EVANGELIO
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba:
– «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó:
– «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron:
– «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo:
-«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios «los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne». De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
– «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
– «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
La verdad de nuestra vocación.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
De Mateo 19 y de este Evangelio, San Juan Pablo II saca la conclusión de que para aprender sobre el matrimonio hay que irse a analizar el Génesis, porque Cristo hace referencia al “principio”. Ante una pregunta de los fariseos sobre el matrimonio, de carácter moral, Cristo nos remite al Génesis, que leemos también hoy en la primera lectura.
San Juan Pablo II ve en los textos del Génesis una ventana por la que contemplar las raíces que Dios puso en nosotros cuando nos creó y una escena que representa Su plan para el matrimonio antes del pecado.
Porque Dios nos creó hombre y mujer, y en esa diferencia sexual crea una relación que es imagen de la relación que Él vive en sí mismo, en la Santísima Trinidad, y porque el hombre descubre la grandeza de ese don de la relación hombre-mujer en el matrimonio, descubre su vocación al amor conyugal; por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer y serán los dos una sola carne. Es la experiencia de la “unión originaria” que llamará San Juan Pablo.
En el matrimonio, Cristo nos invita a volver desde nuestro estado de pecado (que él llama historia teológica) a ese estado de santidad (o prehistoria teológica) en el que se arraiga. Es como que nuestras raíces permanecen en ese estado de santidad, porque si somos pecadores es en tanto en cuanto venimos de un origen de no pecado. Él sabe que es posible que, con Su ayuda, volvamos a vivir nuestra relación de comunión con la belleza que Dios la pensó, incluso perfeccionada ahora por la redención del Señor que nos permite amarnos con el mismo amor de Cristo.
Esposos, ¡¡no nos conformemos con menos!! Luchemos por vivirlo, es posible. Cristo nos anima hoy a ello. Recuperemos la esencia de nuestra relación, buceemos en nuestras raíces y experimentemos la alegría de la unión originaria. La mayor fiesta de la humanidad, como le llama el Papa.
Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia, especialmente hoy que da comienzo:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/