EVANGELIO
El ciego estaba curado y veía todo con claridad.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego, pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«¿Ves algo?».
Levantando lo ojos dijo:
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa, diciéndole que no entrase en la aldea.
Palabra del Señor.
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Le veo en ti.
La mirada hacia nuestro esposo está afectada por nuestros juicios y prejuicios, por nuestras críticas… en definitiva, por nuestro propio pecado. Porque nada de fuera hace impuro al hombre, lo que sale del corazón es lo que hace impuro al hombre.
Mi esposo no hace impuro mi corazón, por duro que sea el sufrimiento que me cause. Su pecado no justifica mis malos pensamientos hacia él o ella. Lo que me hace pensar mal de él o ella, lo que me distancia de él o ella es mi propio pecado, lo que sale de mi corazón.
Por eso necesitamos una purificación de la mirada para ser capaces de descubrir el don que Dios me da a través de mi esposo tal como es, también con sus limitaciones y pecados. Es mi relación con Cristo la que me puede ayudar en esa empresa de verle cada día más desde Sus ojos y menos desde mis criterios y mis juicios. En la medida en la que sea capaz de valorarle como un inmenso don de Dios tal como es, seré capaz de amarle tal como es. Me interesaré por él o ella, le admiraré, estaré abierto a aprender de él o ella, le reconoceré como sacramento de Cristo vivo.
Pero esto es un proceso. Poco a poco, con la presencia del Señor en mi corazón, voy siendo capaz de ver la verdad de mi esposo cada vez con más claridad.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marisa: Cariño, cada vez veo al Señor más en ti. Después de mi conversión me atraía mi relación con el Señor, pero tú eras un estorbo, una piedra en el zapato que me dificultaba mi camino hacia la santidad. Claro, el Señor es todo pureza y tú no, y eso me confundía. Poco a poco me empecé a dar cuenta de que si no estaba bien contigo no podía estar bien con el Señor ni conmigo misma. Me faltaba paz y no sabía por qué. Pero el Señor me va mostrando mi camino.
Ramón: Sí, he notado grandes avances en ti. Ha cambiado tu mirada hacia mí. Cuentas más conmigo, estás más cariñosa, pero aún hay veces que te me escapas. Es como si apartaras tu centro de atención y se te desviase otra vez a una espiritualidad más individual.
Marisa: De eso quería hablarte. Estoy en proceso, pero cada vez veo más claro que tú eres sacramento de Cristo para mí.
Ramón: Por si te sirve, últimamente estoy haciendo lago que me está sobrecogiendo. Cuando rezo mirándote a los ojos, te digo a ti lo que le quiero decir al Señor. Por ejemplo, el Padrenuestro, te lo digo a ti, sabiendo que eres sacramento de Dios para mí. Sé que tú no eres Dios, pero te lo digo a ti para decírselo a Él. Me sobrecoge la presencia de Dios que experimento en ti. Me está ayudando mogollón.
Madre,
Poco a poco el Señor va abriendo nuestros ojos sobre nuestra vocación. Poco a poco vivimos experiencias de Dios entre nosotros cada vez más palpables y sobrecogedoras. Me encanta mi vocación. Gracias Madre por llamarnos a profundizar en ella.
Si nos separamos del camino, solo Dios nos puede hacer el milagro de devolvernos la vista , para ver ese camino perdido .
En el matrimonio , por una mirada perdida a veces , por una herida nos salimos del camino , ese que el Señor nos traza .Si Por nuestra cegera !!!!!!!escogemos el camino del mal , la mejor medicina es volverse hacia Dios, aveces por iniciativa de nuestro corazón y otras veces por medio de personas de nuestro entorno y con humildad pedir la luz que perdemos . El Maestro de los maestros nuestro Señor Jesucristo curará la cagera y nos hará ver la belleza de un matrimonio que con las dificultades de un ciego para ver , gracias a su bastón que para nosotros es el Señor sale adelante con valentía y con un verdadero amor …..
Solo un verdaderol amor cura a los esposos.
Solo el amor de Dios cura nuestra ceguera .
Señor danos tu Luz todos los días cuando las tinieblas quieran cegarnos.
Te pido con humildad el don de ese perdón que tú mismo me das todos los días y curar mis heridas que me ciegan .
Madre Virgen María ruega por ello y por los matrimonios
Excelente mensaje gracias por compartirlo nos hace ver que debemos limpiar nuestra mirada y ver a través del amor de Dios y no de sus fallas