EVANGELIO
Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.
Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
« Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
Palabra del Señor.
Nota: Próximas misiones
- Anuncio en Pamplona: Domingo 11 de marzo a las 13h en la Parroquia de San Fermín.
- Retiro en Sevilla: 4 a 6 de mayo (No se ha abierto aún la convocatoria. Os mantendremos informados)
La lucha no es contra el esposo.
El Señor dice “por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija”. La pregunta es ¿cómo lo ha dicho para merecer tal premio? Pues con humildad y con fe. Esas son las dos claves que hacen que Jesús saque los demonios de nuestro interior: Humildad y fe. Si trabajo estas dos actitudes, mi matrimonio puede cambiar diametralmente.
Observemos que lo que Jesús le dice a la mujer pagana, es duro. Yo podría reaccionar diciendo que me parece una injusticia, que Dios no actúa así, porque Él no hace distinciones entre unos y otros… Pero aquella mujer acepta las condiciones de Jesús con humildad, y el resultado es, que salva a su hija.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Juan: Mi mujer está desequilibrada. Tiene unas reacciones exageradas, en las que se sale de sí y empieza a decir barbaridades. Miente con tal de dejarme mal, y toma unas represalias contra nosotros que están totalmente fuera de lugar.
Ramón: Te entiendo, Juan. Tiene que estar siendo durísimo.
Juan: El problema es que no quiere cambiar. Cree que el problema no está en ella, sino que está en todos los demás que le rodeamos. Ha estado sometida a muchas insatisfacciones y ahora ha estallado de esta manera tan incontrolada.
Ramón: Pues mucho ánimo, Juan. Tienes una durísima, pero gran labor por delante: Que se sienta comprendida. Tienes que olvidarte de si lo que te dice es duro, de las agresiones que recibes, y aceptar con humildad esta situación que Dios está permitiendo. Ahora te toca entrar en el corazón de tu esposa y descubrir qué heridas hay. Por qué reacciona de esa manera. Que te sienta a su lado, que se sienta comprendida. Ha estado muchos años en los que se ha sentido muy sola, y ahora te toca padecer por su salvación. Algún día el Señor resucitará tu matrimonio, y habrás sido artífice del amor de Dios en ella, testigo del amor de Dios en ella. Tienes esta gran misión, Juan. Que el Espíritu Santo te acompañe siempre.
(Juan se tomó en serio esta misión. Entendió que la lucha no es contra su esposa, sino contra los demonios que la tenían dominada y cegada. Juan se empeñó en salvar a su mujer y el Señor echó aquellos demonios de su corazón).
Madre,
A veces, por no aceptar nuestras limitaciones, no vemos que estamos a merced de nuestros pecados. Los demonios juegan con nosotros, con nuestros sentimientos, con nuestras razones, con nuestro amor propio… y se adueñan fácilmente de nuestra vida. Pero menos mal que nos tenemos mutuamente, para avisarnos el uno al otro y salir de esas situaciones de engaño. A ver si entendemos por fin, que somos una ayuda adecuada el uno para el otro, especialmente en el camino hacia el cielo. Alabado sea el Señor, que quiere liberarnos de todo mal. Amén.