¿Para qué defenderme ante mi esposo/a? Dios se encargará de mi defensa. Él me protege y, cuando permite una situación dura para mí, si no me defiendo, será una ocasión para dar testimonio.
EVANGELIO
Todos os odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor.
Avisos:
- Retiro en Navarra: 14, 15 y 16 de diciembre (Casa de Javier) Infórmate aquí: http://wp.me/p6AdRz-1r4
- Retiro en Madrid: 18-20 de enero (Casa Oblatos)
- Anuncio en Valencia: (Inauguramos ciudad!!) Viernes 25 de enero a las 20:30 en la parroquia de San Pascual Bailón.
- Retiro en Sevilla: 15-17 de febrero en Betania
- Retiro en Madrid: 22-24 de febrero (El Escorial)
- Retiro en Madrid: 8-10 de marzo (Casa Oblatos)
El poder del testimonio.
“meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.” Me empeño en defenderme ante mi esposo, y compruebo que, cada vez, se genera una situación más incómoda que la inicial y acabamos los dos enzarzados en una discusión y en una especie de “pulso dialéctico” en el que los dos salimos perdiendo. Me gustaría meterme bien en la cabeza que no tengo que preocuparme de defenderme. El Señor pondrá la Sabiduría en cada situación. Él me protege, y cuando permite una situación dura para mí, servirá de ocasión para dar testimonio, si no me defiendo. Al Demonio no se le vence con la autodefensa, sino con el testimonio.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ana: Estoy impresionada, porque últimamente no te enfadas conmigo. Te diga lo que te diga, no me pones ni un mal gesto. Al contrario ¿Qué has hecho para ser capaz de responder con amor en esas situaciones? Me parece increíble.
Rafa: Ana, me he creído que Dios se encargará de mi defensa, y que Él podía hacer obras grandes por mí. Menguo yo, para que crezca Él. Es la fecundidad del martirio la que vence al mal y a la muerte.
Ana: Te has vuelto muy místico, pero por tus frutos, te creo.
Madre,
Tú tampoco te defendías, sino que, “por la humillación de Su Esclava”, “el Poderoso hizo obras grandes” por ti. Alabado sea el Señor que aprovecha de nuestra pequeñez para manifestarse. Gloria a Él!!
Hoy, con este evangelio, me viene al pensamiento aquella canción:»Id, amigos por el mundo…»
Sí, tal como está el mundo con tanta secularización, los matrimonios cristianos tenemos una misión única para ser testimonios vivos del Amor de Cristo con Su Iglesia…(nosotros somos Iglesia y no podemos quedarnos impasibles viendo cómo se violan los sacramentos y sus derechos más sagrados… Unos, casándose sin saber por qué ni para qué… ¡A probar…! Con total ignorancia de lo que es el Sacramento del Matrimonio. Otros, ya ni se lo plantean…Algunos dicen: ¿Para qué el matrimonio? ¡Eso es un papel firmado que ata…! El papel firmado es el civil… ¿no?. Pues, así vamos. ¡Es una pena…! Pero no hay que desfallecer ni conformarse, sino dar testimonio de lo que significa para los cónyuges el matrimonio, etc., etc.)
Madre, en tu época no existía el sacramento del Matrimonio, pero los prometidos con amor fiel, erais recibidos en la casa del otro y acelerabais esponsales… Orientanos, Tú… ¡Amen!
Muy buena enseñanza la del Señor siempre, pero en el evangelio de hoy se nos puede aplicar muy bien. A veces, los esposos nos enzarzaros en discusiones que no acaban solucionando el problema…, sino alargando un «monólogo» …que empeora el problema… Nos empeñamos en decir:»diálogo» a un monólogo del uno u otro… Queremos oír lo que nos interesa… ¡Es mejor callar…! Si perseguimos la verdad, Jesús nos iluminar con Su gracia…!