EVANGELIO
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántale!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡ Muchacho, a ti te lo digo, levántate! ».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.
Palabra del Señor.
Entrañas de madre.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Nuestro matrimonio da vida. Es como un vientre de madre a través del que Dios genera vida a su alrededor, porque el amor siempre debe generar vida o si no, no es amor. Un matrimonio que dio a luz a unos hijos y además está al servicio de muchos matrimonios que necesitan recibir el amor de Dios.
El matrimonio es como esas entrañas que se desviven por dar la vida recibida. Oran pidiendo ayuda a Dios, sacrifican su tiempo y sus gustos, y utilizan todas sus astucias para alimentar y mostrar algo de esa Vida que sólo Dios puede dar.
¡Ay Dios mío! Que nos has mostrado la Verdad, la Belleza, la Vida. Con todo mi corazón, con lágrimas de madre que camina tras sus hijos arrebatados por otros, por esos caminos que les llevan a la tristeza y al dolor. Ellos caminan inconscientes arrastrados por un camino de muerte. Esas entrañas como de madre, me hacen ir llorando tras sus pasos. Señor, ¡Compadécete!, como de esta pobre mujer y déjame escucharte decir: “No llores” Y levántalos de su dormición.
Madre ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu Madre, me dijiste. Descansamos en Ella, en María, consagrados a Su Sagrado Corazón.
Sólo tú Madre, que eres Madre de todos, puedes dar la Vida. Dásela a nuestras familias, bendita Madre.