EVANGELIO
Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
– «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste.
Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste.
Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo.
Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos.
Si, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado.
Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»
Palabra del Señor.
Ha llegado la hora.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Ha llegado la hora de responder al infinito Amor de Jesús.
Cristo comparte hasta tal punto su vida con nosotros que hace de «nuestra vida sea vivida desde la suya» ¡Dios mío Y Señor mio! Con tantas torpezas por nuestra parte, resistencias, cegueras… Pero el Señor lo hace posible.
El escribe una historia de Amor a lo largo de la vida, un Proyecto de Amor y todo en clave ascendente, en el Evangelio vemos a Jesús, subir hacia Jerusalén.
¿Quién subirá al monte santo? Los que siguiendo las huellas de Jesús nos dejamos coger de su Santa mano para que nos lleve A Jerusalén a la cima del Amor, a las afueras del mundo, al lugar llamado Gólgota (calvario). Es la hora del amor y la entrega por la salvación. La hora de la cruz.
No ha habido santo sin cruz, pues en un mundo herido por el pecado, no hay amor sin cruz, ni existe carne divinizada si en la cruz no se deja clavar.
Pues bien esposos casados en Cristo, también en nuestro matrimonio tiene que ser así. Es el momento de la oportunidad para madurar en el amor, en la santidad. Muchos aman a Jesús cuando los consuela, pero pocos lo aman en el huerto o en la cruz, pocos aman a Jesús porque amándole a Él, a su persona en cualquier situación: en un desprecio de esos que nos hacemos los esposos, en un dolor de esos que nos causamos, en esos momentos que necesitamos del otro y lo que recibimos es la carencia, ceguera, callada por respuesta…
En cada una de estas ocasiones en la carne o en el corazón que suceden en nuestro matrimonio, esto es lo que Cristo llama “en ellos he sido glorificado”. Este el momento de mirar al cielo y decir: Jesús, a mí no me pasa nada ¿y a Ti? Es el momento de consolar a Jesús y no buscar ser consolado, el momento de contemplarle en la Cruz donde se entregó hasta el extremo por mí, por recibir de Él nuestro matrimonio.
¡Es nuestro momento esposos! Padre glorifica nuestro matrimonio para que les des vida eterna a todos los que nos has dado. No se trata de hacer cosas, sino del amor que se pone en lo que se hace.
Que todos crean que, a pesar de que somos pecadores, nuestro matrimonio ha salido de Ti. Es lo que Dios quiere hacer con nosotros, y lo hace por la unión con Cristo en su Cruz. Si de verdad quiero abrazar a Cristo, tengo que dejarme colgar en su Cruz, si de verdad queremos abrazar el amor de comunión de la Santísima Trinidad, tenemos que dejarnos clavar en la Cruz de la mano de María y renovando nuestra promesa.
Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/