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EVANGELIO
No he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.
Grados de gloria.
Podríamos pensar que da igual salvarse que morir siendo santo. Total, un tiempecito más en el purgatorio y todos iguales. Pero no parece que vaya a ser así en el cielo. El Señor nos dice que habrá algunos que serán más pequeños en el cielo y otros más grandes, según sus méritos, según sus acciones aquí en la tierra. Luego lo que hagamos aquí en esta vida, parece que afecta al “grado de gloria” que se nos concederá en el cielo, según la medida de nuestros méritos.
Todo esto son cosas incomprensibles para nuestra mente, porque, en cualquier caso, todos alcanzaremos en el cielo nuestra plenitud.
No sé tú, pero yo sabiendo esto, tengo una motivación más para seguir luchando con todas mis fuerzas para alcanzar la Caridad Conyugal y penetrar lo más posible en la gloria de Dios que es Dios mismo. ¡Lo más cerquita posible, por la gracia de Dios!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marcos: Paula, no entiendo por qué te quedas afectada después de que te he pedido perdón. Sé que lo que te he hecho no está bien, pero no entiendo tu resentimiento.
Paula: Marcos, no me malinterpretes, pero es imposible que nuestra relación alcance un nivel profundo de comunión si no vamos dando pasos. Construir una comunión no es cosa de un día ¿sabes? Y si damos un pasito para adelante y dos para atrás, es imposible avanzar. Necesitamos mucho tiempo de rezar juntos, de hablar juntos, de compartir nuestra intimidad, de preocuparnos el uno por el otro, de pedirnos ayuda y ayudarnos. Y eso que anhelo no lo encuentro entre nosotros.
Marcos: Ya, lo entiendo Paula. Es normal que, si no actúo contigo según la voluntad de Dios para nuestro matrimonio, no podremos disfrutar de una comunión como la que Dios promete.
Paula: Así es, Marcos. Entre los matrimonios hay grados de gozo y veneración que se llegan a alcanzar aquí en la tierra y que se traducirán en diferentes grados de gloria en el cielo. Así que, si queremos gozar en la tierra y alcanzar mucha gloria en el cielo, tendremos que darlo todo. ¿Te parece?
Marcos: Estoy deseándolo. No hay nada que me motive más que vivir un matrimonio maravilloso contigo y una unión aún mucho mayor en el cielo. Gracias, Paula.
Madre,
Confiamos en la justicia de Dios y te pedimos la fortaleza para que en nuestra morada en el cielo estemos juntos mi esposo y yo y muy cerquita de vosotros. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Siempre me he imaginado para comprender este evangelio que seremos como vasos llenos de agua hasta el borde, los hay de todos los tamaños, pequeños, grandes, medianos… pero ninguno necesita más porque están para rebozar, aunque haya algunos que tenga más cantidad, estaremos todos en plenitud.
Sí, es muy importante… Ya dice Jesús: En la casa de mi Padre hay muchas moradas (Jn 14, 2-3) Es importante y lo digo con seriedad, pero con poco de humor… ¡Si Jesús va a prepararnos un lugar! a ver si se acuerda de ponernos juntos….Uyyy! Qué tarea más buena, que competición se presenta.