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EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
Él nos anima.
El Señor sabe lo que nos cuesta entender la grandeza del camino de purificación del corazón que está muy imbricado con el camino de la cruz. Tenemos que crucificar nuestras pasiones para dejar de sentirnos cansados y agobiados. Por eso, el Señor hoy nos anima a hacerlo, a entregar la vida con un corazón manso y humilde en el que encontraremos descanso para nuestras almas. Sí, el yugo del Señor es llevadero y hace nuestra carga ligera. ¿Creemos a Cristo? Pues ¡pongámonos en marcha!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Nuria: Edu, me doy cuenta de que la envidia corroe mi corazón. Tengo el mal hábito de juzgarte y juzgar también a las personas de mi alrededor, rebajándolas en mi corazón para sentirme por encima. ¿Me ayudas?
Eduardo: Qué bonito, Nuria, que me pidas ayuda en esto. Gracias por contar conmigo en tu camino de purificación. Te propongo que 5 veces al día, durante una semana, pienses en el valor real de las personas que hayas juzgado en tu corazón, descubriendo quiénes quiere Dios que lleguen a ser, quiénes son ellas para Dios. Si te parece me envías un whatsapp con esas reflexiones que te ayudan a iluminar tu entendimiento con la luz del Espíritu y fortalecer tu voluntad.
Nuria: Me parece una buenísima idea, Edu. Me comprometo a hacerlo a primera hora de la mañana, a media mañana, a la hora de la comida, a media tarde y por la noche. Gracias, estoy segura de que me ayudará a ver a los demás con los ojos de Dios y eso aliviará mi corazón.
Eduardo: Además te voy a responder con una motivación para animarte a seguir con la tarea. Tenemos que conseguir que desees más las cosas de Dios que los desórdenes de tu corazón. Por cierto, ¿me ayudas tú también en mis desórdenes?
Madre,
El camino hacia la purificación es arduo, es la puerta estrecha, pero nos lleva a vivir aquí el Reino de Dios. Alabado sea el Señor que vino a traérnoslo para hacerlo posible a través de Su gracia.