EVANGELIO
Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola :
-«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.
Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Palabra del Señor.
Lo absoluto y lo relativo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
El tiempo acaba hasta con los buenos deseos.
Estamos sujetos al tiempo. Hoy estoy de una manera y mañana de otra, hoy me propongo una cosa y mañana se me olvida. Hay modas y parece que la verdad va cambiando y lo antiguo ya no vale.
¿Cómo puedo fiarme de algo o alguien que cambia constantemente? Lo que hoy es de una manera, mañana puede ser de la contraria, y ese tiempo apacible, esa armonía, esa estabilidad, se puede convertir en turbulencia, inquietud y situación de riesgo.
Los que creen haber encontrado la solución al problema del tiempo dicen: Hay poco tiempo. Aprovéchalo, vive intensamente y con pasión, y aléjate de los que tienen problemas y te contagian su «mal rollo».
Pero a mí, esto no me convence. A mí me convences Tú Señor. Sólo puedo confiar en ti, porque sólo Tú eres inmutable. Tienes palabras de vida eterna.
Y porque confío en ti, y me has demostrado lo mucho que me amas, confío en lo que has puesto en mí, confío en el esposo que me has dado, en mis hijos, en las circunstancias que pones en mi camino, en los amigos, en los sacerdotes que pones en mi vida, en Tu Iglesia, en el Magisterio.
Cuando mi esposo me dice que me ama, confío en él/ella, porque Tú lo has creado para que me ame con sus limitaciones.
El cielo y la tierra pasarán, pero Tus palabras no pasarán, porque Tú tienes palabras de vida eterna.
Madre:
Me siento dichoso, tranquilo, querido y rezo por todos aquellos esposos que se angustian porque no conocen al que es la Verdad. Qué duro y qué vacío tiene que ser vivir un matrimonio sin Dios. Alabado sea por siempre. Amén.