el ejemplo de los esposos, se siente una atracción por un deseo de venganza…
5. La comunicación del pecado: Con esta actitud, provoco dolor a mi esposo, le irrito… Mientras, los hijos ven cómo hago daño a mi esposo porque estoy viéndome arrastrado por mi orgullo. Mi esposo malhumorado regaña a los niños de mala manera dejándose llevar también por su enfado… El pecado se contagia y provoca una cadena de dolor.
6. La vergüenza ante el pecado y la culpa: Nuestra intimidad se cierra y me defiendo de los ataques de mi esposo: “Pues no pienso contarte nunca más mis cosas…” Me alejo, me distancio… Pero luego, reflexiono y me siento mal, me siento culpable del daño cometido.
Es el momento de acercarme al Señor en la confesión y escuchar de Sus labios ese «Effetá», “ábrete” de nuevo a tu esposo, y pídele perdón.
María, Reina de la familia, ruega por nosotros.