EVANGELIO
Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
-«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola:
-«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:
«¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.»
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:
«¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.»
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. »
Palabra del Señor.
La batalla del corazón.
Ninguno de nosotros abandonaría a 99 buenos para irse a recuperar al irrecuperable, al desagradable, al que critica, al desafiante. Dios sí, y nos anima a hacerlo: “Te tengo grabado en la palma de mi mano” (Is 49,16). “Tú eres precioso a mis ojos, yo te amo” (Is 43,4)
Es en el corazón donde se produce la batalla entre la concupiscencia y la libertad del don. La concupiscencia es la que convierte los dones de Dios en objetos de uso propio. Lo dramático, es que cuando entra en nuestro corazón nos impide interpretar al otro desde la libertad del don, nos impide entregarnos y descubrir la entrega del esposo/a. A mayor concupiscencia, menos capacidad de donarnos y menos capacidad de acoger el don del otro.
Esto es lo que nos ocurre y lo que le ocurre a nuestro esposo (en genérico) cuando está bajo la influencia del mal. Está, como le decía Cristo al Padre desde la cruz, que “no sabe lo que hace”. Alguien tiene que ayudarle a volver a Cristo para que le limpie el corazón y recupere la “libertad del don”, como define San Juan Pablo II. La capacidad de la comunión.
Es el momento de dejar de lado los 99 planes agradables que se nos ocurren, para acudir en rescate del esposo, tranquilizarle, comprenderle, que se sienta querido/a. Necesita una inyección de amor como antídoto contra su dolor.
Lo cierto Señor, es que reconforta saber que cada vez que nos perdemos, reaccionas de esta forma. Dejándolo todo para ir tras nosotros y cuando nos encuentras, nos echas sobre tus hombros y nos devuelves al redil.
Qué hermoso ejemplo de Esposo para los esposos.
Bendito y alabado seas por siempre, Señor. Vivimos para Ti, Señor. Te alabamos y nos arrodillamos ante Ti.
Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/
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