EVANGELIO
Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: «Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos»»
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él escuchándolo.
Palabra del Señor.
El lenguaje de los ministros.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
“Mi casa será casa de oración”, dice el Señor. Qué importante es ser tremendamente respetuosos con todo lo sagrado. Hacer silencio, interior y exterior, y realizar gestos de respeto, postrándonos en los lugares sagrados. Viene a ser todo lo relativo al segundo mandamiento.
Hoy nos queremos centrar en una realidad, y es que, por el bautismo Dios reside en mi esposo. Hoy te escucho Señor, decirme desde lo más profundo del interior de mi esposo: “Mi casa será casa de oración”. El cuerpo de mi esposo es templo del Espíritu Santo. ¿Me puedo permitir perderle el respeto? ¿Despreciarle?. Debo venerarle en tanto en cuanto es hijo de Dios y templo del Espíritu.
Nuestras relaciones conyugales son el culmen de mi encuentro con ese lugar sagrado que es el interior de mi esposo. No es un tiempo para el comercio, para buscar mis gustos ni mis intereses, es un momento para el recogimiento, para la oración, para alabar a Dios y darle gracias. Como dice San Juan Pablo II “Puede decirse que, bajo este aspecto, el «lenguaje del cuerpo» se convierte en el lenguaje de los ministros del sacramento, conscientes de que en el pacto conyugal se manifiesta y se realiza el misterio que tiene su fuente en Dios mismo. Efectivamente, su pacto conyugal es la imagen -y el sacramento primordial de la Alianza de Dios con el hombre, con el género humano- de esa alianza que nace del Amor eterno”.
Señor ¿Puedo hacer algo tan grande sin tomar conciencia de mis actos? “Mi casa es casa de oración”. Esta es la frase que debo recordar antes de unirme a mi esposo, como ministro del sacramento que se dispone a hacer presente la imagen de la Alianza de Dios. Como dice el Papa Francisco: “el Matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración (cfr Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración. El hombre y la mujer son consagrados por su amor”
Madre:
Yo estoy consagrado a Dios por el amor a mi esposo. A veces me cuesta tanto ver la sacralidad de nuestro amor… Porque veo la parte humana, y no veo la parte Divina que hay en nuestra unión. Veo lo que hacemos, pero no lo que Dios hace. Ayúdame Madre a tomar conciencia de este misterio que es Grande, como lo define San Pablo. A veces, muchas veces, también experimento esta grandeza. Alabado sea el Señor. Amén.