EVANGELIO
Gratis habéis recibido, dad gratis.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el renio de los cielos. Curad enfermos resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quien hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en su casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros».
Palabra del Señor.
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¡Ha llegado!
Sí. El reino de los cielos ha llegado ya. Es Palabra de Dios. En este mundo cuesta vivirlo, porque antes de alcanzarlo hay que pasar por la renuncia de las tendencias al mal que tengo y por la cruz de cargar con las tuyas ofreciéndolas por tu salvación. Pero tenemos la responsabilidad de llevar la paz a todos los hogares, empezando por el nuestro. Construye tu paz y reparte tu amor, nos decía la Virgen en oración.
Pero ha llegado el reino de los cielos a nuestro matrimonio. Es el nuevo Ethos del que nos habla San Juan Pablo. Un estado del corazón que sólo sabe amar y no alberga otro deseo que el del amor de Dios.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alfonso: ¡Que importante es vivir con paz! Eso significa vivir con confianza, sin miedos, sin nerviosismos interiores, sin resentimientos, alegres… Vivir con paz es vivir un estado de felicidad que puede asemejar esta vida al cielo.
Carmen: Suena bien. ¿Y cómo se construye esa paz en nuestra casa?
Alfonso: Al principio cuesta bastante. Es necesario un camino de purificación del corazón. Por ejemplo, si me dices algo que me sienta mal, en lugar de vengarme o defenderme, ofrezco ese dolor por ti para tu salvación. Con el tiempo, esas cosillas dejan de dolerme. O cuando haya algo que me apetezca hacer pero que no lo hago por amor, lo sustituyo por otra cosa que sí haga por amor.
Carmen: Exigente es, desde luego.
Alfonso: Pero si me dejo llevar por esos impulsos, las consecuencias son muy dolorosas para nuestra relación y para mí mismo, que cada vez sufro más por depender de ellos. En cambio, si inicio el camino de purificación, cada vez habrá más alegría en nuestras vidas.
Carmen: Vale. ¿Empezamos?
Madre,
El reino de Dios ya llegado. Somos testigos de ello porque lo hemos saboreado y lo estamos viendo también en otros matrimonios a nuestro alrededor. ¡Gloria a Dios!
Sí. Estamos en el *ya* pero *todavía no* . En «ya», porque Jesucristo ya vino y se quedó entre nosotros (en su Palabra, en la Eucaristía, entre los q se aman…), pero «todavia» porque no está plenamente en nuestros corazones, ni en el de todos… por eso nos queda tarea a través de la Cruz para seguirle, amarnos y anunciarlo… todo para se gloria.